En el cauce del río seco
una espigada yegua orina sobre un sapo agradecido.Yo, que voy de paso, sonrío y recuerdo una antigua ley de compensacionesde la magia: más feo el sapomás bello y deslumbrante el príncipe.
Ay, pero la abundante orina de la yegua no es amor
Y, aunque amorosamente regada, no rompe los hechizos más
perversos: es
sólo un poco de agua ácida en esta sequedad solar
La yegua se aleja trotando aliviada, moviendo
las ancascomo una muchacha. Yo voy por los espinos resecosrecordando al sapo: el pobre no tenía encantamientoy se quedó soloy soportando su fealdad inmutable y ahorameada
Vivero
La luz del sol atraviesa las cañas de la ramada
y cae moteada sobre los helechos muertos.
Más allá la luz es atmósfera. Aquí
ss una lluvia de círculosintensos que
se hunden como
el humus y las plantas pútridas.
Amo esta luz
porque es el albor enterrado y fértilque tiene toda serena corrupción.
Otros poemas de JOSÉ WATANABE: aquíImagen:http://www.discovernikkei.org/
El árbol
Para Alicia y Lucho Delboy
En el bosque que bordea la carretera
un árbol ha desenterrado una de sus poderosas raíces para abrazar una peña blanca.La tierra no le fue suficiente: la raíz es una extremidaddonde el árbol se apoya para subir aún más alto.
No conozco el nombre del árbol
pero sus largas ramas caen lacias y rápidas como una cascada sobre la peña.
Como te lo digo: para el lenguaje
subir y bajar son dos conceptos enfrentados, y nunca se funden.
Mejor ven a la carretera,
la mismidad del doble movimiento del árbolsólo se resolverá limpiamente en nuestros ojos.
En las aguas termales
Las aguas termales afloran
entre bocanadas de vapor blanco y denso. Cuando se disipadeja ver las piedras que rodean la fuente, caprichosasformas erosionadas por el agua hirviente que sólo se muestran un instante y luegocomo un grupo de seres extraños vuelvena su territorio brumoso.
El agua desciende burbujeando hacia los baños,
se entibia en canales y pozasdonde ancianos adormecidos y tullidos sueñan un nuevo vigor.
Aquí arriba, en la fuente,
yo vivo otro engaño: los vaporesme permiten entrever la silueta de una mujer,no bíblica sino de bien moldeado culo (ay nostalgia), pero ya se desvaneceentre el humo y mi doliente memoria.
JOSÉ WATANABE (1945, Trujillo / 2007, Lima, Perú)
De: "La piedra alada", Bajo la luna, 2009Otros poemas de JOSÉ WATANABE, aquí