Jorge Enrique Adoum

Jorge E. Adoum


Resumen de la infancia     




Ante todo, es preciso ordenar la infancia 
como un país disperso, hallar las fechas 
de su límite: la dulce iniciación 
en la desobediencia, la cerradura 
que por necesidad puse a mi alcoba 
o la primera mujer que se guardó la noche 
entre sus telas estériles, sus párpados. 
Y descubrí de pronto que nadie compartía 
mis costumbres: la muerte había entrado
antiguamente al patio, a la bodega,
y yo crecía sobre un osario familiar.
No sé por qué, porque sí, por pura
gana, cambié las órdenes para la cena,
el sitio de los adornos, el precio
de las plumas; odié el muro
que cercaba la viña y el camino de orina
a los establos. Y ya no pude vivir más,
no podía establecer mi edad, mi oficio, destruir la seguridad de cada día
o levantar los párpados hacia la luz
de afuera: un hombre pasaba sin llorar bajo la lluvia, las aldeanas
completaban su cuerpo entre la hierba,
pero debía conservar la herencia intacta, conocer los secretos del ganado,
calcular la distancia entre mi seca seguridad y la aventura.
Así empecé
a soñar solamente con la llave,
con la bahía donde nadie hubiera
a despedirme, con migraciones de pájaros
azules. No era la pegajosa soledad
lo que buscaba sino una familia
diseminada en la distancia, una
hora de paz bajo los árboles, una hoja
sin odio entre mis manos.


Otro poema de JORGE E. ADOUM,  aquí
Enlace: Zenda
Imagen: El Telégrafo

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