A oscuras mi padre sintonizaba la radio:
una pelea de box en japonés,
la crónica de un atentado en italiano
o la caída de un avión en ruso.
Aunque los periódicos al día siguiente
desmintieran sus versiones, él se entendía
con la frecuencia y la estática.
Fiel receptor de hechos incomprendidos
a lo largo del cuadrante, insomne
en las ondas de alguna estación.
Mientras, junto a él, mi madre
soñaba encontrar un interlocutor.
Palabras para un día de campo
Para Coral Bracho
No conocimos la experiencia de un mantel
a cuadros sobre la hierba, no presenciamos
la huida de un sombrero de paja con el viento.
Quizás segar el campo hubiera sido útil
como importante es para las mujeres
lavar la ropa juntas, contarse anécdotas
que jamás sucedieron.
No existió tiempo, el necesario,
para la contemplación.
Demasiados acres nos alejaron
de la ilusión posible, del paso
de la hormiga por la pierna.
ENZIA VERDUCCHI (1967, Roma, Italia. Reside en México desde los cinco años)
Fuente: www.literaturalatinoamericana.com