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Alberto Cisnero: Tras el confort del sentido


3




sólo estuvimos acá. se oían 
los mismos ruidos de siempre. 
el tiempo se llevaba consigo 
más tiempo, saberlo no varía 
nada, aunque nos rehusemos
a una operación comercial
con nosotros mismos, menos 
seguros al escribirlo, al volver 
a pensar en frases distantes 
que recordamos borrosamente.
y que también olvidamos.



6



este no es otro recuerdo ufano,
pero eso fue entonces, todavía
presto en el libro viejo de nuestra 
cabeza, mientras se derruye 
el medio ambiente en tiempo real, 
y anotamos tal vez sí, tal vez no, 
lo que solemos captar tras el confort 
del sentido, ambos lados de la hoja: 
acudió a nuestros labios una línea, 
conciliamos un argumento impar
y comenzó oficialmente nuestro 
romance; dulces y alegres cuando 
los astros querían.



18




y ese sería nuestro porvenir:
sin contrato social, sin deponer
las armas y menos aún firmar 
la paz; otra generación proscrita 
e ilegal, hambreada, una bolsa 
llena de huesos en la papeleta
junto a dos o tres barranca yaco 
en la mente. y garrafas, pozos 
ciegos, agua de bomba. vulgo 
vil. leímos: fin de la revolución, 
principio del orden y profusas
rúbricas al pie; anticipaciones 
aprensivas. si pisamos mierda, 
nos persignamos.



27




nunca te llamé para preguntar
cómo estabas, citarnos o sólo 
por mero pasatiempo nocturno 
desde una cabina del teléfono 
público. ese género literario 
hubiese implicado espera, dinero, 
cráteres y rocas sobre la cabeza 
y habernos conocido entonces. 
¿cuándo tuvimos un artefacto 
en la casa? ya promediando 
el año cuatro del siglo. el silencio 
revela y define. las muertes 
llegaban en papel de carta. 
del interior. de los confines 
oriundos. con retraso. sumando 
más distancia a la sucesión 
de piedras sepulcrales. eran 
las únicas noticias del frente. 
hablar no es gratis. recordémonos 
siempre y adiós.



38




Vera trajo el jazmín en un vaso 
con agua. este año la planta solo 
dio una flor, tenemos a nuestra 
vista lo que en ella hay: la luz
de la luna, un llamado que conforta
del mundo y sus convenientes 
menudeos; no es preciso identificar 
al autor de ese signo perfumado
que sin necesidad de alfabeto
en un rincón de la ciudad 
nos cuenta nuestra propia historia, 
nos contempla al fin.



 
Poeta Alberto Cisnero de frente a la cámara, sonriendo. Tiene el pelo rizado y viste una camiseta negra.

De: "Clase 75", Barnacle, 2025
Otros poemas de ALBERTO CISNEROaquí

En el tramo presente de su prolífica obra Cisnero se aboca al recuerdo. Un trazo grueso une, en los planos de su memoria, una de las etapas más dolorosas del país —la Argentina— y la parte escarpada y trabajosa, no pocas veces sufriente, de la edad humana. “Clase 75” significa “estoy casi en los cincuenta y soy este producto de ellos”. Cada alusión se superpone a las otras, y ninguna es redundante. El íntimo plano, junto con el político, el social, el metafísico, se incrementan en un roce continuo en esta lengua áspera, precisa, material y sin embargo flexible hasta casi vaporizarse. Cisnero detiene el vértigo increíble de la cuarta parte final del siglo anterior y el comienzo del milenio, cuando la historia enterró de apuro cuerpos e ideas y estalló en una aceleración con olor a fuego. Así, desde las primeras líneas de este poemario, la literatura —lo que decir se puede— aparece en un concreto paisaje (“el viento mecería achiras / sobre la margen del asfalto, / restos de caucho, tizne”). La épica es aludida como un discurso derrotado: “¿mantuvimos las apariencias / tras los elementos figurativos / del lenguaje para con la derrota / librarnos de la derrota?”.Tiene apariencia de almanaque, de borrador, aunque con estrofas rectangulares la misma se recupera, y es ella la de una noticia hilvanada en la locura del hogar y los piquetes: locura de sobrevivir a ese margen que devora la historia desde implacables pantallas y hechos dinámicos, brillantes, sonoros y confusos. Un hito será este libro como eje de un tiempo socialmente marginal y políticamente medular.

Jorge Aulicino


Alberto Cisnero: Simulacros convertidos en poemas


carver 




carver en parís. y el río que presuroso 
corre ante ellos. y más allá el sol 
se hunde en el ocaso: no podrían 
existir sin vos, le dice y desprende 
la ceniza del cigarrillo; y que acaso 
el mundo les deba una pensión 
vitalicia a tantos perritos de entrecasa 
que expresan ideas definitivas 
con tono vacilante ante un público 
que no existe más que en su imaginación 
mientras se dirigen a la fama, 
a las giras mundiales; alguien comprará 
lo que escriban, muchachos
(luego farfullan y sonríen bajo 
la llovizna helada); y supongamos,
sin mirar una vez hacia atrás, para no 
volver nunca más, hablando a través 
de volutas de humo mientras ocurre 
la combustión de hebras y pulpa, 
que fuesen más verdaderas 
las palabras, más firme el recodo 
de oscuridad y que nos bastase 
con nuestras camperas de cuero, 
nuestras drogas y nuestras arrugas,
incluso con el mal, aunque sin incitar 
la piedad, no, a menos que la gracia 
lograse captarnos; eso supone algo 
que deberemos averiguar por nosotros 
mismos, encontrar al fin un final feliz,
en lo posible por medios decentes 
y dentro de cierta legalidad; 
lo mejor sería responder eneo 
a todo, y que todo cuanto digamos 
estemos dispuestos a firmarlo después; 
eneo mientras nuestros cuerpos 
se mantengan en posición vertical, 
ladeados los sombreros, ocultándonos 
la cara, dormitando en la sombra 
de los portales, inventando otros 
personajes para contar sus historias. 
con tinta o con sangre en las propias 
manos: había una vez un hombre, etcétera;
con la secreta misión de alterar 
la estructura del universo y lo que acontece 
en nuestro sistema nervioso, 
no alcanza con asumir el riesgo, 
requiere valor, desconocer el punto 
de vista de la crítica especializada 
al respecto; y de los mercaderes,
banqueros y representantes del pueblo, 
aventuras en el circuito del hampa; 
y hoy un día tan feo y tan bello no 
hemos visto; era acá, hace ya demasiados. 
días, en el fracaso pero no en la derrota. 
sabemos dónde estábamos, dónde 
estaríamos, dónde estaremos esperando; 
tal dato quizá conlleve algún signo, 
aunque rante, o tal vez sólo se trata
de nuestra fantasía, el empapelado hecho 
trizas de las paredes, sucio del hollín 
de la chimenea, sus flores decoloradas 
y armarios que nunca logramos cerrar 
con llave; tantos vidrios rotos 
en los ventanucos, tantas despedidas, 
tantas ciudades de cuyos nombres 
no guardamos ya el recuerdo; simulacros 
convertidos en poemas por muchachas 
de quienes suponíamos estar prendados, 
proposiciones de casamiento y otras
menos deshonestas (soñando sueños 
que siempre terminaron mal);
eran planes perfectos, sólo que habían 
sido perpetrados de cualquier manera;
igual nunca bebimos como los demás
y tampoco logramos adaptarnos 
como ellos; si alguien decía querernos, 
agradecíamos, y luego extrañábamos 
de lo meticuloso a lo burdo, como ancianos 
melancólicos y resignados, como la lluvia 
cuando cae, como quienes intentan 
protegerse de algo; luego simplemente 
rompíamos nuestra palabra, simplemente
nos alejábamos; también recordamos 
verlas marcharse sin tornar a mirar 
en nuestra dirección; ningún otro ademán,
renuencia o postrer saludo; y nada salvo 
a su alrededor, salvo fotografías rasgadas 
de dos desconocidos; habría de cobrar 
sentido en algún momento la misma 
luz de antaño sobre túmulos, puentes, 
bulevares, aquella torre, aquel molino; 
a unas palabras responderemos con otras,
o repetiremos frases extranjeras, antiguas 
y perdidas; y sólo muchos años después, 
abstraídos en un libro, con un libro sobre 
las rodillas, alzando los ojos de un libro, 
abriendo un libro, en el atardecer todavía 
luminoso de abril, nuestras palabras 
aludirán a que no nos estábamos 
volviendo más jóvenes y a que creímos 
haber recordado algo muy lejano, 
que nos acompañaría siempre en la vida. 
son las cambiantes hipótesis de la mente, 
igual a ver mecerse las lilas en una tela. 
no giran como la tierra; silencio, tres 
veces silencio; se puede ir al carajo 
el racionalismo porque esta noche estamos 
alegres y con las luces apagadas; alegres 
de que hayamos sobrevivido para encontrarnos, 
a través de aeropuertos y callejones; y no 
vamos a apartarnos del aguacero; callemos 
y corra el tiempo, el tiempo siempre 
puede más que la prisa.



poeta argentino, Barnacle Libros, Carver
De: "La sustancia en infracción", Barnacle, 2023
Otros poemas de ALBERTO CISNEROaquí

Territorios en pugna por Alberto Cisnero


Acerca de “Zorro cazador de pumas” de Gerardo Curiá (Ediciones En Danza, 2022)     



Gerardo Curiá escribió un libro. El libro se llama “Zorro cazador de pumas”. Quien escribe un libro también escribe un secreto, pero en este caso particular el libro trata de un tema que no es ningún secreto, o en todo caso lo que se dice es un secreto a voces: los primeros campos de concentración propiciados por el estado argentino en la segunda mitad del siglo diecinueve y el posterior destierro, esclavización y asesinato de hombres, mujeres y niños. Y su consiguiente plan de parcelaciones, su afán inmobiliario, tasador, usurero: tierras, estaciones, estancias, estancieros, la legitimidad de tal expansión, los métodos utilizados y el declarado, impreso y declamado rol civilizador de la nación (puede el desocupado lector agregar comillas donde desee). Sus anónimas cadencias persisten: hectáreas, silobolsas, efectivos y policiales, monedas propias; libros, librerías, almacenes, carnicerías, ganados, forrajes. Curiá escribe, de entrada, de frente, diría, una línea certera: el deseo del rapaz/ alumbra su imperio/ sobre el cuerpo del otro. Tira el cuerpo, el cadáver sobre la mesa, sobre la página. Un cuerpo y una voz, una metáfora, una cosa por otra: el derrotero dual de Mariano Rosas, de quien un falsario y turista ya hizo hace muchos años su retrato en un libro famoso. (Una sucinta biografía de Rosas no debería omitir ciertos detalles, a saber: a los nueve años de edad junto a otros chicos fue tomado prisionero por una partida militar, trasladado engrillado hasta la aldea de Santos Lugares de Rosas y llevado en presencia del entonces gobernador Juan Manuel de Rosas porque era el hijo de un cacique mentado; el Restaurador lo hizo bautizar, ofició de padrino, le impuso Mariano de nombre, le asignó su apellido y lo confinó como peón de estancia. Adquirió los rudimentos de la escritura y la lectura. Luego escapó para nunca más abandonar ni su lengua ni su región). Así pues, cautivo, entenado y matrero, Rosas, su cuerpo, habla, increpa, vaticina, postula una voz que no rehúye de nombrar al adversario, al enemigo, ni de intuir que las razones que éste expone, el pacto, la paz social si se prefieren argucias recientes, preceden a la represión, al silencio y al olvido. En uno de los poemas se lee: Atacamas Chanes Charrúas Chorotes Chulupies Comechingones Diaguitas Guaraníes Gauycurúes Huarpes Logys Kollas Lules Mapuches Mocovíes Ochoyas Omaguacas Pilagás Ranqueles Vilelas Sanavirones Selk’nam Tapietes Mbye Guaraníes Tastiles Tehuelches Tillanes Quoms Tonokotes Lules Vilelas Wichís. Son partes de una sola palabra y puede que nos favorezca para recordárnosla a nosotros mismos, para completar la realidad. El poemario incluye acápites; uno en particular cita a un general del ejército estatal blanco argentino (que creó la imaginación y el delirio de un pedagogo) luego devenido presidente; y el milico funcionario público citado habla de arrojar gente, personas, prójimos, ciudadanos al otro lado de un río. Ese tal pedagogo (profuso escriba además devenido presidente) murió en el exilio, en un país hermano, y alguna vez anotó que el detalle de una batalla lo da el vencedor. Pero la batalla continúa. Eso es acaso el núcleo de los versos que Curiá decidió entregar a la imprenta, retomar un nombre, la implicancia de un destino colectivo y desplegarlo para su interpelación. ¿Cuánto dura un nombre? ¿Cuánto mide una hectárea? ¿A cuánto y desde cuándo? ¿Qué palabras van en bastardilla en un texto? El poema que concluye el libro emplea la palabra tenaz, la palabra hilo y la palabra historia: hilo tenaz de la historia; y viene a evocarnos la vida secreta de esas y tantas otras palabras, los sellos y las clasificaciones y las convulsiones internas que continúan en un territorio todavía en pugna. Borges observaba que, si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaba la ausencia de camellos para probar que es árabe: eran parte de la realidad, no había por qué distinguirlos; la palabra amor fue impresa una sola vez en el presente libro. 


III



Piensa don Juan Manuel

ahijar lo agreste
domar lo zaino

ejercerá
la potestad de su dominio
en la belleza indócil

él
sabe la forma
en que florece
el amor
en la ilusión del siervo

es patrón de la pampa

no hay límite
que no pueda atravesar

ha decidido
el hijo de Painé
será cristiano

él
elegirá su nombre
le dará su apellido

un Zorro Cazador de Pumas
tan manso
como sus perros de estancia



Desnuda tregua efímera



I


Se acerca el coronel
a visitar al cacique

Mariano lo sabe
no hay inocencia
tan solo la cuerda
de un frágil equilibrio
que ya no puede soportar el ritmo
al que truenan las balas

Su cosecha será
una brizna de tiempo.



II


Mariano Rosas
Lucio Victorio Mansilla
ahijado y sobrino del Restaurador

una memoria los une
ganadería y estancia

otra es memoria de lo adverso
pampa familiar e incierta
del malón y el fortín
el paisaje
uno y distinto
no reconoce límites

así
se miden
en cautela y estrategia

el verbo justo
la evocación
y el silencio

puro espacio
                       entre ciudad y toldería
espinal y pasto

componen
la literatura de un encuentro
desnuda tregua efímera

ambos
intuyen
lo aciago del futuro
el huinca
                          escribirá

Una excursión a los indios ranqueles





Acerca de ALBERTO CISNERO (1975, La Matanza, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Publicó: El límite de la materia (Ruinas Circulares, 2012- Barnacle, 2015), Tagsales (Encausto, 2013- Insaciables, 2021),
Adiós y hasta pronto (Dio Fetente, 2013), El movimiento obrero granizado (Barnacle, 2014, 2019), Robé un auto para trasladarme a las soledades vivientes (Barnacle, 2015), Drugstore (Barnacle, 2015), Ajab (Barnacle, 2016), Oquei, gracias (Barnacle, 2017), Las casas (Barnacle, 2018), Forma parte de mi guerra (Barnacle, 2019), Akata mikuy (Barnacle, 2020), Media hora con el autor (Barnacle, 2021), Los dados de la muerte (Barnacle, 2021), Mi recherche (Barnacle, 2022) y La sustancia en infracción (Barnacle, 2022). 

Acerca de GERARDO CURIÁ (1968, San Pedro, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Publicó: Sol, iris, sueño (poesía), edición de autor, Buenos Aires, 1990; Crónicas de San Acustio (relatos), edición de autor, San Pedro, 2002; Quebrado Azul (poesía), Ediciones Patagonia, Buenos Aires, 2004; Serie los suicidas (poesía), edición de autor, Buenos Aires, 2005; Caldén (poesía), Ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2008, reeditado en 2015 por La Mariposa y la Iguana; Música del Límite (poesía), El Suri Porfiado, Buenos Aires, 2010, distinguido en el Concurso Nacional Macedonio Fernández; El damero de los sueños (poesía), La Mariposa y la Iguana, Buenos Aires, 2015; Pescador (poesía), La Mariposa y la Iguana, Buenos Aires, 2016; Zorro cazador de pumas (poesía) en Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2022.

Alberto Cisnero: Alcanzados por la gracia de las pequeñas cosas

Recherche, Cisnero


5    


 
siempre tuvimos un fantasma en el cerebro.  
escribimos para alguien imaginario. ¿hablamos  
solos? dicen que sí. recordamos el verano.  
el mes de abril. tal vez alguna palabra, un golpe 
sordo y breve en la tierra. ahora te recuerdo,  
decimos. pero no oímos más que la pluma 
royendo el papel. respuesta incorrecta, 
decimos; no hay recompensa para esto.




7



comprendemos el significado de la palabra greda 
y no conocemos la paz. qué será de nosotros 
alcanzados por la gracia de las pequeñas cosas, de reír 
demasiado o demasiado pronto. qué de cruzar
un puente de piedra en contacto físico directo 
con dos impostores. no sería nuestro sueño perfecto. 
ni se pareció a otro recuerdo. tampoco lectura 
para el prójimo. algún día el personaje de un libro 
le va a contar nuestra historia a un extraño mientras 
los dos esperan en aquella estación la llegada del tren.




37



no sólo te interesaba el humo de tu tabaco, 
no sólo barrías delante de tu puerta. 
tampoco te dedicaste a conceder entrevistas
por subalternos motivos de publicidad,
ni a apoderarte de una tesis, de tus penas 
sentimentales y tus malas digestiones 
para intentar un libro social. o de realismo 
sucio destinado a jóvenes ociosos y educados
(que hacen, hicieron o harían sus pogromos, 
su aguda selección de amigos y secuaces, 
en el desbande de banderas, conchabos 
y subsidios del erario). y esperabas muchas 
aventuras de la vida. con sereno esplendor. 
para que no se apagase el sol y la continua 
dilación del azul. desde el año diez de la república, 
decimoctavo mes de ventoso, veintiséis 
de febrero, diez y media de la noche.



40



hablemos del río, de la primera vez 
que nos asustó la absenta, de tu amor 
taciturno y siempre amenazado. de tu amor 
a cualquier costo. mientras sonreímos, 
como una vieja lección aprendida,
mientras se marchita un ramo de violetas, 
en un vaso, a nuestro lado, entre el papelerío. 
y la firme suavidad de un cuerpo joven
nos llena la boca de saliva. habrá quien dirá: 
ya no leemos poesía, excepto a Wilde. despedirse 
en la realidad era esto. sólo un candil encendido 
y su tristeza correspondiente. al final no 
aprendimos ni olvidamos. sólo guardamos
el debido silencio.




De: "Mi recherche", Barnacle 2022
Otros poemas de ALBERTO CISNEROaquí 
Imagen en Facebook

Alberto Cisnero: Atravieso la presencia fugaz de los demás


6- mercado  




aportando o en negro; también 
fui delegado por los compañeros 
de obra, tantos como uno, aluvial, 
sin sofisticación y sin lecturas 
pero dudábamos y comíamos 
parecido; donde el mercado central 
nos tocó enchufes y agua sucia. 
picana y golpes. ¿ves? la paz  
sea con otros. 
 


8- verano  



 
mi viejo muestra su negro ceño, tiende 
ya la mano al sombrero, descubre otro 
pequeño montón de canas y confortan 
como una compañía los grillos y, más 
que a un sentimental y a un provinciano, 
el cielo nos pareció falso a ambos
y pasó el tiempo; bajé o bajamos
las pupilas de bueyes, era feriado
¿he de llamar sólo elíptico ese momento?



14- retiro, 1 de noviembre de 1959




me ahorraron otra explicación;
es sólo un lugar donde ir de mientras,
sito en algún pago al sur o al naciente;
detrás de mis diez y nueve años de vida,
atravieso la presencia fugaz
de los demás y todo un descampado
(lo que necesito para vivir
cabe en una valija) como quien
supiera que algo le espera y confía.



17-    

a VAR

recordarás un día. el contacto de mi mano 
en la tuya. el que ahora te ofrezco. sólo 
diremos que era en junio, hace muchos años. 
recuerdo un día sólo porque viene con tu nombre 
mezclado. y lejos y muy cerca. y pronto. 
como una ola, pronto. y donde todo acaba 
o todo comienza. como mi padre me miraba 
un día. suelo asentir a lo que decís. y sé 
que eso me alboroza. ahora ya soy viejo 
y lo comprendo, hija.



21-




siento que puedo recordar muy poco 
de mi padre. mi padre extiende la mano 
y me pregunta: ¿cuántos veranos fueron 
así y después nada ocurrió? quizá mi memoria 
no es del todo fiel. me gustaría poder contarles 
una epifanía significativa, algo aceptable 
como invención para que cualquier cosa 
de su vida que hubiese sido buena no desaparezca 
una aurora y no sienta que hablo de él como si fuese 
uno de nuestra sangre que apenas llegué a conocer.



31-




llamabas desde uno de los teléfonos de la estación.
todo eso ya lo sabíamos. lo que pedíamos era que  
ninguno tuviese que explicarlo. siempre íbamos a estar 
a igual distancia en un tren camino de los juríes 
o parados en la esquina bajo el farol. gracias, 
en cualquiera de los dos casos. no olvidamos 
a nadie, no olvidamos nada. no me olvides. 
después pareció que teníamos poco que decirnos. 
otra vez. y cortamos sin despedirnos.




De. "Los dados de la muerte", Barnacle, 2021
Otros poemas de ALBERTO CISNEROaquí
Imagen: Chacareros por Antonio Berni


Dos poemas de Alberto Cisnero

Alberto Cisnero

14     




escuchamos la marcha de los trenes 
que se alejan de la ciudad bajo el último fulgor 
dorado de la tarde. muevo mi mano en su pelo 
en la oscuridad de la galería. cualquiera de esas 
cosas puede ser verdad. buscamos un calor 
que no sea el propio. una ventana detrás 
de la cual sentirnos seguros. y una vez ahí 
saber que ya no volveremos a otros sitios. 
entonces lo recordás, entonces empieza 
realmente. ahora sólo se oye un crujido.
quizás sea el viento, el río, un primer
traslado. habrá que nombrar todo de nuevo.



24




sea lo que fuere, pronto me voy a sentir inducido,
sensible al contacto con  el aire y con el agua.
descifrando libros, intercambiando libros,
prosando de libros. prescindiendo de cosas
que creía mías, a la vez que disminuye
el contenido de la botella. dedicamos tiempo
a una tarea propia de inadaptados, señuelos

que acaso deparen goce o zozobra a otros.
lo que pedimos a las formas de las estrellas
podrá ser fácilmente leído desde el suelo.
fuera de las portadas, en el otro mundo,
las cosas sólo se limitan a suceder.


De: "Media hora con el autor", Barnacle Libros, 2021
Otros poemas de ALBERTO CISNEROaquí

Alberto Cisnero: En loor de un repentino aroma



6     



ayer me distraje un poco, con los colores ralos 
que se encuentran por todas partes entre la maleza  
del traspatio; de este altor, crecidos sin titubeos. 
hoy recuperé el tiempo perdido y la sensación  
de que antaño ya estuve ahí al leer varios poemarios,  
yambos aliterados, análisis, escaneos, ausencia 
de manchas oscuras. subrayé tres renglones. 
luego, para derogar el efecto, escuché música,  
discos de adrián y los dados negros. se añaden
y pierden cosas. sin heroísmos, por favor. ya van 
para tantísimas las generaciones que desconocen 
el gusto de la sangre de sus parientes en línea recta. 
sólo se trata de escribir los libros que omitieron 
tus antes. si escribís lo mismo que ellos, ponele 
por nombre lo que te plazca, no estás haciendo 
el barro. se escuchan ofertas.



14



te quiero tanto y tanto. con lo mejor que hay en mí.
no con la generosidad del afecto que me profesás.
se puede vivir en cosas mejores que en un mundo
de ilusiones. todos nosotros escribimos tonterías
por la noche. dilapidamos hallazgos, destruimos 
mobiliario, conculcamos leyes. situados ya 
los infrascritos en la posición debida, procedemos 
a inmovilizarnos. y en ese momento, creemos 
disponer de bellas imágenes y un gusto selecto. 
habrá quien precise la ayuda de los síndicos 
dedicados al apoyo y manutención de literatos, 
complacer a un editor o incluso vender ejemplares 
y propagar su influencia en las jóvenes generaciones. 
el traje que me cubre guarda muchas salpicaduras. 
alguna vez también tuve una vida repleta 
de cuchitriles alquilados. por qué gratis, 
sin becas, subvenciones ni lauro. 
porque puedo.



18



oigan las detonaciones que abaten a sus presas, 
lean aquesta política de privacidad 
para más detalles, lapsos en el buen gusto de la historia. 
vos qué leés: carlinoalfredo. estamos en camino, 
roncando entre el cieno, delante de las totoras 
cubiertas de rocío, hasta que ellas resuelvan 
brindarnos algún augurio. el verso medido, 
incluso el libre, no vale una tortilla santiagueña, 
akata mikuy. el estómago es anterior a cualquier 
complejidad teórica. con algunos provenimos 
de los mismos enquinchados. plenos de olores. 
ni tolerados ni anexados, componentes 
degenerativos e inadaptados. 


De:"Akata mikuy, Barnacle, 2020 

13



ha estado lloviendo todo el día. desde lejos que uso las mismas palabras.
dondequiera que miro, dondequiera que voy. el agua benigna. un sueño
perdido y recobrado. o parecencias en loor de un repentino aroma
de flores. son flores, no hay duda. desde lejos cada palabra es una
palabra de más. faz ardida. desde lo múltiple al modesto incógnito. hasta
volver al río en que se pierden. si aceptase que la libertad reside en esos
equívocos misterios valdría menos que un perro. el cielo que en la noche
se derrumba está también dentro del río. haciendo mugre las dos caras
de una hoja de papel


De: "El movimiento obrero granizado", Barnacle, 2019

Alberto Cisnero
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Alberto Cisnero: Adiós con escénica rapidez


22          



polvo y niebla de los callejones, ya no me 
siento solo. espero no llegar muy lejos, espero 
que por la mañana me encuentren sonriendo 
por un sueño que no se truncó. mirando largo 
rato el blanco de la página, en silencio. 
la tierra mantiene su imperio despedazando
hombres, puentes, casas. levantamos banderas
ajenas y hasta alguna nuestra. cualquiera
puede identificar y elegir el bien. esa es mi
tapera, mi destrucción, mi fantasía desarticulada.
aquí estoy, alegre, dispuesto a incluirla
en la deferencia sutil de algún epigrama.
y recuerden los viejos camaradas: no recitamos
los mismos libros que nuestros mayores,
los suplimos con furor.



27



sucedió algo determinado. prometí algo
sin decir qué,rendí las llaves de una ciudad,
lo empeñe todo y empecé de nuevo.
para escribirlo. para procurar evidencia.
para obligarme a creer en esa peripecia que hace
brotar flores de mistol, del aire, tan sólo
con aludirlas.definitivamente, no hay prisa.
un cielo impecablemente negro, el papel
limpio y vacío y perfectamente ordenado
mientras nuestras moléculas se confunden,
tienden hacia lo que van a destruir, establecen
su propia relación con el pasado.
cosas que uno nunca aprendió
y que recuerda nomás. o que imagina querer.
existen como este manuscrito, un río o un rincón,
indiferentes a quien lo descifre o a quien
vaya a hundirse en él.



33



todo ya fue escrito hace mucho tiempo.
los insectos estivales chocaban contra
la lámpara. ahora lo único que te resta es exponer
material de desecho, reiterar la sencilla crónica
de su pasado,los atributos externos
con los números pegados en ellos para los salones
de subasta. y que sea incompleto o repelente
en la vetustez de su tema. estuviste ausente
y encontrás de pronto las puertas cerradas
y las ventanas a oscuras. y tras el frescor de ese
primer cortejo, devuelto a su sentido prístino
el impulso de ponerle un fin iracundo, resolvés
escribir otro poema (cedido, propio, hurtado),
no importa sobre qué. extendés la mano y te decís
adiós con escénica rapidez, sorprendido sin una
opinión sobre los detalles faltantes, sin ocultarte,
permaneciendo en un rincón.


De: "Forma parte de mi guerra", Barnacle, 2019
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