Ovidio en Tomis
¿Qué burda divinidad
era la caja de velocidades, bajo la lluvia,
junto a la ruta?
¿Qué Nereida la insumergible
Coca Cola
que golpea las rocas heladas?
Me miran
con la casta gravedad
y el orgullo feral
de los nobles salvajes
establecidos
sobre una costa ajena.
Hace tanto
desde mi propia transformación
en piedra,
que a menudo me olvido
de que hubo un tiempo
antes de que mi nombre
fuera barro en las bocas
del Danubio,
una mala palabra en Roma.
Imaginad a Byron desterrado
en Botany Bay
o a Wilde en Dawson City
y tendréis cierta idea
de lo que es para mí
estar en las costas del mar Negro.
Yo, que otrora iba a paso largo,
la frente alta, por el foro,
una leyenda viva,
llevo ceñida mi pelliza
junto a aguas grasientas
bajo un viento escita.
Mi mujer y mis amigos
hacen lo que pueden
en mi favor;
aunque de Tiberio,
al que Dios preserve,
nada espero.
Pero no quiero
morir aquí
en el más remoto confín
entre estos morosos
Getas, echadores de dados,
y en el polvo de Tracia.
Sin duda, en el tiempo
por venir, este apiñamiento de
chozas de barro será
una hermosa ciudad,
un puerto importante,
un balneario popular.
Con un oleoducto,
terrazas de Martini
e incluso una digna
estatua de Ovidio
mirando el mar
desde la rambla;
pero, por el momento
es meramente un sitio
donde tengo que estar.
Seis años ya
desde mi confinamiento
a esta ciudad
por el difunto Augusto.
La Halieutica.
aunque esporádicamente
me da cierto
empuje,
aunque artificial;
pero pienso que son los pájaros
los que más me complacen,
las grullas y los pelícanos.
A menudo me siento en las dunas
para oír atento
el no inhibido
virtuosismo de una alondra
que da serenatas al sol
y medito sobre
la transitoriedad
del dominio terrenal,
la perfidia de los príncipes.
La mediocridad, se dice,
se consuela
con la reflexión
de que la genialidad tan a menudo
arriba a un mal final.
La adversidad de las cosas
nos enseña
sobre la naturaleza humana
en tanto que los aforismos nos afectan hondo.
Sé que la vida simple
sería buena para mí
si yo fuera un hombre simple.
Tengo cabal sentido
del espíritu mudo
en la piedra y en el árbol,
Haciendo rebotar piedras en el mar, me doblego
con vicario dolor
mientras un tejo pequeño va dentro.
Y las altas cañas
del delta,
¡allí cunde el patetismo!
Siempre que se inclinan
y suspiran en el viento
no es meramente Siringa
recordando a Siringa
sino Siringa plañendo
su horror desnudo
del futuro certero,
ella y su especie
destinadas en masa
a las máquinas de hacer papel
y volverse cordón
de neumáticos de coches.
Pan está muerto y ya
yo siento que una antigua
unidad abandona la tierra,
la vasija con su rostro evita mi mirada
como si avergonzada
por mi incapacidad de mantener la fe.
(Sabe que yo
he reemplazado la creencia
por la documentación.)
La Musa está en otra parte
no aquí,
junto a este lago congelado
O, si aquí, entonces yo no soy
asaz poeta
para establecer el contacto.
¿Estamos verdaderamente solos
con nuestra física y nuestros mitos
las estrellas no más
que polvo brillante,
con nadie ahí
para escuchar nuestras odas corales?
Si es así, podemos comenzar
a ignorar el silencio
de los espacios infinitos
ante nuestras mismas narices
El grito en el corazón
del alcaucil,
la alegría de los átomos.
Mejor es contemplar
la página vacía
y dejarla así
antes que modificar
su sustancia por
no más que un trazo de pluma.
Tejida de ninfas de los bosques,
habla de volúmenes
que nadie escribirá jamás.
Inclino la cabeza
ante su candor
y lloro por nuestro exilio.
Ovid in Tomis
What coarse god
Was the gearbox in the rain
Beside the road?
What Nereid the unsinkable
Coca-Cola
Knocking the icy rocks?
They stare me out
With the chaste gravity
And feral pride
Of noble savages
Set down
On an alien shore.
It is so long
Since my own transformation
Into a stone,
I often forget
That there was a time
Before my name
Ws mud in the mouths
Of the Danube,
A dirty word in Rome.
Imagine Byron banished
To Botany Bay
Or Wilde to Dawson City
And you have some idea
How it is for me
On the shores of the Black Sea.
I who once strode
Head-high in the forum,
A living legend,
Fasten my sheepskin
By greasy waters
In a Scythian wind.
My wife and friends
Do what they can
On my behalf;
Though from Tiberius,
Whom God preserve,
I expect nothing.
But I don’t want
to die here
In the back of beyond
Among these morose
Dice-throwing Getes
And the dusts of Thrace.
No doubt, in time
To come, this huddle of
Mud huts will be
A handsome city,
An important port,
A popular resort
With an oil pipeline,
Martini terraces
And even a dignified
Statue of Ovid
Gazing out to sea
From the promenade;
But for the moment
It is merely a place
Where I have to be.
Six years now
Since my relegation
To this town
by the late Augustus,
The Halieutica,
However desultory,
gives me a sense
Of purpose,
However factitious;
but I think it’ s the birds
That please me most,
The cranes and pelicans.
I often sit in the dunes
Listening hard
To the uninhibited
Virtuosity of a lark
Serenading the sun
And meditate upon
The transience
Of earthly dominion,
The perfidy of princes.
Mediocrity, they say,
Consoles itself
With the reflection
That genius so often
Comes to a bad end.
The things adversity
Teaches us
About human nature
As the aphorisms strike home!
I know the simple life
would be right for me
If I were a simple man.
I have a real sense
Of the dumb spirit
In boulder and tree;
Skimming stones, I wince
With vicarious pain
As a slim quoit goes in.
And the six-foot reeds
Of the delta,
The pathos there!
Whenever they bend
And sigh in the wind
It is not merely Syrinx
Remembering Syrinx
But Syrinx keening
Her naked terror
Of the certain future,
She and her kind
Being bulk-destined
For pulping machines
And the cording
Of motor-car tyres.
Pan is dead, and already
I feel an ancient
Unity leave the earth,
The bowl avoid my eye
As if ashamed
Of my failure to keep faith.
(It knows that I
Have exchanged belief
For documentation.)
The Muse is somewhere
Else, not here
By this frozen lake ---
Or, if here, then I am
Not poet enough
To make the connection.
Are we truly alone
With our physics and myths,
The stars no more
Than glittering dust,
With no one there
To hear our choral odes?
If so, we can start
To ignore the silence
Of the infinite spaces
And concentrate instead
On the infinity
Under our very noses ---
The cry at the heart
Or the artichoke,
The gaiety of atoms.
Better to contemplate
The blank page
And leave it blank
Than modify
Its substance by
So much as a pen-stroke.
Woven of wood-nymphs,
It speaks volumes
No one will ever write.
I incline my head
To its candour
And weep for our exile.