una voz que creció omitida en las palabras
lancé mi piedra a lo desconocido
y rompí la ventana del idioma
todo de una vez la herramienta y el sitio
los árboles los olores el seguro de vida se entregarán
en esta respiración única
lo que estamos viviendo ahora es un retroceso
una voz que creció omitida en las palabras
pierde sus pistas de distancia entre los matorrales
hay un golpe en la puerta y se abre la vieja historia
esta ilusión de que todo empieza siempre
es un exilio donde se encuentra una figura olvidada
y para un huésped que no se espera
allí un grano de arena pesa como una bendición
una voz que creció omitida en las palabras
pierde sus pistas de distancia entre los matorrales
hay un golpe en la puerta y se abre la vieja historia
esta ilusión de que todo empieza siempre
es un exilio donde se encuentra una figura olvidada
y para un huésped que no se espera
allí un grano de arena pesa como una bendición
nos encontramos con el disfrute
como con un desconocido que tropieza
con nosotros en la calle y sin pedir disculpas
ni sacudirse la ropa comienza una conversación
caminamos siempre por la patria de lo imprevisto
lo posible es una nueva versión de lo imposible
y la primera vez que alumbró un sol
el cielo estaba lleno de nada
como con un desconocido que tropieza
con nosotros en la calle y sin pedir disculpas
ni sacudirse la ropa comienza una conversación
caminamos siempre por la patria de lo imprevisto
lo posible es una nueva versión de lo imposible
y la primera vez que alumbró un sol
el cielo estaba lleno de nada
Deja que hable Ezra Pound
Si no tienes nada que decir cállate
deja que hable Ezra Pound
desde las sombras el espléndido anciano
desde la fina línea de agua
el magnífico anciano
te muestra los genuinos billetes de su fortuna
y todos brillan legítimos peces
de un río infinito que sí
ése nunca se detiene.
Si no tienes nada que decir cállate
los altos caballeros las damas abigarradas
que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa
no pueden tener al lado
el tartamudeo de un enano
la cojera de un monedero falso
que delata que el oro de sus verbos
carece de aquella delgada línea de agua
esa finesse salvaje la impecable mancha
que no adorna la cabeza del animal escrito
—que cruza sólo un instante por el papel—
sino que sale de adentro del animal desfondado
de las vísceras vivas donde corre la sangre real
—ésa de donde proviene el color del colorado—
y palpita afuera como un monstruo de luz
como una imagen sin otra capilla que cada cosa
de cada universo posible e imposible
la que podría muy bien ser adorada
de pie y sin velos sin altares ni nada
—ni siquiera acólitos—
bajo el nombre de nuestra señora de los verbos
nimbada de estiércoles y nervios
de eclipses y novas oh tú
alta y baja sublime maliciosa
poesía que reinas sobre la amplia noche
y el delgado día
Un insecto en enero
mínima en la ventana una presencia activa
apenas diferente del aire en su elemental dibujo
más seis patas y dos alas que el cuerpo verde
apenas una línea que atravesó
millones de años en su aleteo
desde los ollares de los dinosaurios
hasta el sobrio y frío presente en mi ventana
nunca fue más grande y jamás abundó:
cuando plantas que hoy son la hierba
alcanzaban alturas y redondeaban formas colosales
unos pocos como él se elevaban
hacia las lejanas copas con no poco esfuerzo
de esas mismas delicadas membranas
que frente a mí apenas mueve o que reposan
allí donde refleja el todo otro vasto mundo
que también le pertenece
su victoria hecha de un silencio seguro
como todas las cosas.
La suerte del amor en la posmodernidad
Alguien dijo que nada queda de distinguido en este mundo
Salvo el hábito de la cacería de osos polares
En el verano ártico. Aunque parezca obscena,
Es una actividad ejecutada seriamente:
Familias enteras viven de este afán de conservar
Algo distinto, inmaculado todavía.
Hay hombres serios cada primavera calculando
Que con lo que dé el verano enviarán en invierno
A sus hijos a la escuela. Sucede en tierras tristes:
Kholokohak, Furstboro, Saint Felicien
Son algunos de esos lugares donde,
A medida que se retiran los mosquitos
Y la niebla cede, tienden la vista a lo lejos
O acechan el teléfono, atentos
A la agencia que solicitará sus servicios.
Dos meses después, cuando todo haya sido concertado,
La aurora boreal hará iridiscente el paisaje cubierto
De nieve sucia mezclada con barro y ramas,
Grandes montones peligrosos por donde
Estos hombres graves fumarán sus Marlboro
Guiando pausadamente al extraño al mismo sitio,
Al mismo oso muerto el verano anterior.
Luego las fotos, los mesurados festejos,
La alegría que tiene que haber en ese momento.
La alegría es un deber como cualquier otro.
Cualquiera sabe que la ballena azul
Es el más grande animal que jamás haya existido
Y que no se conoce actualmente su número,
Aunque se estima que quedan demasiado pocas
Para el decoro del planeta.
Un animal tan enorme debe ser, asimismo, conservado.
Los sonares y electrodos de la base
de estudios de la vida marina en Maryland
Han detectado un nuevo sonido emitido por las grandes azules:
Es como un aullido asqueroso, un chillido de miles de ratones
Encerrados en las bocas de estas bestias, donde pueden
Estacionarse cómodamente algunos automóviles.
Achicharra los nervios escuchar ese sonido.
Hace veinte años no existía.
Pero los códigos sólo se conservan desde entonces.
Se dice que son tan pocas, que han desarrollado
Ese sonido especial para llamar al imposible otro
De su especie. Es el deseo, que busca su eficiencia.
Que a veces, pasan su vida entera recorriendo
Los siete o más mares que hay buscando, buscando.
Finalmente mueren emitiendo ese sonido,
Cada vez más débilmente, hasta que cesa del todo
Y unas decenas de toneladas de carne se depositan
En el légamo del fondo del sueño.
Una remesa nueva y silenciosa, al cabo de un tiempo
—fácilmente calculable— trocada en alguna capa más
De grano fino que engrosa la cubierta.
También están el tipo la tipa que descubren en la carroña
Que les ha tocado en suerte muy buenas cualidades:
La nobleza es una cuestión de la imaginación. Hace la vida
Más llevadera desde el desayuno hasta la cena.
Luego, lamentablemente, se sueña toda la noche con lombrices,
Grandes lombrices anilladas que te comen las articulaciones lentamente.
Tienen todo el tiempo de este mundo.
Pero ella/él son lo mejor que nos podía haber pasado.
Mira si no todavía fresca esa gotita de sangre,
Esa gotita, que es todo lo que queda aquí, a la vuelta,
Del desgraciado/la desgraciada que se había animado
A vivir sólo consigo. Entiéndase: a solas con todo Eso.
Claveteando la puerta infatigablemente, arrimando muebles,
Poniéndole toda suerte de obstáculos, hasta comprender
Que es el monstruo mismo quien nos alcanza los clavos.
Desgraciadamente son la gente
Más romántica de este mundo. Sufren todavía más,
Dulces transformaciones del hombre y la mujer,
Obligadas a salvarse de la locura por el travestido salvavidas,
Adán con portaligas, Eva con bigotes, representando
Incansablemente, dulcemente, áridamente,
A los últimos héroes de la sexualidad.
No son ciertamente ninguna alternativa.
Ya tampoco tienen ninguna novedad.
Hay una rutina, siempre
en lo humano hay una rutina.
¿Y qué hay de los vampiros, el don juan tirapedos,
la chica del adiós sin caspa sobre las tetas mayúsculas,
torneada a la lentejuela sobre la barra? Nadie
en su sano juicio tomaría eso en serio.
Pero bien pensando, ya no queda nadie
En su sano juicio en este fin de siglo.
Hasta esas reminiscencias son posibles.
Claro que habría antes que proyectar una película o dos,
Poner música, no sé, crear un clima que se hiciera
A sí mismo sostenible. Pocas cosas dependen
Tanto del ambiente. Habría que andar siempre
Con toda esa escenografía al hombro,
Y eso es trabajo duro, pesado alquilar tantos camiones.
Definitivamente otra cosa que no sirve.
Existe también la cuestión del presupuesto.
La hora exacta, los extras preparados, las luces, los diálogos casi,
Casi naturales, esa mesa blanca, el florerito, la curva del gabán exacta,
Exacta. Aquí el amor es cuestión de exactitud. Hay matemáticas.
Impensable el tema de los hijos que desayunan y vuelven luego
De la escuela, el pijama a rayas, esas madres contentas, los primos,
Las tías, los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, toda la colección
De cretinos en “un largo viaje hacia el final de la noche”, oh Céline,
Confundidos en un inaudible aplauso que es el de toda la especie.
Lo de la simulación es otro tema, todo sería más fácil si fuera posible,
De alguna real, definitiva manera, someter al otro.
Si nos creyera, si no se retorciera de risa cuando lo dejamos solo,
Creyendo que creímos que creía. Porque detrás del ojo brilla
Siempre esa luz fatídica, ese jugar a los dados solamente
Porque todas sus facetas están en blanco.
El amor, esa Cosa, esa porquería que insiste.
De: "Antología esencial", Barnacle, 2025
Otros poemas de LUIS BENÍTEZ, aquí
Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA), de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA) y del Centro PEN Argentina. Entre otros reconocimientos ha recibido el Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Premio de Poesía de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003), el Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007) y el International Best Poets & Translators Prize (República Popular China, 2024). Según la londinense Ars Notoria Magazine es considerado una de las voces más destacadas de la poesía argentina contemporánea y referente de la poesía latinoamericana actual. Sus 45 títulos de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.
Leo Spitzer, el mayor representante de la estilística como corriente crítica, afirmaba que el sendero que nos conduce al alma de un texto comienza a partir de una intuición. Y en su notable ensayo en torno a la obra y la figura de Virgilio, Pierre Grimal subraya que para el autor de Eneida el conocimiento es intuición, visión mística en el sentido epicureísta. Desde la primera vez que me acerqué, hace décadas ya, a la poesía de Luis Benítez supe –con ese saber inequívoco que se autoriza a sí mismo: la intuición- que colindaba con el recogimiento, la meditación, el hondo y fecundo ejercicio de pensar; tal intuición se ha acentuado con el tiempo transcurrido. Aquello que si una definición demanda se ha dado en llamar, a falta de nombre más ajustado, “poesía metafísica” y que en Argentina tiene una tradición señera, algunos de cuyos nombres más reconocibles, entre tantos otros, son Antonio Porchia, Alberto Girri o los sucesivos tomos de “poesía vertical” de Roberto Juarroz.
La poesía de Luis Benítez reconoce una raíz inequívocamente metafísica, y conduce al lector a ese lugar que Agustín, de Hipona, supo denominar con la expresión “íntima interioridad”, ese sitio donde el temblor de la sensibilidad se funde con el rigor intelectual, esa fusión que también puede nombrarse como “poesía metafísica”.
Osvaldo Gallone
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