Canario
(para Michael S. Harper)
La voz quemada de Billie Holiday
poseía sombras tantas como luces,
un candelabro afligido contra un piano brillante,
y la gardenia era su firma bajo esa cara arruinada.
(Ahora estás improvisando, tamborilero a bajista,
cuchara mágica, aguja mágica.
Toma todo el día, si te necesita
– con tu espejo y tu pulsera de canto.)
El hecho es que el invento de la mujer sitiada
ha sido por el bien de afilar el amor en servicio de mito.
Si no puedes ser libre, sé un misterio.
El grillo primaveral considera el asunto de la Negritud
Solita, yo tocaba mis tonadas;
no conocí a ningún otro que podía acompañarme.
Claro, fueron tristes las canciones
–– pero agradable también, y no vendrían hasta que
el día se agotó. Sabes, ¿no?, la manera que tiene el cielo
de colgar sus últimas volutas radiantes?
Eso era cuando el dolor brotaba dentro de mí
hasta que no pude esperar; me arrodillé para rasparme limpia
y no me importó quien escuchara.
Pues los gritos y las chiflas, vinieron,
y la redada en tarros – y el trepar de patas.
Ahora vinieron otros: revolcados y enturbiados;
no supe sus nombres.
Éramos un farol musical;
los niños, dormían a nuestros suspiros.
Y si, de vez en cuando, uno de nosotros
se sacudió libre y cantó mientras trepaba al borde,
siempre se caía de nuevo.
Y esto les hacía reír y palmotear.
Al menos – en ese momento – entendimos
lo que les complacía
– y donde estuvo el borde.
Traducción: Alexander Best
Sonsonete
Cuando yo era joven, la luna hablaba en clave
Y las estrellas rimaban. Yo era un nuevo juguete
Esperando que mi dueño me agarrara.
Cuando yo era joven, ponía al día de rodillas.
Me columpiaba en los árboles y capturaba grillos.
Era dulce apenas, infinitamente cruel,
Melosa y mimosa,
Tostada, plateada y como potro sarnosa.
Y el mundo era ya viejo.
Y yo más vieja que hoy.
Traducción: Adam Gai
Canary
(for Michael S. Harper)
.
Billie Holiday’s burned voice
had as many shadows as lights,
a mournful candelabra against a sleek piano,
the gardenia her signature under that ruined face.
(Now you’re cooking, drummer to bass,
magic spoon, magic needle.
Take all day if you have to
with your mirror and your bracelet of song.)
Fact is, the invention of women under siege
has been to sharpen love in the service of myth.
If you can’t be free, be a mystery.
The Spring Cricket considers the Question of Negritude
I was playing my tunes all by myself;
I didn’t know anybody else
who could play along.
Sure, the tunes were sad—
but sweet, too, and wouldn’t come
until the day gave out. You know
that way the sky has of dangling
her last bright wisps? That’s when
the ache would bloom inside
until I couldn’t wait; I knelt down
to scrape myself clean
and didn’t care who heard.
Then came the shouts and whistles,
the roundup into jars, a clamber of legs.
Now there were others: tumbled,
clouded. I didn’t know their names.
We were a musical lantern;
children slept to our rasping sighs.
And if now and then one of us
shook free and sang as he climbed
to the brim, he would always
fall again. Which made them laugh
and clap their hands. At least then
we knew what pleased them,
and where the brink was.
Singsong
When I was young, the moon spoke in riddles
and the stars rhymed. I was a new toy
waiting for my owner to pick me up.
When I was young, I ran the day to its knees.
There were trees to swing on, crickets for capture.
I was narrowly sweet, infinitely cruel,
tongued in honey and coddled in milk,
sunburned and silvery and scabbed like a colt.
And the world was already old.
And I was older than I am today.
RITA DOVE (1952, Akron, Ohio, Estados Unidos de Norteamérica)
Fuente: Zócalo Poets
Enlaces: Punto en línea
agen: Smithsonian Magazine
(para Michael S. Harper)
La voz quemada de Billie Holiday
poseía sombras tantas como luces,
un candelabro afligido contra un piano brillante,
y la gardenia era su firma bajo esa cara arruinada.
(Ahora estás improvisando, tamborilero a bajista,
cuchara mágica, aguja mágica.
Toma todo el día, si te necesita
– con tu espejo y tu pulsera de canto.)
El hecho es que el invento de la mujer sitiada
ha sido por el bien de afilar el amor en servicio de mito.
Si no puedes ser libre, sé un misterio.
El grillo primaveral considera el asunto de la Negritud
Solita, yo tocaba mis tonadas;
no conocí a ningún otro que podía acompañarme.
Claro, fueron tristes las canciones
–– pero agradable también, y no vendrían hasta que
el día se agotó. Sabes, ¿no?, la manera que tiene el cielo
de colgar sus últimas volutas radiantes?
Eso era cuando el dolor brotaba dentro de mí
hasta que no pude esperar; me arrodillé para rasparme limpia
y no me importó quien escuchara.
Pues los gritos y las chiflas, vinieron,
y la redada en tarros – y el trepar de patas.
Ahora vinieron otros: revolcados y enturbiados;
no supe sus nombres.
Éramos un farol musical;
los niños, dormían a nuestros suspiros.
Y si, de vez en cuando, uno de nosotros
se sacudió libre y cantó mientras trepaba al borde,
siempre se caía de nuevo.
Y esto les hacía reír y palmotear.
Al menos – en ese momento – entendimos
lo que les complacía
– y donde estuvo el borde.
Traducción: Alexander Best
Sonsonete
Cuando yo era joven, la luna hablaba en clave
Y las estrellas rimaban. Yo era un nuevo juguete
Esperando que mi dueño me agarrara.
Cuando yo era joven, ponía al día de rodillas.
Me columpiaba en los árboles y capturaba grillos.
Era dulce apenas, infinitamente cruel,
Melosa y mimosa,
Tostada, plateada y como potro sarnosa.
Y el mundo era ya viejo.
Y yo más vieja que hoy.
Traducción: Adam Gai
Canary
(for Michael S. Harper)
.
Billie Holiday’s burned voice
had as many shadows as lights,
a mournful candelabra against a sleek piano,
the gardenia her signature under that ruined face.
(Now you’re cooking, drummer to bass,
magic spoon, magic needle.
Take all day if you have to
with your mirror and your bracelet of song.)
Fact is, the invention of women under siege
has been to sharpen love in the service of myth.
If you can’t be free, be a mystery.
The Spring Cricket considers the Question of Negritude
I was playing my tunes all by myself;
I didn’t know anybody else
who could play along.
Sure, the tunes were sad—
but sweet, too, and wouldn’t come
until the day gave out. You know
that way the sky has of dangling
her last bright wisps? That’s when
the ache would bloom inside
until I couldn’t wait; I knelt down
to scrape myself clean
and didn’t care who heard.
Then came the shouts and whistles,
the roundup into jars, a clamber of legs.
Now there were others: tumbled,
clouded. I didn’t know their names.
We were a musical lantern;
children slept to our rasping sighs.
And if now and then one of us
shook free and sang as he climbed
to the brim, he would always
fall again. Which made them laugh
and clap their hands. At least then
we knew what pleased them,
and where the brink was.
Singsong
When I was young, the moon spoke in riddles
and the stars rhymed. I was a new toy
waiting for my owner to pick me up.
When I was young, I ran the day to its knees.
There were trees to swing on, crickets for capture.
I was narrowly sweet, infinitely cruel,
tongued in honey and coddled in milk,
sunburned and silvery and scabbed like a colt.
And the world was already old.
And I was older than I am today.
RITA DOVE (1952, Akron, Ohio, Estados Unidos de Norteamérica)
Fuente: Zócalo Poets
Enlaces: Punto en línea
agen: Smithsonian Magazine