Dylan Thomas: Los ríos alumbrados por la luz de las frutas caídas.


Mucho antes de que tuviésemos cualquier verso de Dylan Thomas bajo nuestros ojos supimos de él: en las ilustraciones de tapa de cierto disco debido a un conjunto musical que no escuchábamos (ni escuchamos) aunque el progresismo experto los militaba y milita; su referencia también llegó a nosotros en declaraciones de troveros norteamericanos que se cambiaban el apellido en honor del vate; y en una alusión al trillado episodio acerca de la postrer frase que se le atribuye a nuestro autor tras el nombre de una revista de poesía nativa (abruptamente truncada luego de su segundo episodio).

Para empezar por el principio, algunos datos con escrúpulo enciclopédico. Dylan Marlais Thomas, poeta galés en lengua inglesa. Trabajó como periodista en el South Wales Evening Post (donde redactaba obituarios, crítica de cine y teatro); durante la Segunda Guerra Mundial fue guionista en la BBC. Quiso enrolarse para ir al frente de batalla pero fue declarado no apto. Escribió guiones radiofónicos y cinematográficos. En vida publicó ocho libros; el primero de ellos se tituló Dieciocho poemas (1934). En Retrato del artista cachorro (1940), incluyó una decena de cuentos que narran su infancia y adolescencia. La antología Poemas escogidos 1934-1952 (1952) (una versión de ella se aloja ahora en tus manos) recibió el premio “William Foyle”. Nunca adhirió a secta o movimiento libresco alguno y no sabía leer en galés. En White Horse Tavern (número 567 de la Hudson Avenue) pronunció sus últimas, y ya míticas, palabras: “Tomé 18 whiskys, creo que es el récord”.

Se le han adosado distintos marbetes a su obra: maldita, bucólica, surrealista. Todas la rozaron, pero no así la invistieron en su totalidad. Todas resultan atinadas, aunque escasas. Cada generación literaria busca sus palabras y siempre se pierde algo en ellas. La poeta Silvia Camerotto ha escrito la presente traducción; con hermosura implacable y profunda claridad logra el ritmo poético y visual de quien según sus propios términos intentó “sacar a la luz las fuerzas ocultas” (la biblia, la prédica, el folclore de su terruño y el doctor Freud, entre otros tópicos) mediante el uso recurrente de la ambigüedad y la indeterminación del sentido incluso en un mismo vocablo y en una misma frase. ¿Oíste hablar de otras materias mágicas, desocupado lector?

El Editor


Nota de la Traductora


En septiembre de 1933, en una de sus cartas a Pamela Hansford Johnson, Dylan Thomas dice: “Pongo mi fe en la poesía y muchos poetas la niegan”. Meses más tarde se queja de que luego de la publicación de ‘La luz rompe donde no brilla el sol’ la BBC prohíbe su poema, ya que el editor recibió una gran cantidad de cartas, quejándose de la ‘repugnante obscenidad’ de dos de sus versos. Si bien, el poeta admite su propia oscuridad, esta ha sido analizada por la crítica una y otra vez omitiendo el procedimiento de su escritura.

La poesía de Dylan Thomas es una poesía para leer en voz alta. Con preponderancia de la imagen sobre la palabra, las imágenes se asocian por medio de la observación, partiendo de una premisa emocional, a la que el poeta luego aplica su intelecto crítico. No hay una progresión de ideas. La acumulación, ya arbitraria o convencional, hace que las imágenes entren en conflicto, pero su técnica apunta a la exploración de las preocupaciones del hombre. En este sentido su lenguaje es compacto y conciliador. La rima está oculta, y las variaciones métricas son infinitas. 

Respecto del volumen que nos ocupa el escenario de Thomas es el de un mundo complejo, obturado por la guerra, el dolor, la religión y concentrado en la génesis y los ciclos vitales que afectan la vida moderna.

El poeta registra su propia rebelión para dar algo de luz a la contradicción del hombre y a la aceptación del sufrimiento, recorriendo lugares familiares y recuerdos trabajando sobre una cantidad de imágenes que dan unidad a la obra.

Traducir a Thomas, encontrar ‘la’ palabra, articularla hasta que resuene y adquiera validez poética ha sido y seguirá siendo un verdadero y amoroso desafío. 

Agradezco al Editor y a todos aquellos que hicieron posible la publicación de este libro, sin olvidar a Adrián Mastronardi. 
                                                                                                                             Silvia Camerotto

A Caitlin

Sobre todo cuando el viento de octubre




Sobre todo cuando el viento de octubre
castiga mi pelo con sus dedos helados,
atrapado por el sol abrasador, camino ardiendo
y arrojo sobre la tierra un cangrejo de sombra,
a la orilla del mar, escucho el arrullo de los pájaros,
escucho la tos del cuervo en el maltrato del invierno,
mi atareado corazón se estremece mientras ella habla
derramando el silabeo de su sangre y agotando sus palabras. 

Encerrado también en una torre de palabras, trazo
en el horizonte, que camina como los árboles,
las formas verbales de las mujeres y las filas de niños
con sus gestos estelares en el parque.
Algunas me permiten crearte de las vocálicas hayas,
algunas de las voces del roble, de las raíces
de múltiples comarcas espinosas que te cuentan memorias,
algunas me permiten crearte de los discursos de las aguas.

Detrás de una maceta con helechos el reloj que oscila
me cuenta la palabra de la hora, el significado neuronal
vuela sobre el disco rayado, declama la mañana
y cuenta el tiempo ventoso en la veleta.
Algunas me permiten crearte con las señales del prado;
el pasto de las orillas me cuenta todo lo que sé
se abre camino en el agusanado invierno entre los faisanes.
Algunas me permiten contarte los pecados del cuervo.

Sobre todo cuando el viento de octubre
(algunas me permiten crearte de hechizos otoñales,
de galimatías y de la ruidosa colina de Gales)
castiga la tierra con puños de nabos,
algunas me permiten crearte de palabras desalmadas.
El corazón está agotado, deletreando en la corrida de los impulsos 
de la química de la sangre, advertido de la furia que se viene.
A la orilla del mar escucha a los pájaros de oscuras vocales



Fern Hill



Ya que era joven y libre bajo las ramas del manzano
cerca de la casa melodiosa y tan feliz como verde era el pasto,
la noche sobre el valle estrellado,
el tiempo me dejaba llamar y trepar
áureo en el apogeo de sus ojos,
y honrado entre carros fui príncipe de los pueblos de manzanas
y alguna vez en un tiempo fui señor de los árboles y caminos 
de hojas de margaritas y cebada
bajando los ríos alumbrados por la luz de las frutas caídas.

Y era inmaduro y despreocupado, famoso entre los graneros
en el patio feliz y cantaba porque la granja era mi hogar,
bajo el sol que solo es joven una vez,
el tiempo me dejó jugar y ser
áureo bajo la gracia de sus poderes,
e inmaduro y áureo fui el cazador y el pastor, los terneros 
cantaron al ritmo de mi cuerno, los zorros en las colinas 
     aullaron claro y frío,
y el domingo sonaba lento 
entre las piedras de los sagrados arroyos.

El sol brillaba todo el tiempo, era hermoso, los pajonales
altos como la casa, las melodías de las chimeneas, era el aire
y que jugaba, bello y húmedo
y era tan verde como el césped.
Y a la noche bajo las ingenuas estrellas
mientras cabalgaba hacia el sueño las lechuzas se llevaban la granja,
y escuchaba a la luna todo el tiempo, bendecido entre establos, las chotacabras
volando entre las parvas, y los caballos
proyectándose en la oscuridad. 

Y luego despertar, y la granja, como un blanco vagabundo
regresaba junto al rocío, con el gallo al hombro: todo
brillaba, era Adán y la doncella,
el cielo volvió a unirse
y el sol se hizo redondo ese mismo día.
Y debe de haber sido después del nacimiento de la cándida luz
al principio, donde se hiló, los caballos hechizados excitados salían 
relinchando del verde establo 
hacia los campos de alabanza.

Y venerado entre zorros y faisanes la alegre casa
bajo las nubes recién creadas y tan feliz como podía el corazón,
bajo el sol nacido y renacido,
corrí por mis caminos despreocupados, 
mis deseos corriendo por la casa entre el alto heno
y nada me importaba, en mis celestes oficios, que el tiempo concede
durante todo su melodioso giro tan pocas canciones mañaneras 
a los niños tiernos y áureos
que lo siguen hasta perder la gracia,

Nada me importaba, en los días blancos del cordero, 
     que el tiempo me llevara
de la sombra de mi mano hasta el pajar plagado de golondrinas,
bajo la luna que siempre sale,
ni si en esa cabalgata al sueño lo escuchara
volar entre los altos campos
y despertara ante una granja para siempre ida de la tierra sin niños.
Oh, cuando era joven y despreocupado bajo la gracia de sus poderes,
el tiempo me sostuvo inmaduro y moribundo
aunque cantara encadenado como el mar


De: "Dylan Thomas, poemas escogidos (1934-1952), Barnacle 2024
Imagen en Britannia

DYLAN THOMAS (1914, Swansea, Gales, Reino Unido / 1953, Nueva York, Estados Unidos de NA)
Poeta galés en lengua inglesa. Trabajó como periodista en el South Wales Evening Post (donde redactaba obituarios, crítica de cine y teatro); durante la Segunda Guerra Mundial fue guionista en la BBC. Quiso enrolarse para ir al frente de batalla pero fue declarado no apto. Escribió guiones radiofónicos y cinematográficos. En vida publicó ocho libros; el primero de ellos se tituló Dieciocho poemas (1934). En Retrato del artista cachorro (1940), incluyó una decena de cuentos que narran su infancia y adolescencia. La antología Poemas escogidos 1934-1952 (1952) recibió el premio “William Foyle”. Nunca adhirió a secta o movimiento libresco alguno y no sabía leer en galés. En White Horse Tavern (número 567 de la Hudson Avenue) pronunció sus últimas, y ya míticas, palabras: “Tomé 18 whisky, creo que es el récord”

SILVIA CAMEROTTO Poeta, traductora y profesora del Laboratorio de Idiomas de la Universidad de Buenos Aires. 
Publicó  “La Grosse Fuge”, ”420 minutos de abstinencia”. 
Participó en  “Poetas que traducen poesía” y en  “Argentarium”, una antología bilingüe de los poemas breves de Ezra Pound en versión de trece poetas y traductores argentinos. 
Publicó “La Rabdomante” de Tiffany Atkinson, “El hombre cuya mano izquierda era un pollo” de Tiffany Atkinson. En el año 2020 publicó el “Paterson” de William Carlos Williams (Ediciones en Danza). 
Administra el blog De Sibilas y Pitias.

1 Comentarios

  1. Espléndida entrega. Gracias Pedro, Gracias Silvia, Gracias Dylan, Gracias Barnacle. Alfredo Lemon desde Córdoba

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