Está bien, iba a decir está bien todo esto.
No sabía cuánto podías hundirte y con qué
pesadez. Teníamos las manos en la rueda,
apoyada todavía un poco más sobre la seca rueda
y no sabía cuánto podías hundirte y con qué.
Siempre se deja caer un poco la cabeza.
La rueda corre locamente a lo largo de uno
o dos milímetros, cuando tu mano la detiene.
Un año, a lo lejos, contempla
-y con qué diversidad-mi cara,
que fue una vez de barro y otra vez
(por temor a estar ausente) la tuya.
Que vuelvas es cuestión de espacio.
No tan grave, quizá, pero hay algo
de ceniza en el agua que tomo y pienso
lo que duele no es la muerte
sino tu mano lejos de la rueda.
No puede ser la muerte lo que duela.
Alguien ha dicho no puede ser la muerte lo que duela.
SERGIO BIZZIO (1956, Villa Ramallo, Buenos Aires, Argentina)
De: "Gran salón con piano", Ediciones Salido 1982
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