pájaro azul. Ariel
y la voz de su madre ¿la voz
de su madre y la luz? ¿el golpe de luz
al levantar la persiana?
Nos despertaba y siempre
decía algún verso. Él habla rápido
y, en lo que va del por ejemplo
al ejemplo de lo que ella
podía decir una mañana
espero las palabras que hicieron
de mi amigo el que conozco, este
que camina por una ciudad mediana
este que incendia después la soledad
llenando con letra manuscrita sus papeles.
El ejemplo llega y no son versos.
Mientras la primera luz
entraba al cuarto
su mamá decía: A levantarse
que pájaro azul ya está en el mate.
Supe después que pájaro azul
era una yerba. Y cuando la vi
por supuesto, me compré un paquete.
No explica más, pero yo entiendo:
Si la poesía
es en parte convicción,
por qué no serían versos
los de la publicidad de yerba.
A una línea la sigue otra línea,
una vida de escribirlas, la letra
manuscrita en el cuaderno.
las cuentas. Emiliano
Les hace dar tantas vueltas a la casa
como errores en las cuentas
hayan cometido.
El hombre manda sin moverse
la gordura incrustada en el asiento
en el cuerpo un temblor
que viene de su brazo, de la mano
con que agita su sombrero en abanico.
Ellos corren y la tierra
se les pega a los mocos, en las lágrimas.
Cansados, se quedan un ratito
del otro lado de la casa
ahí no puede verlos, hermanos
compartiendo una vergüenza
ni se miran.
Pero el niño comerciante
hace otras cuentas en silencio
a cada vuelta sumas largas sin errores
cuánto alambre, latas, chapa
podría vender a los gitanos
si espera a que regresen, si acumula
todo el año. Podría incluso
huir con la ganancia. ¿Y si no vienen?
El hombre ahora está quieto, está dormido
ellos siguen dando vueltas a la casa
después se sientan a la sombra
al otro lado.
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