a Héctor Berenguer
El jacarandá que un día me diste
ya tiene más de seis metros de alto.
¿Te acordás que era una plantita
de no más de diez centímetros?
No recuerdo muy bien cuántos años
hace de ese día en que vos, sonriendo,
lo pusiste entre mis manos. Pero me
acuerdo de que esa fue tu última sonrisa.
Un día voy a llevarte a casa
para que lo veas. Quizá en noviembre,
o diciembre, cuando se pone más lindo.
Vamos a mirar hacia arriba, los dos juntos.
Yo te voy a ayudar a mirar hacia arriba.
Y vas a verlo, acunándose como un niño
en el regazo de una pollera celeste.
Porque por algo fue que me diste
aquel jacarandá aquella vez. Algo que aún
no alcanzo a comprender bien del todo.
Solamente he aprendido que la belleza,
algún día, cae. Se va. Y que la flor fecundada
en esta especie, se torna dura; muy dura.
Como una boca semiabierta, reseca;
que no sabe muy bien qué decir.
Pero un día de estos, voy a traerte, mamá,
para que veas la inmensidad de lo que hiciste,
casi sin querer.
Allá arriba, buscando el sol,
está tu árbol, ahora.
GUSTAVO CASO ROSENDI
(1962, Esquel, Chubut, Argentina)
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Este poema fue extraído del Facebook de Fabián Chazarreta