Mostrando las entradas con la etiqueta Alvaro Mutis. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Alvaro Mutis. Mostrar todas las entradas

Álvaro Mutis: Como hélice secreta

CIUDAD     



Un llanto 
un llanto de mujer  
interminable, 
sosegado, 
casi tranquilo. 
En la noche, un llanto de mujer me ha despertado. 
Primero un ruido de cerradura, 
después unos pies que vacilan 
y luego, de pronto, el llanto.  
Suspiros intermitentes 
como caídos de un agua interior, 
densa, 
imperiosa, 
inagotable,
como esclusa que acumula y libera sus aguas
o como hélice secreta
que detiene y reanuda su trabajo
trasegando el blanco tiempo de la noche.
Toda la ciudad se ha ido llenando de este llanto,
hasta los solares donde se amontonan las basuras,
bajo las cúpulas de los hospitales,
sobre las terrazas del verano,
en las discretas celdas de la prostitución,
en los papeles que se deslizan por solitarias avenidas,
con el tibio vaho de ciertas cocinas militares,
en las medallas que reposan en joyeros de teca,
un llanto de mujer que ha llorado largamente
en el cuarto vecino,
por todos los que cavan su tumba en el sueño,
por los que vigilan la mina del tiempo,
por mí que lo escucho
sin conocer otra cosa
que su frágil rodar por la intemperie
persiguiendo las calladas arenas del alba.


Otros poemas de ÁLVARO MUTISaquí
Imagen en Pigonsa4

Álvaro Mutis: Donde sucede el encuentro

Cita, Maqroll el gaviero


Cita

  In memoriam  J. G. D.      
 
Bien sea en la orilla del río que baja de la cordillera   
golpeando sus aguas contra troncos y metales dormidos,   
en el primer puente que lo cruza y que atraviesa el tren 
en un estruendo que se confunde con el de las aguas;     
allí, bajo la plancha de cemento,                         
con sus telarañas y sus grietas                         
donde moran grandes insectos y duermen los murciélagos;                                                .
allí, junto a la fresca espuma que salta contra las piedras;
allí bien pudiera ser.
O tal vez en un cuarto de hotel,
en una ciudad a donde acuden los tratantes de ganado, 
los comerciantes en mieles, los tostadores de café.
A la hora de mayor bullicio en las calles,
cuando se encienden las primeras luces
y se abren los burdeles
y de las cantinas sube la algarabía de los tocadiscos, 
el chocar de los vasos y el golpe de las bolas de billar; 
a esa hora convendría la cita
y tampoco habría esta vez incómodos testigos,
ni gentes de nuestro trato,
ni nada distinto de lo que antes te dije:
una pieza de hotel, con su aroma a jabón barato 
y su cama manchada por la cópula urbana
de los ahítos hacendados.
O quizá en el hangar abandonado en la selva,
a donde arrimaban los hidroaviones para dejar el correo. 
Hay allí un cierto sosiego, un gótico recogimiento 
bajo la estructura de vigas metálicas
invadidas por el óxido
y teñidas por un polen color nanranja.
Afuera, el lento desorden de la selva,
su espeso aliento recorrido
de pronto por la gritería de los monos
y las bandadas de aves grasientas y rijosas.
Adentro, un aire suave poblado de líquenes
listado por el tañido d elas láminas. 
También allí la soledad necesaria,
el indispensable desamparo, el acre albedrío.
Otros lugares habría y muy diversas circunstancias;
pero al cabo es en nosotros
donde sucede el encuentro
y nada sirve prepararlo ni esperarlo.
La muerte bienvenida nos exime de toda vana sorpresa.



De: "Summa de Maqroll, el gaviero. Poemas 1948-1970, Barral Editores, 1973
Otro poema de ÁL VARO MUTIS, aquí
Imagen en El Espectador

Álvaro Mutis

"Un bell morir..."




De pie en una barca detenida en medio del río
cuyas aguas pasan en lento remolino
de lodos y raíces,
el misionero bendice la familia del cacique.
Los frutos, las joyas de cristal, los animales, la selva,
reciben los breves signos de la bienaventuraza.
Cuando descienda la mano
habré muerto en mi alcoba
cuyas ventanas vibran al paso del tranvía
y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías.
Para entonces quedará bien poco de nuestra historia,
algunos retratos en desorden,
unas cartas guardadas no sé dónde,
lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo irá desvaneciéndose en el olvido
y el grito de un mono,
el manar blancuzco de la savia
por la herida corteza del caucho,
el chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.


Poesía colombianaÁLVARO MUTIS (1923. Bogotá, Colombia / 2013, Ciudad de México, México)

Designed by OddThemes | Distributed by Blogger Template Redesigned by PRD