Llamo a mi madre una vez a la semana
Mi madre vive en un mundo
de tragedias y desastres.
Ayer me dijo por teléfono
Oye, una avioneta blanca
acaba de estrellarse
en el patio. Menos mal
que no aterrizó sobre el tejado,
dije yo sin saber qué decir.
Algo así como cuando me dijo
La casa de al lado ha ardido
hasta el suelo, y yo le dije
Estás de broma, y ella dijo
Fue infernal, entonces le pregunté,
porque entiendo de palabras,
si ella había usado la correcta.
Le dije que infernal era del todo
correcto, y añadió que era una noche
muy oscura, y los cuatro de la joven
familia murieron en el incendio.
¿No pudieron salvarlos? le dije.
No pudieron encontrarlos, dijo ella,
y en el silencio del teléfono
casi podíamos oír las llamas.
Para cambiar de tema le pregunté
por la loca de su amiga Nancy.
Nancy está siempre tramando algo.
Detenida por asesinato, dijo mi madre.
¿Qué? dije. Contrató a un asesino a sueldo
para matar a la esposa del hombre
con quien quería casarse. Lo trágico
es que él ni siquiera conocía a Nancy.
Por supuesto, no hay nada que decir
en respuesta a una historia como esa,
así que solo dije Suena a amor verdadero,
y mi madre dijo Sí, ¿verdad?
Traducción: Enrique Gutiérrez Miranda
Contraste
Todos los años de la escuela secundaria
durante la temporada navideña,
desde Acción de Gracias hasta Navidad,
cuando la luz fría se debilitaba
y crecía la oscuridad de los días
mi madre sorda y yo trabajábamos
por el salario mínimo en el PX
de la Base Naval en Norfolk,
abriendo cajas y organizando
en el largo estante de exhibición del pasillo
miles de tarjetas de felicitación.
Mi madre se volvía hacia mí
y leía cada tarjeta en voz alta
como si estuviera entregando
el mejor poema jamás escrito.
Amo a mi madre, así que
no dije nada, aunque apreté los dientes
y cerré los ojos para no escuchar
el sentimiento pegajoso y los clichés.
Esas tardes a principios de invierno
eran la pesadilla freudiana de un poeta incipiente,
aunque mirando hacia atrás,
me he encariñado con el recuerdo,
tanto que esta noche firmaré
la tarjeta que he elegido, agradeciéndole
por ser quien es -mi madre-
y enviarla en un sobre rosa
Versión Google / Prd
I Call My Mother Once a Week
My mother lives in a land
of disaster and tragedy.
Yesterday on the phone
she said, Look, a small
white plane just crashed
in the yard. Good thing
it didn’t land on the house
I said, not knowing what to say.
It was like the time she’d said
The house next door burned
to the ground, and I’d said,
You’re kidding, and she said,
It was an inferno, then asked,
because I know about words,
if she had used the right one.
I said inferno was exactly right,
and she added that it was night,
pitch-black, and the young
family of four had died in the fire.
They couldn’t be saved? I said.
They couldn’t be found, she said,
and in the silence on the phone
we could almost hear the flames.
To change the subject, I inquired
about her crazy friend, Nancy.
Nancy was always up to something.
Arrested for murder, my mother said.
What? I said. She hired a hit man
to kill the wife of the man she wants
to marry. Tragedy is, the man
didn’t even really know Nancy.
Of course there’s nothing to say
in response to a story like that,
so I just said, Sounds like true love,
and my mother said, It does, doesn’t it?
Hallmark
Every year of high school
during the holiday season
from Thanksgiving to Christmas,
when the chill light was failing
and the days were growing dark,
my deaf mother and I worked
for minimum wage in the P.X.
of the Naval Base in Norfolk,
opening boxes and arranging
in the aisle’s long display rack
thousands of greeting cards.
My mother would turn to me
and read each card out loud
as if she were delivering
the greatest poem ever written.
I love my mother, and so I said
nothing, though I’d grit my teeth
and shut my eyes not to hear
the sticky sentiment and clichés.
Those afternoons in early winter
were a budding poet’s Freudian
nightmare, though looking back,
I’ve grown fond of the memory,
so much so that tonight I will sign
the card I’ve chosen, thanking her
for being who she is—my mother—
and send it off in a pink envelope.
RICHARD JONES (1953, Londres, Gran Bretaña)
Fuentes:
https://poesiayotraszarzas.blog/2019/07/31/richard-jones/
https://www.culturalweekly.com/richard-jones-three-poems-2/
Enlace:
Poetry Foundation