Muerte del luthier
Si vieras el terciado barato del ataúd,
te irías a morir a otra parte.
Vos que amabas
la sonora madera del ciprés
y que le dabas con tus manos
la medida justa de tu temple
si te vieras, si te vieras…
Pero ahora qué importa,
seguí así, no te gastes.
De todos modos,
ya se apartaron tus manos
del acorde final y de la nada
del abismo que tensó tus cuerdas
las más vitales,
en esos días en que nada suena.
Seguí así, no te mires
en el terciado barato de los que mueren.
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