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T.S. Eliot / Attilio Bertolucci

T:S:Eliot: No con una explosión, sino un gemido
Un fotograma de la película un día en la vida de Oblomov, de N Mijalkov

Los hombres huecos    


El Sr. Kurtz ha muerto 
 (J. Conrad) 
"un penique para el viejo Guy" 



Somos los hombres huecos  
Somos los hombres disecados 
Recostados uno en otro 
Rellena de paja la cabeza. ¡Ay! 
Nuestras voces resecas, cuando 
Juntos susurramos 
Son quedas y nada significan
Como viento en el pasto seco
O patas de raras en el vidrio roto
De nuestra seca bodega

Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
Con la mirada fija, al otro Reino de la muerte
Nos recuerdan -si lo hacen- no como violentas
Almas perdidas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres disecados.


II



Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino de sueño de la muerte
Esos no aparecen:
Allí los ojos son
La luz del sol sobre una columna rota
Alli, hay un árbol que se agita
Y las voces son
En el canto del viento
Más lejanas y más solemnes
Que una estrella evanescente.
No esté yo más cerca
Del reino de sueño de la muerte
Vista yo también
Esos disfraces deliberados
Piel de rata, piel de cuervo, palos cruzados
En un campo
Comportándome como lo hace el viento
No más cerca
No ese encuentro final
En el reino del crepúsculo.



III



Esta es la tierra muerta
Esta es la tierra del cactus
Aquí se levantan las imágenes
De piedra, aquí reciben
La súplica de la mano de un muerto
Bajo el titilar de una estrella evanescente.

Asi es
En el otro reino de la muerte
Despertar solo
A la hora en que estamos
Temblando de ternura
Labios que besarían
Hacen ruegos a la piedra rota.



IV



Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas moribundas
En este valle hueco
Esta quijada rota de nuestros reinos perdidos

En éste, el último de los lugares de encuentro
Vamos a tientas juntos
Y evitamos hablar
Reunidos en esta playa del rio crecido
Sin ver, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
Rosa multifoliada
Del reino crepuscular de la muerte
La sola esperanza
De hombres vacios



V



Aqui bailamos en torno al tunal
en torno al tunal, en torno al tunal 
Aquí bailamos en torno al tunal
A las cinco de la mañana


Entre la idea
Y la realidad
Entre el impulso
Y el acto
Cae la Sombra

                               Porque Tuyo es el Reino

Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la Sombra
                              
                              La vida es muy larga

Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
Cae la Sombra

                             Porque Tuyo es el Reino

Porque Tuyo es
La vida es
Porque Tuyo es el

Así termina el mundo
Así termina el mundo
Así termina el mundo
No con una explosión, sino un gemido.



The hollow men



I

We are the hollow men
We are the stuffed men
Leaning together
Headpiece filled with straw. Alas!
Our dried voices, when
We whisper together
Are quiet and meaningless
As wind in dry grass
Or rats' feet over broken glass
In our dry cellar

Shape without form, shade without colour,
Paralysed force, gesture without motion;

Those who have crossed
With direct eyes, to death's other Kingdom
Remember us -- if at all -- not as lost
Violent souls, but only
As the hollow men
The stuffed men.

II

Eyes I dare not meet in dreams
In death's dream kingdom
These do not appear:
There, the eyes are
Sunlight on a broken column
There, is a tree swinging
And voices are
In the wind's singing
More distant and more solemn
Than a fading star.

Let me be no nearer
In death's dream kingdom
Let me also wear
Such deliberate disguises
Rat's coat, crowskin, crossed staves
In a field
Behaving as the wind behaves
No nearer --

Not that final meeting
In the twilight kingdom

III

This is the dead land
This is cactus land
Here the stone images
Are raised, here they receive
The supplication of a dead man's hand
Under the twinkle of a fading star.

Is it like this
In death's other kingdom
Waking alone
At the hour when we are
Trembling with tenderness
Lips that would kiss
Form prayers to broken stone.

IV

The eyes are not here
There are no eyes here
In this valley of dying stars
In this hollow valley
This broken jaw of our lost kingdoms

In this last of meeting places
We grope together
And avoid speech
Gathered on this beach of the tumid river

Sightless, unless
The eyes reappear
As the perpetual star
Multifoliate rose
Of death's twilight kingdom
The hope only
Of empty men.

V

Here we go round the prickly pear
Prickly pear prickly pear
Here we go round the prickly pear
At five o'clock in the morning.

Between the idea
And the reality
Between the motion
And the act
Falls the Shadow
For Thine is the Kingdom

Between the conception
And the creation
Between the emotion
And the response
Falls the Shadow
Life is very long

Between the desire
And the spasm
Between the potency
And the existence
Between the essence
And the descent
Falls the Shadow
For Thine is the Kingdom

For Thine is
Life is
For Thine is the

This is the way the world ends
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper.



Eliot a los doce años (De una fotografía)




Hoy un viento caliente recorre la tierra,
no árido ni seco como será más tarde,
arrastrando las hojas de cobre en un sonido
que imita al del infierno prepara el purgatorio

y su sueño otoñal. Ahora es marzo 
con el sol que te hace entrecerrar 
los ojos hondos, sus sombrías violetas,
sobre los que se encrespa el pelo despeinado

cuanto permite, o manda, la etiqueta 
de la Nueva Inglaterra, exiliada en las costas
meridionales: y jamás de frente
la querrás combatir. Pero vencerla ―

si hoy la amarga boca adolescente tal
propósito y empeño sugiere mientras contra
el muro de ladrillos el fotógrafo
finge tu ejecución y las rodillas

languidecen culpables por la cálida
estación y la edad ― y ya vencida
y vacía a la orilla del tiempo abandonarla,
reluciente, querrá decir vivir y escribir 

hasta el enero cruel, invierno de los huesos.



Eliot a dodici anni (Da una fotografía)




Oggi un vento caldo corre la terra, 
non arido non secco come sarà più tardi,
trascinando foglie di rame in un suono 
che imita l’inferno prepara il purgatorio 

e la sua sonnolenza autunnale. Questo 
è marzo con il sole che ti fa 
stringere gli occhi fondi, brune violette 
su cui s’aggrondano i capelli scomposti 

quanto permette, o esige, l’etichetta della 
Nuova Inghilterra esule su rive 
meridionali: e tu mai di petto 
vorrai combatterla. Vincerla — 

se oggi l’amara bocca adolescente tale
proposito e impegno significa mentre 
contro il muro di mattoni il fotografo 
finge la tua esecuzione e i ginocchi 

illanguidiscono colpevolmente al tepore 
della stagione e dell’età — e vinta 
abbandonarla vuota sulle rive del tempo, 
e lucente, vorrà dire vivere e scrivere 

sino al gennaio inclemente, all’inverno delle osa.


T.S. ELIOT / ATTILIO BERTOLUCCI
Traducción del inglés: Gerardo Gambolini
Traducción del italiano: Pablo Anadón
Fotograma de la película Un día en la vida de Oblomov, de N Mijalkov

T.S. Eliot: Sobre un fondo de atenuados tonos de violines

Retrato de una dama      

Has cometido —
fornicación: pero fue en otro país 
y, además, la muchacha ha muerto. 
— Marlowe, El judío de Malta [IV, 1]




Entre el humo y la niebla de una tarde de diciembre 
dejas que la escena se arme sola —como ha de parecer— 
con un “He reservado esta tarde para usted”; 
y cuatro velas tenues en la sala oscurecida, 
cuatro círculos de luz dibujándose en el techo, 
un atmósfera de tumba de Julieta 
preparada para todas las cosas a decir, o no decir.
Fuimos, digamos, a escuchar al polaco de moda
transmitir los Preludios, por el cabello y los dedos.
“Tan íntimo, este Chopin, que creo que su alma
debería resucitar sólo entre amigos,
dos o tres, que no tocaran la frescura
manoseada y cuestionada en las salas de concierto.”
— Y la charla así va derivando
entre deseos vacíos y lamentos elegidos con cuidado
sobre un fondo de atenuados tonos de violines
mezclados con débiles cornetas,
y comienza.

“No sabe cuánto significan mis amigos para mí,
y qué raro, qué raro y extraño es encontrar,
en una vida hecha de tantos, tantos fragmentos
(y eso por supuesto no me gusta... ¿lo sabía? ¡Usted no es ciego!
¡Es tan perceptivo!),
encontrar un amigo que tenga esas cualidades,
que tenga y ofrezca
esas cualidades de las que vive la amistad.
Cuánto significa para mí decirle esto...
sin esas amistades... la vida, ¡qué cauchemar!”

Entre el devaneo de los violines
y los solos fugaces
de cornetas entrecortadas,
un sordo tambor en mi cerebro
empieza a martillear absurdamente
su propio preludio,
caprichoso y monocorde,
que es al menos una clara, definida “nota falsa”.
— Tomemos aire, en un trance de tabaco,
admiremos los monumentos,
discutamos los últimos sucesos,
pongamos en hora nuestro reloj con un reloj de la calle
y sentémonos un rato a tomar nuestra cerveza.


II

Ahora que las lilas están en flor
tiene un jarrón de lilas en la sala
y gira con los dedos una lila mientras habla.
“Ah, amigo mío, usted no sabe, usted no sabe
lo que es la vida, debería retenerla entre sus manos”;
(girando lentamente cada tallo)
“La deja fluir de usted, la deja fluir,
y la juventud es cruel, y no tiene remordimientos
y se ríe de las cosas que no puede ver.”
Yo sonrío, por supuesto,
y sigo tomando el té.
“Pero con estos atardeceres de abril, que por alguna razón
me traen a la memoria mi vida enterrada, y París en primavera,
me siento inmensamente en paz, y encuentro que el mundo
es espléndido y joven, después de todo.”

La voz prosigue como el terco disonar
de un violín roto, en una tarde de agosto:
“Siempre estoy segura de que usted
entiende mis sentimientos, segura de que siente,
de que tiende su mano, al otro lado del abismo.

Usted es invulnerable, no tiene talón de Aquiles.
Seguirá avanzando, y cuando haya triunfado
podrá decir: en este punto muchos fracasaron.

¿Pero qué tengo yo, qué tengo yo que ofrecerle,
amigo mío, qué puede usted recibir de mí?
Sólo la amistad y la comprensión
de alguien que se acerca al final del camino.

Yo estaré sentada aquí, sirviendo el té a los amigos...”

Tomo el sombrero: ¿cómo compensar cobardemente
lo que ella me dijo?
Me verán en el parque, de mañana,
leyendo los chistes y la página deportiva.
Observo en particular:
una condesa inglesa sube al escenario,
matan a un griego en un baile de polacos,
otro estafador de bancos que confiesa.
Mantengo la compostura, el dominio de mí mismo,
excepto cuando un organillo, mecánico y cansado,
reitera una gastada tonada popular
con aroma a jacintos del jardín,
evocando cosas que otros han deseado.
¿Están bien o están mal estas ideas?


III

Cae la noche de octubre; regreso igual que antes
excepto por una leve sensación de incomodidad,
subo la escalera y giro el picaporte
y siento como si hubiera subido a gatas.
“Así que se está yendo al extranjero... ¿Y cuándo vuelve?
Pero esa pregunta no tiene sentido.
Difícilmente sepa cuándo volverá,
hallará tanto que ver...”
Mi sonrisa cae de golpe entre los adornos.

“Quizás me pueda escribir.”
Mi aplomo se reaviva por un instante;
esto es lo que esperaba.

“Me estuve preguntando con frecuencia últimamente
(¡pero el principio jamás sabe el final!)
por qué no hemos llegado a ser amigos.”
Yo me siento como alguien que sonríe, y al volverse
observa de repente su expresión en un espejo.
Mi aplomo se desvanece; estamos verdaderamente a oscuras.

“Porque todos lo decían, todos nuestros amigos,
¡todos estaban seguros de que nuestros sentimientos
nos unirían tanto! Yo misma apenas si lo entiendo.
Ahora debemos dejárselo al destino.
Me escribirá, al menos.
Quizás no sea demasiado tarde.
Yo estaré sentada aquí, sirviendo el té a los amigos.”
Y yo debo adoptar una forma diferente cada vez
para hallar expresión... bailar, bailar
como un oso bailarín,
chillar como un loro, parlotear como un mono.
Tomemos aire, en un trance de tabaco —

¡Bien! ¿Y si ella muriera una tarde,
una tarde gris y neblinosa, un anochecer amarillento y rosa;
si muriese dejándome sentado pluma en mano
con la niebla que baja a los tejados;
dudando, por un buen rato,
sin saber qué sentir o si comprendo
o si soy sagaz o necio, tarde o muy temprano...
no llevaría ella la ventaja, al fin y al cabo?
La música concluye con una “cadencia moribunda”,
ya que hablamos de morir —
¿Y tendría yo derecho a sonreír?



Portrait of a lady


Thou hast committed —
fornication: but that was in another country
and besides, the wench is dead.
—Marlowe, The Jew of Malta [IV, 1]


I

Among the smoke and fog of a December afternoon
You have the scene arrange itself —as it will seem to do—
With “I have saved this afternoon for you”;
And four wax candles in the darkened room,
Four rings of light upon the ceiling overhead,
An atmosphere of Juliet’s tomb
Prepared for all the things to be said, or left unsaid.
We have been, let us say, to hear the latest Pole
Transmit the Preludes, through his hair and finger-tips.
“So intimate, this Chopin, that I think his soul
Should be resurrected only among friends
Some two or three, who will not touch the bloom
That is rubbed and questioned in the concert room.”
—And so the conversation slips
Among velleities and carefully caught regrets
Through attenuated tones of violins
Mingled with remote cornets
And begins.

“You do not know how much they mean to me, my friends,
And how, how rare and strange it is, to find
In a life composed so much, so much of odds and ends,
(For indeed I do not love it ... you knew? you are not blind!
How keen you are!)
To find a friend who has these qualities,
Who has, and gives
Those qualities upon which friendship lives.
How much it means that I say this to you—
Without these friendships—life, what cauchemar!”

Among the windings of the violins
And the ariettes
Of cracked cornets
Inside my brain a dull tom-tom begins
Absurdly hammering a prelude of its own,
Capricious monotone
That is at least one definite “false note.”
—Let us take the air, in a tobacco trance,
Admire the monuments
Discuss the late events,
Correct our watches by the public clocks.
Then sit for half an hour and drink our bocks.

II

Now that lilacs are in bloom
She has a bowl of lilacs in her room
And twists one in her fingers while she talks.
“Ah, my friend, you do not know, you do not know
What life is, you should hold it in your hands”;
(Slowly twisting the lilac stalks)
“You let it flow from you, you let it flow,
And youth is cruel, and has no remorse
And smiles at situations which it cannot see.”
I smile, of course,
And go on drinking tea.
“Yet with these April sunsets, that somehow recall
My buried life, and Paris in the Spring,
I feel immeasurably at peace, and find the world
To be wonderful and youthful, after all.”

The voice returns like the insistent out-of-tune
Of a broken violin on an August afternoon:
“I am always sure that you understand
My feelings, always sure that you feel,
Sure that across the gulf you reach your hand.

You are invulnerable, you have no Achilles’ heel.
You will go on, and when you have prevailed
You can say: at this point many a one has failed.

But what have I, but what have I, my friend,
To give you, what can you receive from me?
Only the friendship and the sympathy
Of one about to reach her journey’s end.

I shall sit here, serving tea to friends....”

I take my hat: how can I make a cowardly amends
For what she has said to me?
You will see me any morning in the park
Reading the comics and the sporting page.
Particularly I remark An English countess goes upon the stage.
A Greek was murdered at a Polish dance,
Another bank defaulter has confessed.
I keep my countenance, I remain self-possessed
Except when a street piano, mechanical and tired
Reiterates some worn-out common song
With the smell of hyacinths across the garden
Recalling things that other people have desired.
Are these ideas right or wrong?


III

The October night comes down; returning as before
Except for a slight sensation of being ill at ease
I mount the stairs and turn the handle of the door
And feel as if I had mounted on my hands and knees.

“And so you are going abroad; and when do you return?
But that’s a useless question.
You hardly know when you are coming back,
You will find so much to learn.”
My smile falls heavily among the bric-à-brac.

“Perhaps you can write to me.”
My self-possession flares up for a second;
This is as I had reckoned.

“I have been wondering frequently of late
(But our beginnings never know our ends!)
Why we have not developed into friends.”
I feel like one who smiles, and turning shall remark
Suddenly, his expression in a glass.
My self-possession gutters; we are really in the dark.

“For everybody said so, all our friends,
They all were sure our feelings would relate
So closely! I myself can hardly understand.
We must leave it now to fate.
You will write, at any rate.
Perhaps it is not too late.
I shall sit here, serving tea to friends.”

And I must borrow every changing shape
To find expression ... dance, dance
Like a dancing bear,
Cry like a parrot, chatter like an ape.
Let us take the air, in a tobacco trance—

Well! and what if she should die some afternoon,
Afternoon grey and smoky, evening yellow and rose;
Should die and leave me sitting pen in hand
With the smoke coming down above the housetops;
Doubtful, for quite a while
Not knowing what to feel or if I understand
Or whether wise or foolish, tardy or too soon...
Would she not have the advantage, after all?
This music is successful with a "dying fall”
Now that we talk of dying"
And should I have the right to smile?






Otros poemas de
T.S. ELIOT, aquí
Traducción: Gerardo A. Gambolini
Fuente: Patricia Damiano

Lisa Grunberger: Nací sabiendo


Nací sabiendo




Mi padre arregla relojes en el sótano,
mi madre mira TV arriba.
La puerta de mi Oma siempre está cerrada.
Imagino que está sentada en la silla verde menta
tejiendo o leyendo a Goethe. Los sábados
mira el show de Lawrence Welk.
Hago los deberes en la mesa de la cocina –
los iroqueses, álgebra, Orgullo y prejuicio.
Pruebo las tazas congeladas de helado de nuez
Weight Wathcher’s enterradas bajo pechugas de pollo
del súper y bolsas refrigerantes. Sabe artificial,
sus gránulos helados se niegan a derretirse
en mi boca adolescente.
A veces papá sube
y se corta una tajada de queso fuerte
o saca una barra de Caddbury con leche
y parte un trozo para mí.
Mamá baja con sus pantuflas rosadas
durante una pausa comercial y
caza un grillo que canta y la pone nerviosa,
como el tictac del reloj o el agua cuando gotea.
Corta un pomelo en ocho gajos y
lo pone en un cuenco sobre una toalla de papel
con otra en la mano para recoger el jugo.
Sube otra vez.
Entre la 1 y las 4 de la mañana la casa
encierra los gritos de mi Oma. No recuerdo
haberle preguntado a mi madre el por qué o qué eran esos gritos.
Nací sabiendo sobre Buchenwald,
sobre mi Opa Leo que murió de tuberculosis en un campo de trabajo.
Sabía que en el barco ilegal a Palestina
mi padre larguirucho comía cebollas y papas crudas
como si fueran manzanas.
Cada mañana bajo la escalera y encuentro a Oma
vestida con medias y zapatos, blusa de seda y falda de tweed,
bebiendo café schwartz –negro– de cara al sol, mirando
hacia la bahía. Ni una sola vez pensé en preguntarle
en qué soñaba. Pero a veces, cuando era muy chica.
iba a verla, me sentaba en el borde de su cama
que olía a fruta pasada, hilo y crema Nivea,
y ponía mi pequeña mano en su frente
húmeda con el sudor de Hitler.


Born Knowing




My Father fixes clocks in the basement, 
my Mother watches TV upstairs.
My Oma’s door is always closed.
I imagine she sits on the mint green chair
knitting or reading Goethe. On Saturday
she watches Lawrence Welk.
I sit at the kitchen table doing homework––
Iroquois Indians, algebra, Pride and Prejudice.
I taste the frozen cups of Weight Watcher’s
Butter Pecan ice treat buried underneath
supermarket chicken breasts and blue ice packs.
It tastes synthetic, its icy granules refuse 
to melt in my adolescent mouth. 

Sometimes Daddy comes up 
and cuts himself a piece of smelly cheese
or pulls out a bar of Cadbury Milk Chocolate
and breaks off a piece for me.  
Mom comes down in her pink slippers then, 
during a break for commercials; she chases 
a cricket whose chirping makes her nervous,
like a ticking clock does or water dripping.
She cuts a grapefruit into eight wedges and
places it in a bowl atop a Bounty paper towel
with another towel in hand to collect the juice.
She goes upstairs.

Between 1 and 4 in the morning the house 
holds my Oma’s screams. I don’t remember
asking my Mother the why or what of these cries.
I was born knowing about Buchenwald, 
my Opa Leo who died of tuberculosis in a labor camp.
I knew how on the illegal ship to Palestine 
my beanpole Dad ate raw potatoes and onions like apples.

Every morning I come down the stairs to find Oma
dressed in stockings and shoes, a silk blouse and tweed skirt,
drinking schwartz café––black coffee, facing the sun, looking
out at the bay.  Never once did I think to ask her of what 
she dreamed. But sometimes, when I was very young, 
I would go to her, sit at the edge of her bed that 
smelled of over-ripe fruit, yarn and Nivea cream,
and press my small hand to her forehead,
wet with Hitler’s sweat.



poetas norteamericanas
Otros poemas de LISA GRUNBERGER, aquí
Traducción: Gerardo Gambolini
Imagen en ResearchGate

Dos poemas de Lisa Grunberger

poetas norteamericanas, recuerdos de madre

Recuerdos de madre, otra vez      




a la mañana cuando mi cabeza está pesada de noche y cobija 
y murciélagos y de las letras haciendo su striptease detrás de mis ojos cerrados 
       
me lleno de ti, tus ojos entre tigre y avellana danzan frente a mí 
y estarás allí todo el día un fragmento del otro mundo 
 
dentro de mí como vive nuestra casa dentro de mí esa otra familia 
     tan real como una lluvia en un país diferente tan real como un caballo 
 
de un siglo diferente porque aún estamos allí no es así madre 
     volteando las fichas de Rummikub, dejando hervir el café turco  
 
otra vez antes de verter la espesa infusión oscura en la porcelana. 
     Qué hace la memoria sino doblarse sobre sí misma — ella también  
 
como una sombra oblicua interrumpida al mediodía en una calle veraniega.  
algunos ven auras, mis dones son más modestos: yo huelo tu aroma 
 
como un perro huele la carne asada del festín de un vecino 
bajo una carpa en el cul-de-sac a la vuelta de la esquina donde las casas  

cuestan más porque hay un jardín y una vista de flores. 
Siempre decías sigue la tierra y el agua,

cuando estábamos en la cama mirando y mirando la caja boba,
esa fluorescente maravilla de suspiros y sonidos,

tu cabello color miel recién arreglado firme al contacto cuando mi cara 
rozaba sus bordes accidentalmente. La tierra a principios de abril

está llena de flores de cerezo. Mi hija anhela 
conocerte. Qué haces le pregunto cuando ella

apoya su mejilla fría contra mi corazón. Escucho
la voz de tu madre, me dice, como si fuera obvio 



El tiempo de mi padre




Trato de hallar el tiempo de mi padre
dentro de mí. Es difícil.

Su tiempo era Encantado. Un tiempo
de sueño que él conjuraba con sus manos. 

Mi padre casi murió allí.
Lo salvó buena gente.

Lo salvó un bote. Heces al costado
del bote, según un testigo ocular.

Lo salvaron cebollas crudas.
Mi padre reía mucho.

Los relojes de nuestra casa
que recogía como niños perdidos 

repican y cantan y suenan
y hacen cucú a toda hora.

¿Sabes? Él vive realmente
en el No-Tiempo. Cuando tenía hambre, 

comía. ¡Media hogaza de pan italiano
en el camino a casa desde el trabajo!

“Cariño, no tendrás hambre
para cenar”, decía mamá.

Pero él comía la sopa
de hongos, el colirrábano ligeramente salado.

Pedía más. Pedía postre.
“Noch vas?” preguntaba, un tono inocente en su voz.

Para mí, el tiempo encarcela.
Estrecho y estrechándose. Yo estoy buscando 

el tiempo de mi padre, los domingos
reunidos en la mesa interminable llena de pasteles

y café turco hecho en la vieja cafetera
que mamá trajo de Israel.

El tiempo me pesa.
¿Qué tiempo es este?  

La muerte se saltó una generación.
Él, tan luminoso, yo, tan oscura,

él claridad mezclada con oscuridad humana,
yo oscuridad mezclada con la luz de papá.

Lupa, resortes, mecanismo, balanza.
Regular como un reloj. Se levantaba a las 6. Ducha

y una taza de café liviano y dulce.
Se iba al trabajo. Volvía  y se lavaba las manos,

mucho jabón en el lavabo, arriba.
Sus manos elegantes salpicando

notas de gracias bajo el grifo.
Siempre lo mismo, sin aburrirse.

Un hombre de rutinas. ¿Adónde irá
cuando yo muera?  Se volverá una foto 

sin nombre en un álbum? ¿Quién es ése? 
Un hombre que por poco fue asesinado

en un tiempo en que un millón y medio de niños
fueron asesinados. “Por qué escribes

sobre esas cosas tan oscuras, Leeza,
come un chocolate,

haz un pastel, suéltate,
escucha un poco de Louis Armstrong. 

Escucha el sonido tan hermoso 
que puede crear tocando su trompeta”. 

Papá cierra sus ojos marrón claro
y escucha el sonido 

que hace Louis con su trompeta,
y el tiempo se mece embelesado

sobre su cabeza. Dentro de mí
el tiempo fuera de la cuna

hace tic-tac
interminablemente 

Yo voy a morir
lejos de donde vengo.

Su tiempo, sí, está 
dentro de mí.

Pero es difícil.


LISA GRUNBERGER (Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos de NA) 
Traducción: Gerardo Gambolini
Enlace: Lisa Grunberger
Imagen en Templey University

David Ferry


Caballos   




Es cierto que, como dijo, los caballos, 
cuando el relámpago señaló algo 
en el horizonte, reconocieron la señal, 
avanzaron con extraordinaria belleza 
de fintas y relinchos, aletear de orejas, 
cambios de paso, esquives, giros, 
las piernas delicadas averiguando algo 
que la tierra podía decirles, interpretando 
la declaración del cielo de inminente oscuridad. 
La tormenta estaba haciendo lo que siempre hace, 
matriz de señales, a lo largo del horizonte. 
Las casas en el valle eran nítidamente claras,
la oscuridad de la tormenta hacía posible
una delineación perfecta,
las siluetas de las casas rebosantes de luz.



Un domingo por la mañana


Mi hijo y yo
caminamos por la calle.
Ningún mar se alza cerca. Ninguna ira
asoma por el cielo perfecto.
El destello de las ruedas
de un auto que pasa no es
el destello de ese destino
que podría haber temido, no este domingo.
Una página de un diario
corre por el desagüe.
Es una hoja
caída de un árbol terrible,
el árbol de la ira,
las lágrimas, el miedo.
No son nada para él,
ni nada para mí, este domingo.



David Ferry

DAVID FERRY (1924, Orange, Nueva Jersey, 
Estados Unidos de Norte América) 
Traducción: Gerardo A. Gambolini
Imagen: Poet at Harvard




R.S. Thomas: Eso decían dos viejos poetas



Poesía para comer 




“Escucha, la poesía debería ser tan natural 
como el pequeño tubérculo que se alimenta de estiércol 
y crece lentamente desde el rústico suelo  
hasta esa flor blanca de una belleza inmortal.” 

“¡Natural, demonios! ¿Fue Chaucer  
el que habló una vez del prolongado sudor  
que corre como sangre en la creación de un poema? 
Déjaselo a la naturaleza, y el verso se desparrama,
débil como la enredadera, si acaso llega a romper
la férrea costra de la vida. Hombre, debes transpirar
y rimar apretando las tripas, si quieres construir 
una carrera con tus versos.”
“Hablas como si el sol 
jamás hubiera sorprendido a la mente
avanzando a tientas por su camino brumoso.”

“El sol es algo que requiere una ventana
antes de entrar en un cuarto oscuro.
Las ventanas no aparecen porque sí.”

Eso decían dos viejos poetas,
encorvados sobre su cerveza en la niebla baja 
de una taberna, mientras la charla ruidosa 
seguía a su alrededor, en prosa fluida.


Poetry For Supper




'Listen, now, verse should be as natural
As the small tuber that feeds on muck
And grows slowly from obtuse soil
To the white flower of immortal beauty.'

'Natural, hell! What was it Chaucer
Said once about the long toil
That goes like blood to the poem's making?
Leave it to nature and the verse sprawls,
Limp as bindweed, if it break at all
Life's iron crust. Man, you must sweat
And rhyme your guts taut, if you'd build
Your verse a ladder.'
            'You speak as though
No sunlight ever surprised the mind
Groping on its cloudy path.'
'Sunlight's a thing that needs a window
Before it enters a dark room.
Windows don't happen.'

           So two old poets,
Hunched at their beer in the low haze
Of an inn parlour, while the talk ran
Noisily by them, glib with prose.



El otro




Hay noches tan silenciosas
que puedo oír a la pequeña lechuza 
a lo lejos y a un zorro que aúlla 
a millas de aquí. Es entonces cuando
me echo en la cama, despierto, 
escuchando el oleaje nacido en algún punto
del Atlántico,
subiendo y bajando, subiendo y bajando,
ola tras ola contra la larga costa
del pueblo que está sin luz
y sin compañía. Y me 
viene la idea
de ese otro ser que 
también está despierto,
dejando romper nuestras plegarias contra él,
no como esta, unas pocas horas,
sino durante días, años, la eternidad.



The Other




There are nights that are so still
that I can hear the small owl calling
far off and a fox barking
miles away. It is then that I lie
in the lean hours awake listening
to the swell born somewhere in
the Atlantic
rising and falling, rising and falling
wave on wave on the long shore
by the village that is without light
and companionless. And the
thought comes
of that other being who is
awake, too,
letting our prayers break on him,
not like this for a few hours,
but for days, years, for eternity.



La vista desde la ventana




Como una pintura enfrente de uno, 
pero menos transitoria, atemporal; esos colores
se renuevan día a día con variaciones
de luz y distancia que ningún artista
logra ni insinúa. Y está el movimiento,
el cambio, cuando la luz del sol
cura lentamente los moretones de las nubes,
o la cuando la nieve tapa
un humor sombrío, pero dorado al atardecer
para alegrar el corazón. A lo largo de la historia
el gran pincel jamás descansó
ni el cuadro se secó; sin embargo ¿qué ojo, 
mirando fríamente, o como miramos ahora,
con la lente de las lágrimas, vio alguna vez
esa obra y no estaba terminada?



The View from the Window




Like a painting it is set before one,
But less brittle, ageless; these colours
Are renewed daily with variations
Of light and distance that no painter
Achieves or suggests.  Then there is movement,
Change, as slowly the cloud bruises
Are healed by sunlight, or snow caps
A black mood; but gold at evening
To cheer the heart.  All through history
The great brush has not rested,
Nor the paint dried; yet what eye,
Looking coolly, or, as we now,



Otros poemas de R.S. THOMAS, aquí
Traducción: Gerardo A. Gambolini
Enlaces: Linne Magazine | Universidad Rodin


Richard Wilbur






Vergüenza 












Es un estado encerrado y pequeño, sin ninguna política exterior 


salvo ser considerado inofensivo. La gramática del lenguaje 


jamás fue descifrada, debido a la costumbre nacional 


de dejar que cada frase se desvanezca confusa. 


Quienes han visitado Scusi, la ciudad capital, 


cuentan que la ruta ferroviaria desde Schuldig 


atraviesa la campiña, mayormente descrita como chata.


La oveja es el producto nacional. La borrosa inscripción


en las puertas de la ciudad podría traducirse de este modo:


“Me temo que no hallarás aquí gran cosa de interés”.


Los informes de censo que indican población cero


no son –por supuesto– de confiar, salvo como reflejo


de la confusa insistencia de los nativos


en cuanto a que ellos no cuentan, así como de su modesto horror


a dejar que el sexo de uno se conozca sin rodeos.


El gris uniforme de los edificios indistintos


y la ausencia de iglesias o baños públicos


han dado a los observadores la extraña impresión de miseria ostentosa,


y debe decirse de los ciudadanos


(que andan murmurando en sus rasposas pieles de oveja,


empacándose ante las grietas de las veredas)


que carecen de la paz de espíritu de los verdaderamente humildes.


El tenor de vida es cauteloso, incluso en la rígida y seria indiferencia


de los guardias de frontera y douaniers,


quienes admiten, cada vez que pueden,


no sólo los habituales cargamentos de desodorante,


sino gitanas, cuerda Sol, hashish y pigmentos de contrabando.


Su negligencia total se reserva, sin embargo,


para la esperada invasión, a cuyo tiempo los hombres, el pueblo feliz


(riendo, rubicundamente desnudos y desvergonzadamente borrachos)


sorprenderán al enemigo con su pasmosa sumisión,


corromperán a los generales, infiltrarán el estado mayor,


usurparán el trono, se proclamarán a sí mismos dioses del sol


y causarán el colapso de todo el imperio.











Shame











It is a cramped little state with no foreign policy,


Save to be thought inoffensive. The grammar of the language


Has never been fathomed, owing to the national habit


Of allowing each sentence to trail off in confusion.


Those who have visited Scusi, the capital city,


Report that the railway-route from Schuldig passes


Through country best described as unrelieved.


Sheep are the national product. The faint inscription


Over the city gates may perhaps be rendered,


"I'm afraid you won't find much of interest here."


Census-reports which give the population


As zero are, of course, not to be trusted,


Save as reflecting the natives' flustered insistence


That they do not count, as well as their modest horror


Of letting one's sex be known in so many words.


The uniform grey of the nondescript buildings, the absence


Of churches or comfort-stations, have given observers


An odd impression of ostentatious meanness,


And it must be said of the citizens (muttering by


In their ratty sheepskins, shying at cracks in the sidewalk)


That they lack the peace of mind of the truly humble.


The tenor of life is careful, even in the stiff


Unsmiling carelessness of the border-guards


And douaniers, who admit, whenever they can,


Not merely the usual carloads of deodorant


But gypsies, g-strings, hasheesh, and contraband pigments.


Their complete negligence is reserved, however,


For the hoped-for invasion, at which time the happy people


(Sniggering, ruddily naked, and shamelessly drunk)


Will stun the foe by their overwhelming submission,


Corrupt the generals, infiltrate the staff,


Usurp the throne, proclaim themselves to be sun-gods,


And bring about the collapse of the whole empire.











RICHARD WILBUR (1921, Nueva York / 2017, Belmont, Estados Unidos de NA)

Traducción: Gerardo A. Gambolini

Enlaces: Fausto M. Ávila | Periódico de Poesía 

Imagen: Daily Poetry











Mary O'Malley: Los objetos de la casa ya no son inertes o agradables

Gran poeta irlandesa con polluver negro y medallón

En Friar's Hill


Cuando partas a Itaca / ruega que tu viaje sea largo"
Cavafy

A esta hora de la noche los objetos de la casa
ya no son inertes o agradables.
Despiden emanaciones cargadas de ceniza.
El frío televisor, el panel de la ventana
y el teléfono tiemblan ligeramente
en sus sueños de baratija.
Hace casi dieciocho años
regresamos del sol
con dos hijos pequeños
a esta, nuestra ciudad universitaria.
Aquí, no lo sabíamos,
planeaban abrir una calle.
En la colina de enfrente
solían pastar dos caballos, Verano e Invierno,
que nuestra hijita adoraba.
Arriba, en las constelaciones,
convergían trayectorias
de estrellas candentes. Pese a las
señales de desastre,
cada colisión fue evitada.
Cuando volví al hogar esta noche
los gatos vinieron hacia mí,
una sombra gris, una nube naranja.
¿Hogar? No hay peligro de elegía.
Ya nunca tendremos treinta años de casados.
Este anillo de bodas
que fue nuestra O de regocijo
y “para siempre” y que está en un
oscuro cajón, todavía me va bien.
Cuando partimos a Itaca
con rostros radiantes, te di juventud
y fuego, tanto como dolor.
Aunque esa isla desnuda no era
el destino esperado,
compramos ámbar y ébano
y nuestro viaje fue largo.
Los caballos ya no están,
reemplazados por casas.
En cada calle, en cada barrio nuevo,
comienza una vez más.
Esta noche de noviembre
hay una luna
atrapada en una tenue malla
de bruma. Me consuela saber
que podría ir hasta la colina de enfrente
donde pastaban la yegua blanca y el caballo marrón
y la bahía se ensanchaba al oeste,
hacia el agua y la fuga.


Calipso




La luna asoma su alta grupa sobre el pueblo.
La marea sube con intención de aclarar y anegar.
En un sueño, un bote se mueve detrás de la hierba.
Lo conozco, veintiocho pies y un mástil.
El motor Lister parece una becasina. Viene
hacia mí. Dos rápidas pinceladas
azul Matisse parten el agua en una V.
Ya craquelado el fuego, todo lo que quiero
es este estado, la raíz cuadrada del amor reducido
a nostalgia, una vocal suave sostenida por dos
consonantes fuertes - el reino de los sueños insiste
en que es peligroso consumirse más que eso.
El desecho de mis años se entrelaza con la marea agitada.
Voy hacia el promontorio, con su escudo de nubes de tormenta.
Trataré de hallar, en este viaje,
a alguien que tenga la receta de los panales.
Dejo mi hogar - no llevo acompañantes -
y subo al bote de mi padre con esta instrucción:
Olvida las estrellas. El ángulo plisado donde el cielo se junta
y forma un techo es lo único en lo que puedes fiarte ahora.
Dos golpes de los remos y responde, liviano como un hueso del deseo,
el caprichoso regalo de los dioses por este arte de estar sola.

Versiones de Gerardo Gambolini


La petición




A las nueve en el hotel.
Si no vienes o llegas tarde
nos veremos en la tumba.
Creo que deberías ponerte 
un vestido.
¿Te parece bien?
Por supuesto,
ninguna mujer de Connemara que se precie
aparecería en un cementerio
con menos.

Versión de Enrique Alda



MARY O'MALLEY 
(1954, Connemara, Irlanda)

Ezra Pound: Oh, tú, recién llegado, que buscas a Roma en Roma

L’Albatre



Esta dama en su blanca bata de baño que ella llama un peignoir
es, por el momento, la amante de mi amigo,
y las blancas patas delicadas de su blanco perrito
no son más delicadas de lo que es ella,
y ni el mismo Gautier hubiera desdeñado sus contrastes en blancura
cuando está sentada en un sillón
entre dos velas indolentes.


Roma


-del francés, de Joachim du Bellay
“Troica Roma resurges” —Propercio


Oh, tú, recién llegado, que buscas a Roma en Roma
y no hallas ninguna cosa en Roma que puedas llamar romana.
Los arcos envejecieron y se han vuelto vulgares los palacios;
sólo el nombre de Roma guardan estos muros.

Mirad cuánta soberbia y cuánta ruina puede acontecer:
una que tuvo al mundo sometido,
que todo conquistó, ahora conquistada;
porque Ella es presa del Tiempo y el Tiempo todo lo consume.

Roma que eres sólo un monumento póstumo de Roma,
Roma que sólo has conquistado la villa de Roma,
el Tíber solamente, de paso en camino al mar,

restos de Roma. ¡Oh tú, mundo, mimo inconstante!
Lo que en ti permanece firme el Tiempo lo derriba
y a aquello que es fugaz el Tiempo veloz aventaja.


L’Albatre



This lady in the white bath-robe which she calls a peignoir,
Is, for the time being, the mistress of my friend,
And the delicate white feet of her little white dog
Are not more delicate than she is,
Nor would Gautier himself have despised their contrasts in whiteness
As she sits in the great chair
Between the two indolent candles.


Rome

-del francés, de Joachim du Bellay
“Troica Roma resurges” —Propercio


O thou newcomer who seek’st Rome in Rome
And find’st in Rome no thing thou canst call Roman;
Arches worn old and palaces made common
Rome’s name alone within these walls keeps home.

Behold how pride and ruin can befall
One who hath set the whole world ‘neath her laws,
All-conquering, now conquered, because
She is Time’s prey, and Time conquereth all.

Rome that art Rome’s one sole last monument,
Rome that alone hast conquered Rome the town,
Tiber alone, transient and seaward bent,
Remains of Rome. O world, thou unconstant mime!
That which stands firm in thee Time batters down,
And that which fleeteth doth outrun swift Time.




Ezra Pound
Otros poemas de EZRA POUNDaquí
Traducción: Gerardo Gambolini
Imagen: Moma

Vona Groarke


Amuleto




Si una bandada de cuervos cruzara por tu ventana
lo verías como un augurio de mala suerte.
En un cuarto donde conoces todo de memoria,
lo familiar es tu escudo contra la oscuridad.
Por eso, cuando escribes que te molesta mi vida —
los amantes, la falta de trabajo, el dar vueltas —
supongo que quieres que vaya.
Lo que yo llamo suerte, tú lo llamas un plan hábil.
Lo que tú llamas suerte, yo lo llamo un hombre desesperado.


Traducción: Gerardo Gambolini


Como si cualquier cosa pudiera



Un artículo de hace dos años es lo que inaugura
mi hoguera esta noche. ¿En qué andaba metida? ¿Qué he hecho?
No es como si el mundo me increpara con un «¡Haz esto!» o
un «¡Haz esto!». Y no es como si aprender una cosa
suponga desaprender otra. El hogar es tumbarse
cuando a una le apetece tumbarse, un cuenco de porvenir
junto al lecho y una ventana a la altura de la mano
de modo que al abrirse, como un diario, las jornadas y todo su cortejo
se escabullen suavemente, ah cuán suavemente, del dormitorio.


Traducción: Jordi Doce

Lucky Charm



If a brood of crows should cross your windows
you would take it as a portent of bad luck.
In a room where everything is known by heart
the familiar is your guard against the dark.
So when you write that you’re bored by my life —
the lovers, lack of work, the moving round —
I figure that you want me to come home.
What I call luck, you call a well-made plan.
What you call luck, I call a desperate man.



As if anything could



A paper from the year before last is the start of
my tonight fire. Where was I? What have I done?
It’s not as if the world was shouting, ‘Do this!’ or
‘Do this!’ at me. And it’s not as if learning one thing
means unlearning one thing else. Home is to lie
when you need to lie, a bowl of tomorrow left
by the bed and a window at the height of your hand
to open, like a diary, so the days and all their equipage
slip lightly, oh so lightly, from the room.


VONA GROARKE (1964, Edgerworthstown, Irlanda)
Traducción: Gerardo Gambolini / Jordi Doce
Enlaces: Poetry Foundation | The Manchester Review | Emma Gunst
Imagen: Los Ángeles Review of Books

R.S. Thomas en versiones de Gerardo A. Gambolini


RS Thomas



El pozo oscuro 







Ellos te ven como te ven,

un granjero pobre y sin nombre

arando cuesta arriba, sembrando el viento

con chillidos de gaviotas al final del día.

Para mí eres Prytherch, el hombre

que dirigió más que todos

mi lenta caridad adonde hacía falta.

Hay dos hambres, el hambre de pan

y el hambre del alma rústica

que ansía la gracia de la luz. Yo he visto ambas,

y elegí para el oído indulgente del mundo

la historia de uno cuyas manos

se han magullado contra las puertas cerradas

de la vida; uno cuyo corazón, más lleno que el mío

de lágrimas tragadas, es el pozo oscuro

del que extraer, gota a gota,

la terrible poesía de su clase.









The Dark Well 

They see you as they see you, / A poor farmer with no name, / Ploughing cloudward, sowing the wind / With squalls of gulls at the day’s end. / To me you are Prytherch, the man / Who more than all directed my slow / Charity where there was need. / There are two hungers, hunger for bread / And hunger of the uncouth soul / For the light’s grace. I have seen both, / And chosen for an indulgent world’s / Ear the story of one whose hands / Have bruised themselves on the locked doors / Of life; whose heart, fuller than mine / Of gulped tears, is the dark well / From which to draw, drop after drop, / The terrible poetry of his kind.







Un mirlo cantando 







Parece mentira que de ese pájaro,

negro, atrevido, que sugiere lugares

oscuros, venga sin embargo

una música tan rica, como si el mineral

de las notas se volviera un metal precioso

a un toque de ese pico brillante.



Lo has oído muchas veces, solo en tu escritorio

a principios de abril, tu mente distraída

de su trabajo por la dulce turbación

de crepúsculo apacible fuera de tu cuarto.



Un cantor monocorde, pero que carga cada frase

con los matices de la historia, el amor, la dicha

y el dolor aprendidos por su oscura tribu

en otros huertos y transmitidos ahora

instintivamente como son,

pero siempre distintos con lágrimas nuevas.







A Blackbird Singing 

It seems wrong that out of this bird, / Black, bold, a suggestion of dark / Places about it, there yet should come / Such rich music, as though the notes’ / Ore were changed to a rare metal / At one touch of that bright bill. // You have heard it often, alone at your desk / In a green April, your mind drawn / Away from its work by sweet disturbance / Of the mild evening outside your room. // A slow singer, but loading each phrase / With history’s overtones, love, joy / And grieve learned by his dark tribe / In other orchards and passed on / Instinctively as they are now, / but fresh always with new tears.







El otro







Hay noches tan silenciosas

que puedo oír a la pequeña lechuza

a lo lejos y a un zorro que aúlla

a millas de aquí. Es entonces cuando

me echo en la cama, despierto,

escuchando el oleaje nacido en algún punto

del Atlántico,

subiendo y bajando, subiendo y bajando,

ola tras ola contra la larga costa

del pueblo que está sin luz

y sin compañía. Y me

viene la idea

de ese otro ser que

también está despierto,

dejando romper nuestras plegarias contra él,

no como esta, unas pocas horas,

sino durante días, años, la eternidad.





The Other

There are nights that are so still/that I can hear the small owl calling/far off and a fox barking/miles away. It is then that I lie/in the lean hours awake listening/to the swell born somewhere in/the Atlantic

rising and falling, rising and falling/wave on wave on the long shore/by the village that is without light/and companionless. And the/thought comes/of that other being who is/awake, too,/letting our prayers break on him,/not like this for a few hours,/but for days, years, for eternity.






R.S. THOMAS 

1913, Cardiff / 2000, Criccieth, Gales, Reino Unido

Enlaces:

http://faustomarcelo.blogspot.com/2017/02/poemas-de-r-s-thomas.html

https://www.poetryfoundation.org/poets/r-s-thomas

Imagen: BBC

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