HABÉIS vosotros catado el amor
como yo mismo he catado mi vida.
Alguien encuentra la causa en los parques,
parkings de Periferia, aquel efecto
que emociona, el de la botella verde,
el del último beso
detrás del escenario. El deseo siempre.
Aquí antes pudo haber una gran fiesta.
Con este ritmo de vida nos vamos
a morir antes de ver abdicar
al nuevo rey
me comenta un amigo
muy cerca del comercio de paraguas,
y mi madre me dice
búscate, hijo
mío, a una gran mujer.
Lucía el pelo negro la otra noche.
ESPACIO liminal el de tu nuca
donde me pierdo cuando aspiro
al hallazgo, al encuentro
con este pasaporte renovado
que me enseña, encima de una pátina
de cansado sudor, que el hogar de uno
se mueve, porque es un cuerpo.
Y es también en un punto, en un espacio
concreto que se vuelve inevitable
cuando se mezclan mar y tierra,
Oriente y Occidente, y yo no entiendo nada
pero lo entiendo todo.
Con una simple entrega basta;
con solo una tesela se descubre
un imperio, y no existe más llegada
que seguir y quedarse sosegado
tras un centro que se prolonga siempre,
ahí, donde todo vive, tan dichoso.