En el cauce del río seco
Yo, que voy de paso, sonrío y recuerdo
una antigua ley de compensaciones
de la magia: más feo el sapo
más bello y deslumbrante el príncipe.
Ay, pero la abundante orina de la yegua no es amor
no rompe los hechizos más
perversos: es
sólo un poco de agua ácida en esta sequedad solar
La yegua se aleja trotando aliviada, moviendo
como una muchacha. Yo voy por los espinos resecos
recordando al sapo:
el pobre no tenía encantamiento
y se quedó solo
y soportando su fealdad inmutable
y ahora
meada
Vivero
La luz del sol atraviesa las cañas de la ramada
sobre los helechos muertos.
Más allá la luz es atmósfera. Aquí
intensos que
se hunden como
el humus y las plantas pútridas.
Amo esta luz
que tiene toda serena corrupción.
Imagen:http://www.discovernikkei.org/
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