Jorge Nájar: Frente a las murallas de Lutecia | El poeta ocasional

Jorge Nájar: Frente a las murallas de Lutecia


Una que tanto



Más allá del plumaje, en los temblores.
los de adentro, y también en los pavoneos,
uno que tanto sangró, uno que tanto
vio arena del desierto royéndola,
el tren del verano dislocando la soledad,
esta infancia, en fin, lavándole las manos.
Uno que tanto, en suma, la amó
ahora ya no es más o tal vez ya nunca
en ese pavoneado plumaje y andares
de ave augusta, complacida
en finos y honorables gestos.
Así yo ya no. Así yo ya no más.
Habrá que esperar, sin embargo, Señora
-trate de no olvidarlo-
encontrada más tarde desnuda y pelada
amando a sudores, temblando en las entrañas
y ya otra o quien sabe la misma,
pero ya otra, en la privacía total,
sin plumas ni pavoneos
y ya sólo entonces volver a sangrar
esta vez sí para siempre.


Le pont au Change



Qué hago aquí desnudo temblando
                de frío / de calor
frente a las murallas de Lutecia
después de haber cruzado tantas llanuras
     a pie a mano / riendo llorando.

Qué hago aquí con una ganas locas
de escribir una postal a mis amigos
y decirles el sol del mediodía
resplandece sobre el Sena
mientas un paraíso de alcohol
invade mi visión penetra en mi vida.

Y Le Pont au Change se desmorona
                y caigo / y caigo
en brazos de la locura de la gendarmería
que exige el oro y el moro el sudor y el semen
y yo sonrío y fumo sin nada
salvo el fondo de una visión
en la que vuelo con las patas ardiendo
de tanto caminar con la boca abierta
observando el avance de las aguas
que devoran mi paraíso corroen
mi conciencia nuestros ritmos latinos
cuyos resplandores no dejan dormir
a los tunantes a los prósperos
tristes que ni las bestias soportan
                 y tú / y yo
amigo César
estamos aquí a punto de creer
que en estos pantanos alguna vez
haya alumbrado faro más luminoso
que la candela natural el fuego
que nos protege y nos pone radiantes
frente a este pálido fulgor
que de lejos quema centenas de ojos
y de cerca sólo es artificio.
             Oh Dios
no quiero cambiar mi luz en falsía
ni permanecer encendiendo faroles
      en el invierno / en el verano
no quiero contar garbanzos toda la vida
sueño con un gorro multicolor
con el aire una colina en mis cabellos
un castillo embarcarme para no volver
a tropezar con vacía de barbero
suponiendo yelmo de Mambre
otra vida y no la pestilencia
que dejan las carrozas mientras resuena
el galope de los bárbaros que bajan
por la colina de Sainte Genevieve

Y me voy con ellos alucinado
mezclándolo todo el infierno
el cielo la tierra sin un sol
en los bolsillos la vida en blanco
mis pobres alas desplumadas quemadas
después de haber cruzado tantas llanuras
    a pie a mano / riendo llorando
qué hago aquí desnudo temblando?


JORGE NÁJAR (1946, Pucallpa, Perú)
Fuente: Durazno sangrando
Enlace:La Prensa
Imagen: Habla Sonia Luz


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