Conversación frente a una tumba
Desde que nos dejaste,
todo se ha trastocado.
El tren huye del perro que le ladra.
La lluvia no se sabe defender del otoño.
La canícula viaja
seis mil quinientas millas
a través del océano,
solo para soplarnos en los ojos
arenas del desierto de Sahara.
Han hallado los huesos de Buda
en un cofre cerrado con los clavos de Cristo.
Para desalentar su cacería,
los elefantes nacen sin colmillos.
Habitantes de Génova del siglo XVII
huyen del cementerio con su antigua mortaja,
en el mar de Liguria flotan los ataúdes
meciéndose al compás de la marea.
Han atrapado al juntamuerte,
un suicida serial
que se arrojaba al tren noche tras noche.
Desde que nos dejaste,
la ciencia ha revelado que el tiempo se detuvo
y el mar es una lágrima
que Dios
dejó caer
en un descuido.
Otros poemas de GUILLERMO BIANCHI,
aquí
El orden de las cosas
los muros los escombros me transmiten recuerdos
obedezco al lenguaje del cristal que trepidarespondo al juramento desleal del relámpagola simple observación de una canillame provoca un intenso sentimiento de ahogoel fuego vaticina mi futura memorialos relojes me llevan de modo inevitablea treparme a la copa de los árbolespara lanzar mi aullido a la intemperietoda consternación me pertenecetoda felicidad me contradiceel silencio lastima mis oídoscontemplo horrorizado la belleza del díay persigo a mi sombra para no despistarmesoy el ojo que rige mis bruscas mutacionesel barco que establece sus propias tempestadestodas las realidades me parecen ficticiastodas las utopías me resultan posibles.
Mar adentro
el mar toda una vida a la intemperie
toda una vida el corazón cerradoal no ser mar qué breve la mención de tu nombreyo que nunca lloré bajo una nubeni recorrí las costas del espantote hago cárcel de mí labio a mi copaen un mundo que goza desenterrando espadasrodeándome de perros la memoriael mar respira en vos y es como un rezocomo una crisis que jamás descansay no te haré saber qué interminablequé árido terreno transita el que no duermeel que profana tumbas buscando su cadáverel que flota en las aguas del dolor y la culpayo soy un rumbo aparteel mar me condiciona a tu paisajey la noche me busca vivo o muerto.
GUILLERMO BIANCHI (1970, Buenos Aires, Argentina) De: "La luz de los vencidos", Enigma Editores, 2012