Alberto Cisnero: Atravieso la presencia fugaz de los demás | El poeta ocasional

Alberto Cisnero: Atravieso la presencia fugaz de los demás


6- mercado  




aportando o en negro; también 
fui delegado por los compañeros 
de obra, tantos como uno, aluvial, 
sin sofisticación y sin lecturas 
pero dudábamos y comíamos 
parecido; donde el mercado central 
nos tocó enchufes y agua sucia. 
picana y golpes. ¿ves? la paz  
sea con otros. 
 


8- verano  



 
mi viejo muestra su negro ceño, tiende 
ya la mano al sombrero, descubre otro 
pequeño montón de canas y confortan 
como una compañía los grillos y, más 
que a un sentimental y a un provinciano, 
el cielo nos pareció falso a ambos
y pasó el tiempo; bajé o bajamos
las pupilas de bueyes, era feriado
¿he de llamar sólo elíptico ese momento?



14- retiro, 1 de noviembre de 1959




me ahorraron otra explicación;
es sólo un lugar donde ir de mientras,
sito en algún pago al sur o al naciente;
detrás de mis diez y nueve años de vida,
atravieso la presencia fugaz
de los demás y todo un descampado
(lo que necesito para vivir
cabe en una valija) como quien
supiera que algo le espera y confía.



17-    

a VAR

recordarás un día. el contacto de mi mano 
en la tuya. el que ahora te ofrezco. sólo 
diremos que era en junio, hace muchos años. 
recuerdo un día sólo porque viene con tu nombre 
mezclado. y lejos y muy cerca. y pronto. 
como una ola, pronto. y donde todo acaba 
o todo comienza. como mi padre me miraba 
un día. suelo asentir a lo que decís. y sé 
que eso me alboroza. ahora ya soy viejo 
y lo comprendo, hija.



21-




siento que puedo recordar muy poco 
de mi padre. mi padre extiende la mano 
y me pregunta: ¿cuántos veranos fueron 
así y después nada ocurrió? quizá mi memoria 
no es del todo fiel. me gustaría poder contarles 
una epifanía significativa, algo aceptable 
como invención para que cualquier cosa 
de su vida que hubiese sido buena no desaparezca 
una aurora y no sienta que hablo de él como si fuese 
uno de nuestra sangre que apenas llegué a conocer.



31-




llamabas desde uno de los teléfonos de la estación.
todo eso ya lo sabíamos. lo que pedíamos era que  
ninguno tuviese que explicarlo. siempre íbamos a estar 
a igual distancia en un tren camino de los juríes 
o parados en la esquina bajo el farol. gracias, 
en cualquiera de los dos casos. no olvidamos 
a nadie, no olvidamos nada. no me olvides. 
después pareció que teníamos poco que decirnos. 
otra vez. y cortamos sin despedirnos.




De. "Los dados de la muerte", Barnacle, 2021
Otros poemas de ALBERTO CISNEROaquí
Imagen: Chacareros por Antonio Berni


0 Comentarios