Canto XIV
Un día este día también será cegador
como un manicomio
y estoy destrozado de tanto vivir.
Tenía 17 años y era mozo
en un almacén al por mayor en Siretului
y descargaba diez toneladas de azúcar
yo solo en dos horas
y no estaba ni la mitad de
destrozado que ahora, cinco minutos después
de dejar a Sebastian en la
guardería. Tenía 19 años papá se había ahorcado
casi un mes antes y yo era
Kierkegaard y vodka
y no estaba ni un cuarto de
destrozado que ahora. Tenía quién
sabe cuántos años y me seguía apartando
de la poesía y estaba
destrozado y cegado como después
de diez toneladas de azúcar.
Como después de diez días de
Kierkegaard y vodka.
Éramos tres mozos en Siretului,
yo el más joven y el único que trabajaba
en negro. Cargábamos toneladas a diario
y las cajas de madera estaban llenas de
clavos y nuestros hombros ensangrentados
eran tan dulces como el azúcar. Como Søren.
Como el vodka. Uno de los mundos
perversos que te dan
la ilusión de que la poesía realmente
existe e importa. En los que el cuello
sabe que es ahorcable y canta
de felicidad. En los que la mente
está llena de azúcar y maldad
y sabe que un día este día
cegador va a ser real y va a ser
el mismo manicomio.
Tú, cuello ahorcable, tú, corazón
de vodka y azúcar – lo sé, cargáis
toneladas a diario y seguís apartándoos
de la poesía. Pero calmaos,
os lo juro por el perchero en el que
cuelgo por las mañanas el abriguito
de Sebastian en la guardería:
un día, el vodka y Kierkegaard
dejarán de existir. Seremos
orugas viejas. Dejaré de sufrir.
RADU VANCU (1978, Sibiu, Rumania)
Fuente: Elena Borrás, pdf
Traducción: Elena Borrás
Enlaces: Buenos Aires Poetry | Romanian Literature Now (en inglés)
Fotografía: Nadejda Roșcovanu
Fuente: Elena Borrás, pdf
Traducción: Elena Borrás
Enlaces: Buenos Aires Poetry | Romanian Literature Now (en inglés)
Fotografía: Nadejda Roșcovanu