John Wieners

John Wieners sentado en una mecedora junto a un sofá

Actos de juventud     




Y con espanto habito en medio de la noche 
¿Qué ruinas de la mente me esperan, qué drogas 
turbarán mis sentidos, qué poco me queda, 
cuánto más puede perderse? 
 
El miedo al viaje, al futuro sin esperanza 
o salvavidas. Debo salir de aquí y ver 
que el miedo no está fuera: está dentro 
a no ser que algún acto o calamidad repentina 
 
me arrastre al hospital, destruido, sin 
recuerdos ya; o peor incluso, tras las rejas. Si 
pudiera sólo irme del país. Cualquier sitio 
en el que puedas comerte el loto en paz. 
 
Pues en este país el terror y la pobreza me esperan; o 
soy hombre marcado, mi vida una lección 
o experiencia para jóvenes que sigan 
mis pasos, sin Dios 
 
a no ser un Dios de justicia, para tomar venganza
por actos cometidos de joven bajo in-
justa influencia de las circunstancias. Ah, he visto
siempre mi vida como drama, modelada

según aquellos que hallaron desastre o condenación.
Es mi mente lo que se me arrebata.
He estado frente al abismo antes. Qué
timbre en los oídos es el que me dice

que todo se acerca, casi ya el rugido del viento del invierno.
Ay de los que viven en la calle a merced de la noche.
Ay de aquellos crímenes cometidos y de los que podemos
salir indemnes.

Así que enciendo la luz
y hago aros de humo en el aire.
No pienses en el futuro; no lo hay.
Sólo en la fórmula de que el gran arte deriva.

Dolor y sufrimiento. Dadme fuerzas para
aguantarlo, para entrar en los lugares donde
enjaulan a los grandes animales. Y que podamos vivir
en paz a su lado. Una novia del agobio

que ningún dios impone pero nos sabe capaces de 
soportar su carga hasta el final de nuestros días.
Pues de eso estamos hechos; para eso hemos
sido creados. Hasta que las horas oscuras concluyan.

Y nos levantemos al amanecer.
Partículas infinitas del sol divino, ahora
veneradas en los baratillos de la noche.



La Nueva Vida



Despedida en la noche fresca
con estrellas que brillan
delante de tus ojos.

Tan limpia está la mente
como un hueso en la playa
cuando se retira la marea.

Suaves objetos voladores
habitan el aire
y dondequiera que estés
allí estaría yo.

Dientes de león, pequeñas lilas
zumban en la yerba.

Capullos caídos de los árboles
y lluvia en el viento;
un blanco celastro, abejorros.

En mi mente estás hoy
como madera junto al río
que cruje cual si ardiera.

Un negro cuervo se posa en la alberca,
bebe, agita las alas,
y como viene se va.


The acts of youth




And with great fear I inhabit the middle of the night
What wrecks of the mind await me, what drugs
to dull the senses, what little I have left,
what more can be taken away?

The fear of travelling, of the future without hope
or buoy. I must get away from this place and see
that there is no fear without me: that it is within
unless it be some sudden act or calamity

to land me in the hospital, a total wreck, without
memory again; or worse still, behind bars. If
I could just get out of the country. Some place
where one can eat the lotus in peace.

For in this country it is terror, poverty awaits; or
am I a marked man, my life to be a lesson
or experience to those young who would trod
the same path, without God

unless he be one of justice, to wreak vengeance
on the acts committed while young under un-
due influence or circumstance. Oh I have
always seen my life as drama, patterned

after those who met with disaster or doom.
Is my mind being taken away me.
I have been over the abyss before. What
is that ringing in my ears that tells me

all is nigh, is naught but the roaring of the winter wind.
Woe to those homeless who are out on this night.
Woe to those crimes committed from which we
can walk away unharmed.

So I turn on the light
And smoke rings rise in the air.
Do not think of the future; there is none.
But the formula all great art is made of.

Pain and suffering. Give me the strength
to bear it, to enter those places where the
great animals are caged. And we can live
at peace by their side. A bride to the burden

that no god imposes but knows we have the means
to sustain its force unto the end of our days.
For that is what we are made for; for that
we are created. Until the dark hours are done.

And we rise again in the dawn.
Infinite particles of the divine sun, now
worshipped in the pitches of the night.



The new life




Farewell in the cool night
with stars glistening
in front of our eyes.

The mind is as blank
as a bone on the beach
when the tides run out.

Soft flying things
in habit the air
and wherever you are
I would be there.

Dandelions, small lilac blossoms
and invisible wings buzz in the grass.

Buds fall off the trees
and rain in the wind;
A white bittersweat, bumble bees.

You are on my mind today
as wood crackles by the river
as tho on fire.

A black crow lands on the bird-bath,
drinkks, shakes its feathers,
and is off again.



JOHN WIENERS (1934, Milton, Massachusetts / 2002, Boston, Estados Unidos de NA). Estudios en el Boston College en 1954 y el Black Mountain College en 1954-56 (Charles Olson, Creeley y Robert Duncan son, en la famosa universidad experimental, sus maestros y compañeros). En Boston edita la revista Measure. Se traslada a San Francisco donde colabora con los grupos del renacimiento de San Francisco, de Berkeley y el naciente movimiento "beat". Tras dejar California, se traslada a diferentes ciudades del Este (Boston, Nueva York, Buffalo) y ocupa de un modo irregular diversos puestos de profesor en varias universidades que alterna con estancias en psiquiátricos y cíclicos períodos de desintoxicación.

Libros principales: The Hotel Wentley poems (1958), Ace of Pentacles (1964), Pressed Wafer (1967), Asylum Poems (1969), Nerves (1970), Behind the State Capitol, or Cincinnati Pike (1975), Selected Poems, (1986).  Javier de la Iglesia en Añejo de Indolencias
Fuente: Añejo de indolencias  | Buenos Aires Poetry | Periódico de poesía
Imagen: Jacket

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