Cita a una hora insólita
La ciudad —me digo— donde la sombra
casi más deliciosa es de la luz
apenas brilla renovada en la mañana…
«…seca la tormenta de esta noche» —ríe
mi alegría retornada junto a mí
tras un breve desapego.
«Seca al sol sus contradicciones»
—torvo, casi a punto de creer, replico.
Mas la forma la imagen el semblante
—de ángel habría dicho en otros tiempos—
renacido a mi lado en el escaparate:
«Querido —se burla abiertamente— querido,
con ese aire de vacaciones. ¿Y piensas
en la ciudad socialista?».
Ha vencido. Y ya me relajo: «No
llegaré a verla» le respondo.
(No estaremos
más juntos, debería decir). «Pero es justo,
haces bien en no atenderme si digo estas cosas,
si las digo por odio hacia alguieno rabia por algo. Pero cree en la otracosa que se abre camino en mí de tanto en tantoque en sí las otras incluye y las hace espléndidas,rara como esta mañana de septiembre…justo para mis adentros hablaba:de la alegría». Me toma del brazo,«No es cierto que sea rara —me corrijo— está,se lleva como una heridapor las calles deslumbrantes. Esesta hora de septiembre en mí reprimidadurante todo un año, es el zorro robado que el niñoescondía bajo la ropa y la cadera desgarraba,un arma que se lleva con abuso, fueradel breve sueño de unas vacaciones. Podríacon ella asesinar, con la sola alegría…»Pero dónde estás, ¿dónde te has perdido?«Es en esto en lo que pienso si alguienme habla de revolución»digo al escaparate de nuevo desierto.VITTORIO SERENI (1913, Luino / 1983, Milán, Italia)Versión: Mónica CantosImagen: www.formavera.comAppuntamento a ora insolita
La città — mi dico — dove l'ombraquasi più deliziosa è della lucecome sfavilla tutta nuova al mattino...«...asciuga il temporale di stanotte» — ridela mia gioia tornata accanto a medopo un breve distacco.«Asciuga al sole le sue contraddizioni»— torvo, già sul punto di credere, ribatto.Ma la forma l'immagine il sembiante— d'angelo avrei detto in altri tempi —risorto accanto a me nella vetrina:«Caro — mi dileggia apertamente — caro,con quella faccia di vacanza. E pensialla città socialista?».Ha vinto. E già mi sciolgo: «Nonarriverò a vederla» le rispondo. (Non saremopiù insieme, dovrei dire). «Ma è giusto,fai bene a non badarmi se dico queste cose,se le dico per odio di qualcunoo rabbia per qualcosa. Ma credi all'altracosa che si fa strada in me di tanto in tantoche in sé le altre include e le fa splendide,rara come questa mattina di settembre...giusto di te tra me e me parlavo:della gioia». Mi prende sottobraccio.«Non è vero che è rara, — mi correggo — c'è,la si porta come una feritaper le strade abbaglianti. Èquest'ora di settembre in me repressaper tutto un anno, è la volpe rubata che il ragazzocelava sotto i panni e il fianco gli straziava,un'arma che si reca con abuso, fuoridal breve sogno di una vacanza. Potreicon questa uccidere, con la sola gioia...»
Ma dove sei, dove ti sei mai persa?
«E' a questo che penso se qualcunomi parla di rivoluzione»dico alla vetrina ritornata deserta.