Autorretrato
Hombre-lobo soy
que exhuma entre las piernas de una mujer su luna llena
y antólogo confeso de películas para adúlteros;
huérfano de dos tuercas y un tornillo,
trajino por las calles un organillo de ciego que tañe cuando quiere
y una estrella de mar en vez de corazón;
secretario privado del rayo y sus arpegios de tormenta
si atestiguo el óxido del desafuero;
Quijote del bolígrafo, porque en un certamen de metáforas en bikini
mi Dulcinea hallo,
también me gusta el futbol de orfebrería, Beethoven
y el rock de alto voltaje;
jardinero exclusivo de la rosa náutica, trafico polen de sueños,
y a mucha deshonra;
cazador furtivo del marfil de las páginas en blanco,
busco la piedra filosofal
en el almácigo de las palabras y su crucigrama sin fin;
alérgico a la hipocresía y a su carátula de mapache viéndome la cara,
hace ratos firmé, sobre acero inoxidable,
mi acta de divorcio contra las anfetaminas del aplauso;
sentimental congénito, más cariñoso y tonto que un perrito faldero;
apóstata de la escala cromática del vino
y prófugo gremial que mendiga asilo político a la soledad
y riñe con ella: he aquí lo que soy, lo demás
es impura coincidencia.
JAVIER VINTEL (1968, San Pedro Sula, Honduras)
Fuente: Nueva York Poetry
Imagen en El Reportero literario
Principio de ruptura del significante
"...El significante desde Saussure quedaría en la simple reducción del fonema, del monema o del semema, o de los elementos de la comunicación de Jakobson. Situación de índole lingüístico o la ruptura del giro lingüístico propiamente, el lenguaje con la dicotomía saussureana se eslabona la relación arbitraria entre significado y significante, el transvidelismo rizomático se destaca por esa desviación y ruptura del significante, el código en des/código o hiper/hipo y protocódigo.
La contingencia a la que estamos sometidos se relativiza cuando maneja nombres para lo azaroso e inventiva profunda, recurrente, original y universal. Para lanzar la tiranía del significante hay que romper con las codificaciones, encontrar líneas de fuga. Encierra los estados de cosas en la red de los significantes y luego vierte las palabras con la estructura complex de la realidad. Este proceso origina la trascendencia. En nombre de ella se predica la verdad, la unidad, la inmovilidad y la cuasi-perfección:
“Remedida” con la palabra ¿Mi país? en el poema “profesión de fe”, “escribir es este acto de magia, donde mis vísceras son lo único que extraigo del sombrero”, al igual “escojo el signo de la cruz” del poema “testimonio”, “para el himen de mis parpados” del poema “Tutankamon se confiesa”.
La forma en que construyen los versos, las estrofas, los poemas hasta llegar a un todo permanente y profundo. Asimismo, el uso de los lenguajes de la tecnología con la naturaleza, conforman con eficacia el contenido de un estilete original y único dentro del marco de la literatura hispanoamericana.
Otro rasgo estilístico, es el desdoblamiento, que significa entre la voz del poeta/hombre se abre la realidad que se estructura en el interior y exterior, va originada por la trascendencia de la verdad fenomenológica, en ciertas delimitaciones molares y territorialidades, donde la metáfora irrumpe el significante, porque la palabra misma nombra cosas, o las cosas nombran al significante, las dos cosas implican agnominación. Esta implicatura de nombrar y crear el espacio inmanente del lenguaje mismo, donde adquiere líneas fugaces, el lexicón, el diccionario, lo enciclopédico, logra distancia, y a la vez se acerca al ser-estar, para que el poema, trascienda el ontos y la episteme, además del neoexistencialismo retórico que atraviesa ciertos niveles de las capas textuales. De tal forma, los significantes codifican lo que van “representando”.
En esa aprehensión de la sociedad y de la naturaleza, el devenir material captura códigos. Un ejemplo es como la orquídea, por ejemplo, adquiere forma de avispa- hembra atrayendo así a la avispa-macho que, seducida por el disfraz, se posa en la superficie de la flor y se impregna de polen. Luego esparcirá ese polvo vital en otras orquídeas, fecundándolas. Parecería que la flor imitó a la avispa. Pero, en realidad, capturó su código aumentando su valencia: devino momentáneamente avispa lo expresa Deleuze. La cosa misma, el objeto, el sujeto, el personaje subyacen en el fondo del poema, se desdobla, cambia del espacio y del tiempo..."