José Watanabe | El poeta ocasional

José Watanabe

José Watanabe


El árbol

                                                              Para Alicia y Lucho Delboy



En el bosque que bordea la carretera
un árbol ha desenterrado una de sus poderosas raíces
                 para abrazar una peña blanca.
La tierra no le fue suficiente:
                       la raíz es una extremidad
donde el árbol se apoya para subir aún más alto.

No conozco el nombre del árbol
pero sus largas ramas caen lacias y rápidas
              como una cascada 
                        sobre la peña.

Como te lo digo: para el lenguaje
subir y bajar son dos conceptos enfrentados,
                     y nunca se funden.

Mejor ven a la carretera,
la mismidad del doble movimiento del árbol
sólo se resolverá limpiamente en nuestros ojos.



En las aguas termales



Las aguas termales afloran
entre bocanadas de vapor blanco y denso.
             Cuando se disipa
deja ver las piedras que rodean la fuente, caprichosas
formas erosionadas por el agua hirviente
        que sólo se muestran un  instante
                            y luego
como un grupo de seres extraños
             vuelven
a su territorio brumoso.

El agua desciende burbujeando hacia los baños,
se entibia en canales y pozas
donde ancianos adormecidos y tullidos
                     sueñan un nuevo vigor.

Aquí arriba, en la fuente,
yo vivo otro engaño: los vapores
me permiten entrever la silueta de una mujer,
no bíblica
      sino de bien moldeado culo (ay nostalgia),
                  pero ya se desvanece
entre el humo y mi doliente memoria.


JOSÉ WATANABE (1945, Trujillo / 2007, Lima, Perú)
De: "La piedra alada", Bajo la luna, 2009
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