SON dos cables tensados con precisión y fuerza
separan el cielo en tres partes como si
de una pileta olímpica se tratara, allí cuelgo
las camisas del trabajo, escarpines y pantalones
del tamaño de un juguete; hasta un corpiño con encaje
que la luz se encargó de percudir, poco a poco
vamos cerrando puertas, bajamos la música
en las habitaciones brillantes del pasado
y salimos a mirar el cielo sin pensar en la nostalgia
el rito sagrado de los vivos, pero hoy
simplemente cumplo y es el sol el mayor aliado
del viento que hace bailar y endurecer la tela
debajo de los pies, los brazos de un río de pis seco
arrastran las estrellas a la espera
de que una mano las junte en una bolsa
los cables todavía no han comenzado a perder su fuerza
dentro de cuánto tiempo los puños se acercarán al suelo
acaso se mezclen con el río
desde los bordes se humedezcan
una degradación de oro volverá reales nuestras cosas
no haremos lo imposible por salvarlas
UN año después la escena es la misma
salvo por esa uña de oro que se recorta
en el medio del cielo. las sogas ahora están
quietas. reivindican la elegancia del frío para imaginar
un escenario poético. los que antes eran pobres
ahora son más pobres y están más cerca
de un lenguaje que los obligue a salir a la calle
piensa y graba en su teléfono:
“esa línea de luz que se abre frente a vos
es tu boca que viene a devorarte
sus dientes podridos por la noche
como un campo sereno rodeado de jazmines
esa boca que se abre frente a vos
y ahra sonríe
es tu corazón que viene a devorarte”
si alguien más viera este laberinto de trapos temblar
en una noche como ésta: un pañuelo latinoamericano,
el pantalón de las efemérides, la remera del águila marchita
si alguien más viera cómo la oscuridad cede
frente a la pantalla. la noche muestra los cuernos
es un toro que infla los músculos y se acerca
por eso baja las escaleras con la ropa en brazos y empuja
la puerta con cuidado. su hijo podría estar del otro lado
DAMIÁN LAMANNA GUIÑAZÚ (1985, Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Enlaces: La ficción del olvido | Evaristo Cultural
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