Vergüenza
Es un estado encerrado y pequeño, sin ninguna política exterior
salvo ser considerado inofensivo. La gramática del lenguaje
jamás fue descifrada, debido a la costumbre nacional
de dejar que cada frase se desvanezca confusa.
Quienes han visitado Scusi, la ciudad capital,
cuentan que la ruta ferroviaria desde Schuldig
atraviesa la campiña, mayormente descrita como chata.
La oveja es el producto nacional. La borrosa inscripción
en las puertas de la ciudad podría traducirse de este modo:
“Me temo que no hallarás aquí gran cosa de interés”.
Los informes de censo que indican población cero
no son –por supuesto– de confiar, salvo como reflejo
de la confusa insistencia de los nativos
en cuanto a que ellos no cuentan, así como de su modesto horror
a dejar que el sexo de uno se conozca sin rodeos.
El gris uniforme de los edificios indistintos
y la ausencia de iglesias o baños públicos
han dado a los observadores la extraña impresión de miseria ostentosa,
y debe decirse de los ciudadanos
(que andan murmurando en sus rasposas pieles de oveja,
empacándose ante las grietas de las veredas)
que carecen de la paz de espíritu de los verdaderamente humildes.
El tenor de vida es cauteloso, incluso en la rígida y seria indiferencia
de los guardias de frontera y douaniers,
quienes admiten, cada vez que pueden,
no sólo los habituales cargamentos de desodorante,
sino gitanas, cuerda Sol, hashish y pigmentos de contrabando.
Su negligencia total se reserva, sin embargo,
para la esperada invasión, a cuyo tiempo los hombres, el pueblo feliz
(riendo, rubicundamente desnudos y desvergonzadamente borrachos)
sorprenderán al enemigo con su pasmosa sumisión,
corromperán a los generales, infiltrarán el estado mayor,
usurparán el trono, se proclamarán a sí mismos dioses del sol
y causarán el colapso de todo el imperio.
Shame
It is a cramped little state with no foreign policy,
Save to be thought inoffensive. The grammar of the language
Has never been fathomed, owing to the national habit
Of allowing each sentence to trail off in confusion.
Those who have visited Scusi, the capital city,
Report that the railway-route from Schuldig passes
Through country best described as unrelieved.
Sheep are the national product. The faint inscription
Over the city gates may perhaps be rendered,
"I'm afraid you won't find much of interest here."
Census-reports which give the population
As zero are, of course, not to be trusted,
Save as reflecting the natives' flustered insistence
That they do not count, as well as their modest horror
Of letting one's sex be known in so many words.
The uniform grey of the nondescript buildings, the absence
Of churches or comfort-stations, have given observers
An odd impression of ostentatious meanness,
And it must be said of the citizens (muttering by
In their ratty sheepskins, shying at cracks in the sidewalk)
That they lack the peace of mind of the truly humble.
The tenor of life is careful, even in the stiff
Unsmiling carelessness of the border-guards
And douaniers, who admit, whenever they can,
Not merely the usual carloads of deodorant
But gypsies, g-strings, hasheesh, and contraband pigments.
Their complete negligence is reserved, however,
For the hoped-for invasion, at which time the happy people
(Sniggering, ruddily naked, and shamelessly drunk)
Will stun the foe by their overwhelming submission,
Corrupt the generals, infiltrate the staff,
Usurp the throne, proclaim themselves to be sun-gods,
And bring about the collapse of the whole empire.
RICHARD WILBUR (1921, Nueva York / 2017, Belmont, Estados Unidos de NA)
Traducción: Gerardo A. Gambolini
Enlaces: Fausto M. Ávila | Periódico de Poesía
Imagen: Daily Poetry
Traducción: Gerardo A. Gambolini
Enlaces: Fausto M. Ávila | Periódico de Poesía
Imagen: Daily Poetry
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