La vida de los alquimistas
El gran esfuerzo fue siempre el de borrarse a sí mismo
y reaparecer como algo totalmente diferente:
la almohada de una joven enamorada,
una bola de pelusa que pretende ser una araña.
El tedio oscuro de lluviosas noches de campo
hojeando los escritos de adeptos ilustres
que dan consejos de cómo proceder para transmutar
una fantasía de tiempo en eternidad.
El verdadero maestro, uno de los recomendados,
necesita unos cien años para perfeccionar su arte.
Entretanto, conformarse con el esoterismo exiguo de la sartén,
el olor a aceite de oliva y ajo flotando
de una habitación vacía a otra, la gata negra
frotándose contra tu pierna desnuda,
mientras arrastras los pies hacia la luz distante
y el tintineo de vasos en la cocina.
Al Destino
Siempre fuiste para mí más real que Dios.
Armando el decorado para una tragedia,
remachando los clavos,
con solo unos pocos amigos íntimos invitados a presenciar.
Para pasar por buen vecino, volviste renga a una hermosa chica,
atropellándola con una motocicleta.
Puedo pensar en un millón de ejemplos similares.
Ídem: Cómo nosotros dos nos seguimos encontrando.
Una máquina de chicles que adivinan la suerte en Chinatown
puede tener la respuesta,
una puerta vieja que chirría al abrirse en una película de horror,
un mazo de naipes que dejé en una playa.
Puedo sentirte acurrucado junto a mí, a la noche,
con tu aliento caliente, tus manos frías –
y yo como un piano ya viejo,
oscilando, fuera de la ventana, colgado en la punta de una soga
Naranja de sangre
Está tan oscuro que parece que se acerca el fin del mundo.
Creo que está por llover.
Los pájaros en el parque hacen silencio.
Nada es lo que parece ser,
tampoco nosotros.
Hay un árbol tan grande en nuestra calle
que podemos todos escondernos en sus hojas.
No necesitaremos ropa siquiera.
Me siento vieja como una cucaracha, dijiste.
Yo, en mi mente, soy un pasajero de buque fantasma.
Ahora, ni siquiera un suspiro detrás de la puerta.
Si han dejado un niño sobre nuestro umbral,
debe estar dormido.
Todo ríe nerviosamente en los bordes de todo
con una sonrisa serena.
Es porque en este mundo hay cosas
que no se pueden evitar, dijiste.
Justo entonces, oí a la naranja de sangre
rodar de la mesa y con un golpe seco
quedar en el suelo, partida en dos
The Lives of the Alchemists
The great labor was always to efface oneself,
Reappear as something entirely different:
The pillow of a young woman in love,
A ball of lint pretending to be a spider.
Black boredoms of rainy country nights
Thumbing the writings of illustrious adepts
Offering advice on how to proceed with the transmutation
Of a figment of time into eternity.
The true master, one of them counseled,
Needs a hundred years to perfect his art.
In the meantime, the small arcane of the frying pan,
The smell of olive oil and garlic wafting
From room to empty room, the black cat
Rubbing herself against your bare leg
While you shuffle toward the distant light
And the tinkle of glasses in the kitchen.
To Fate
You were always more real to me than God.
Setting up the props for a tragedy,
Hammering the nails in
With only a few close friends invited to watch.
Just to be neighborly, you made a pretty girl lame,
Ran over a child with a motorcycle.
I can think of a million similar examples.
Ditto: How the two of us keep meeting.
A fortune-telling gumball machine in Chinatown
May have the answer,
An old creaky door opening in a horror film,
A pack of cards I left on a beach.
I can feel you snuggle close to me at night,
With your hot breath, your cold hands--
And me already like an old piano
Dangling out of a window at the end of a rope.
Blood orange
It looks so dark the end of the world may be near.
I believe it's going to rain.
The birds in the park are silent.
Nothing is what it seems to be,
Not are we.
There's a tree on our street so big
We can all hide in its leaves.
We won't need any clothes either.
I feel as old as a cockroach, you said.
In my head, I'm a passenger on a ghost ship.
Not even a sight outdoors now.
If a child was left on our doorstep,
It must be a sleep.
Everything is teetering on the edge of everything
With a polite smile.
It's because there are things in this world
That just can't be helped, you said.
Right then, I heard the blood orange
Roll on the table and with a thud
Lie cracked open on the door