TODOS DESCENDEMOS DE LA MIRADA DE UN GORILA
Envían a rehabilitación a un mono alcohólico en Rusia
Reuters
Como Cioran, no somos más que un puñado de intersticios,
Oh, gorila mío, dos soledades metódicas,
como dos colillas en un cenicero.
Es cierto, compartimos la melancolía de los pájaros congelados
la rara costumbre de amar sobre los árboles,
de llorar y defecar leyendo a Mallarmé
o de salir con dos copas de más de cada incendio interior.
También jugamos cada día con la pureza de ser impuros,
con la estrella que navega en nuestra sangre,
desviada de su curso,
cansada de balbucear luz sobre la sonrisa de los jubilados
y de las putas, esos bellos mamíferos exiliados.
Ya lo sabes, buscamos el mismo empleo
y lloramos al mismo animal desde el que cada día nos despertamos.
Oh, gorila mío, también tu mirada
es la ventana por donde Dios espía al mundo,
ese otro mamífero fúnebre que nada sabe de nosotros.
KLARA, UNA AU PAIR DE KARLSTAD, ME HA PEDIDO QUE LE ESCRIBA UN POEMA PARA OLVIDARLA DE UNA VEZ POR TODAS
Bruno me ha llamado para contarme que ha leído
que algunas nutrias del Amazonas
pueden cambiar el curso de los ríos con el poder de sus mentes.
Esto es más falso que un billete de 3 euros,
pero igualmente me recuerda que una hormiga
puede sobrevivir hasta dos semanas bajo el agua,
así que aún guardo algunas esperanzas para mí.
Yo le cuento que aquí están a punto de llover ranas,
no hay ciudad que aguante esta lluvia de los mil demonios,
fijaos que se quejan hasta las ballenas varadas entre los árboles
que se esconden en el supermercado de la esquina de casa.
Nos acabamos de conocer, Klara,
pero me dices que a los árboles no les importa la lluvia
y que te deje dormir.
De pronto se me viene a la cabeza que el animal
más rápido en el acto sexual es el chimpancé (3 segundos),
le sigue el ratón (5 segundos) y quizás tú, que apenas te
has tomado una copa
y ya te escuchaba roncar en mi cama.
Hemos venido esta mañana a escribir el poema que me has pedido
y es, en este mismo momento, cuando el mar
desempaca tu sonrisa sobre el cielo,
antes de que el reloj despertador te haya despertado por
última vez,
antes de salir volando por la ventana
(aunque ambos sabemos que un par de libélulas
harán su mismo trabajo entre nuestras sábanas).
Soy el final de tu caja de bombones, tus últimas bragas
limpias
o, lo que es lo mismo,
la oscuridad de los peces cuando lloran y pasan una sed
de caballos.
Me dices que nunca has montado a un caballo
pero que sabes que sus lágrimas
son el principio de cualquier río que se precie en tu pueblo, Karlstad,
donde los muñecos de nieve van de compras a diario
para comprarse una nueva nariz de zanahoria
y para aprovechar la calefacción de los supermercados.
Pronto dejaré de ser uno que parece joven y sigo
metiendo la pata hasta la rodilla,
aunque no nos engañemos:
tu corazón, como el mío, está cerrado por obras
y rueda como una moneda o un milagro
que se le acaba de caer a un pobre mendigo
que creo que soy yo.
No está hecho el amor de las pelirrojas para nosotros,
Bruno,
los alejados de las manos del señor,
como tampoco está hecho el amor para el amor:
salven pues las estrellas mis torpezas para quitarte el sujetador,
salven todo lo que queda de mi corazón entre tus manos de gata
aunque ya de nada servirá… es para partirse de risa,
pero de tirios y troyanos hemos pasado a dirigir el
tráfico de las estrellas
entre tu mirada y la luz de la luna llena sobre tu espalda
asalmonada,
en un santiamén
(mientras me preguntas si sabía que en Finlandia
se prohibieron los cómics del pato Donald porque no
llevaba pantalones).
Después de las risas no puedo dejar de pensar que allí,
cerca de donde las lágrimas pierden su equipaje,
donde las nubes limpian sus gafas porque la lluvia
empaña su mirada,
allí, donde todo termina,
no hay árboles llorando de rodillas ante un pájaro en un
supermercado
no está Dios (ni nada que se le parezca),
estamos nosotros dos, Klara, o como te llames,
jodidamente separados,
a pesar de compartir esta noche la misma cama.
Y sí, vale, querido amigo Bruno,
una vez más tienes toda la razón:
a) para un pingüino las aves no tienen talento para nadar y
b) el amor es para nosotros lo que la aritmética para los filósofos:
(o ¾ de lo mismo)
tan solo un gran malentendido.
LAS ABEJAS NO SABEN AÚN LAS BONDADES DE LAS REPÚBLICAS
Hace casi ya un siglo que te vi por última vez
y eso fue esta mañana
desde luego, estabas irreconocible, habías borrado el
rojo de tu sangre
y un poco de cielo de tus ojos, tenías otro nombre
y eras demasiado joven para usar tus pulmones para
respirar,
aún así rompiste todos los protocolos del amor y de los ambulatorios
y me tocaste el corazón, dejándolo como una de esas manzanas
de caramelo que venden en los parques de atracciones.
En ese entonces, para pasar el rato, pasaba horas
mirando el cielo
hasta que te veía leyendo la suerte en las manos de Dios,
dormida como siempre,
dejándote lamer el yeso del alma por familias enteras de
camaleones expresidiarios.
Los comunistas solo me hablaban para pedirme
consejos de cómo conocerte,
de cómo hacerte el amor con la herrumbre de sus huesos,
pero pasabas de ellos / todos tenemos suficientes fantasmas
como para volvernos parte de uno —decías—
mientras ponías a la hora todos los relojes de arena de la ciudad.
No puedo quitarme de la cabeza esas mañanas
en las que dejar de soñar era como descargar camiones
llenos de estrellas
y leer el diario —que tontería— como si hiciésemos la
autopsia de nuestro tiempo
(es muy curioso, pero para los aymaras
los hablantes están de cara al pasado y de espaldas al futuro).
Ya sé que me repito, pero no es ninguna broma que la
prensa libre
únicamente sirve para envolver pescado
o quizás para enterarte de cosas como que la mayoría de
los peces de colores
solo tiene tres segundos de memoria
o que hay un senador estatal de Nebraska que acaba de
presentar una demanda contra Dios.
Tengo que confesar que el «Tea Party» me estriñe
y también algunos discursos de mis colegas, los progresistas,
esos que escapan de las ambulancias de la realidad con
sus patas de palo.
Caray, tampoco puedo quitarme de la cabeza
el que no hay nada de malo en desear la muerte de un dictador
o que en Latinoamérica ya no son necesarios los golpes militares.
(porque ya están todos en los gobiernos).
En esos casos, también la vida de un poema, como la de un telediario
es el anticipo de la sonrisa de una libélula desahuciada de la luz.
Se me va la olla cuando escribo, lo sé,
es que no me gusta la poesía oscura
y por eso leo cada día el horóscopo de Unica Zürn, la mujer magnolia,
y también los largos manifiestos que fueron redactados
sobre las piedras de la noche
y que ahora los puedes encontrar husmeando en Google.
Hace casi ya un siglo que te vi por última vez
y eso fue esta mañana,
sé que me esperabas detrás de una gota de lluvia,
me esperas y sé que es inútil, aún queda un siglo para vernos
y la vida no da para tanto,
por ahora, encárgate de limpiar los paisajes que salen de tu voz
que este siglo, solo para variar, tan solo,
me toca ser un árbol camino al aserradero.
Por cierto, amigos oficinistas, también se va al cielo en ascensor
y tranquilos, es físicamente imposible para los cerdos
mirar al cielo.
"Nació en Lima, en 1979, aunque reside en Barcelona hace varios años. En poesía ha publicado El libro de los espejos (Premio Copé de Plata de la XI Bienal de Poesía, Lima, 2003); La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad (Premio Internacional de Poesía Joven Fundación Centro de Poesía José Hierro, Madrid, 2012); El equipaje del ángel (XXVII Premio Tiflos de Poesía, Visor Libros, 2014); Las musas se han ido de copas (XV Premio Casa de América de Poesía Americana, Visor Libros, 2015) y, finalmente, Historia universal del etcétera, con el que ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro (Valparaíso Editores, 2019). También es autor del libro de crónicas Para retrasar los relojes de arena (Vallejo & Co., 2015). Asimismo, ha publicado las antologías A otro perro con este hueso (Casa de Poesía, Costa Rica, 2016) y 24 horas en la vida de una libélula (Scalino, Sofía, 2017). Varios de sus poemas han sido traducidos al alemán, francés, ruso, inglés, búlgaro, italiano,árabe, montenegrino, armenio y finés, y ha participado en diversos festivales de poesía en España, Chile, República Dominicana, Costa Rica, Francia, Bulgaria, Montenegro y Rusia." De: "Vender miel a las abejas", Municipalidad de Lima, 2020
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