Mostrando las entradas con la etiqueta poesía polaca. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta poesía polaca. Mostrar todas las entradas

Anna Świrszczyńska


El mismo interior     



 Caminando hacia tu casa para una fiesta amorosa 
 vi en una esquina 
 a una anciana mendiga. 
 Tomé su mano
 besé su delicada mejilla,
 hablamos, ella era
 el mismo interior que yo soy, 
 de la misma clase,
 me dí cuenta al instante
 como un perro conoce por su olor
 a otro perro.
 Le dí dinero,
 no podía apartarme de ella.
 Después de todo, uno necesita
 a alguien que esté cerca.
 Y entonces ya no supe
 por qué iba caminando para tu casa.


Construyendo la barricada




 Teníamos miedo mientras construíamos la barricada
 bajo fuego.
 El tabernero, la amante del joyero, el peluquero,
 todos nosotros cobardes.
 La sirvienta cayó al suelo
 mientras arrastraba un adoquín, estábamos terriblemente asustados                                                             todos nosotros cobardes-
 el conserje, la señora-del-mercado, el pensionista.
 El farmacéutico cayó al suelo
 mientras arrastraba la puerta de un baño,
 teníamos todavía más miedo, la mujer-contrabandista,
 el modisto, el conductor de tranvía,
 todos nosotros cobardes.
 Un pibe del reformatorio se cayó
 mientras arrastraba una bolsa de arena,
 usted ve cómo estábamos realmente
 asustados.
 Aunque nadie nos obligaba,
 igual construimos la barricada
 bajo fuego.



He estado esperando




 Ese joven larguirucho tal vez medía un metro ochenta,
 ese trabajador de corazón ligero de Powisle
 que luchó
 en el infierno de la calle Zielna, en el edificio de teléfonos.
 Cuando le cambié el vendaje de
 la pierna que estaba despedazada
 gesticuló de dolor, y se rió.
 "Cuando termine esta guerra
 iremos a bailar, señorita.
 Yo invito".
 Lo he estado esperando
 estos treinta años.


poesía polaca
ANNA SWIRSZCZYNSKA
(1909 /1984, Varsovia, Polonia)
Imagen en thecitizen.es

Wislawa Szymborska: El instante fugaz también tiene su pasado

poesía polaca


Puede ser sin título     




Ocurre que estoy sentada bajo un árbol, 
a la orilla de un río, 
en una mañana soleada. 
  
Es un suceso banal 
que no pasará a la historia. 
No son batallas ni pactos 
cuyas causas se investigan, 
ni ningún tiranicidio digno de ser recordado. 
  
Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
tengo que haber venido de algún lado
y antes
haber estado en muchos otros sitios,
exactamente igual que los descubridores
antes de subir a cubierta.

El instante más fugaz también tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Y son tan reales sus horizontes
como los de los prismáticos de los estrategas.

El árbol es un álamo que hace mucho echó raíces.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando el sendero
se formó entre los arbustos.
El viento, para disipar las nubes
antes tuvo que traerlas.

Y aunque no sucede nada a los alrededores,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado ni menos definido
que en la época de las grandes migraciones.
No sólo a los conjuros acompaña el silencio.
Ni sólo a los monarcas un séquito de causas.
Y pueden ser redondos no sólo los aniversarios,
sino también las piedras solemnes de la orilla.

Complejo y denso es el bordado de las circunstancias.
Tejido de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas en el que se enhebra un tallo.

Por alguna causa yo estoy aquí y miro.
Sobre mi cabeza una mariposa blanca aletea en el aire
con unas alas que son solamente suyas,
y una sombra sobrevuela mis manos,
no otra, no la de cualquiera, sino su propia sombra.

Ante una visión así, siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.



Może być bez tytułu




Do­szło do tego, że sie­dzę pod drze­wem,
na brze­gu rze­ki,
w sło­necz­ny po­ra­nek.
Jest to zda­rze­nie bła­he
i do hi­sto­rii nie wej­dzie.
To nie bi­twy i pak­ty,
któ­rych mo­ty­wy się bada,
ani god­ne pa­mię­ci za­bój­stwa ty­ra­nów.

A jed­nak sie­dzę nad rze­ką, to fakt.
I sko­ro tu­taj je­stem,
mu­sia­łam skądś przyjść,
a przed­tem
w wie­lu jesz­cze miej­scach się po­dzie­wać,
cał­kiem tak samo jak zdo­byw­cy kra­in,
nim wstą­pi­li na po­kład.

Ma buj­ną prze­szłość chwi­la na­wet ulot­na,
swój pią­tek przed so­bo­tą,
swoj przed czerw­cem maj.
Ma swo­je ho­ry­zon­ty rów­nie rze­czy­wi­ste
jak w lor­net­ce do­wod­ców.

To drze­wo to to­po­la za­ko­rze­nio­na od lat.
Rze­ka to Raba nie od dziś pły­ną­ca.
Ścież­ka nie od przed­wczo­raj
wy­dep­ta­na w krza­kach.
Wiatr, żeby roz­wiać chmu­ry,
mu­siał je wcze­śniej tu przy­wiać.

I choć w po­bli­żu nic się wiel­kie­go nie dzie­je,
świat nie jest przez to uboż­szy w szcze­gó­ły,
go­rzej uza­sad­nio­ny, sła­biej okre­ślo­ny,
niż kie­dy za­gar­nia­ły go wę­drów­ki lu­dów.

Nie tyl­ko taj­nym spi­skom to­wa­rzy­szy ci­sza.
Nie tyl­ko ko­ro­na­cjom or­szak przy­czyn.
Po­tra­fią być okrą­głe nie tyl­ko rocz­ni­ce po­wstań,
ale i ob­cho­dzo­ne ka­my­ki na brze­gu.

Za­wi­ły jest i gę­sty haft oko­licz­no­ści.
Ścieg mrów­ki w tra­wie.
Tra­wa wszy­ta w zie­mię.
De­seń fali, przez któ­rą prze­wle­ka się pa­tyk.

Tak się zło­ży­ło, że je­stem i pa­trzę.
Nade mną bia­ły mo­tyl trze­po­ce w po­wie­trzu
skrzy­deł­ka­mi, co tyl­ko do nie­go na­le­żą
i prze­la­tu­je mi przez ręce cień,
nie inny, nie czyj­kol­wiek, tyl­ko jego wła­sny.

Na taki wi­dok za­wsze opusz­cza mnie pew­ność,
że to co waż­ne
waż­niej­sze jest od nie­waż­ne­go.




Otros poemas de WISLAWA SZYMBORSKA, aquí
Traducción: Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia
Imagen en El Mundo

Roman Honet

Poesía polaca, poeta Roman Honet viste una remera de rojo intenso con la inscripción Bancroft

Ecos de una voz    




el tiempo no entiende de atrocidades, 
menos el silencio después de nosotros. cada verano 
quema el suelo un alud de huellas de ayer, 
el río lava los labios hinchados al morder  
los frutos de espino y las letras oscuras  
de una carta rota en silencio. aún 
pertenecemos a fuegos pretéritos, 
destellos tan puros como el pálido conde st ives*,
a su regreso de inglaterra. las semanas
van saturando la sangre con hueso espumado,
cuando nos sorprendemos en el ascensor, 
hospital, espejo. oscuridad
círculos en el agua, profundidad abismándose.
hasta aquí hemos llegado 



Echa Jednego Glosu



czas nie zna żadnych okrucieństw,
oprócz ciszy po nas. każdego lata
pali ziemię lawina wczorajszych śladów,
rzeka obmywa usta spuchnięte od rozgryzania głogu
i ciemnych liter na brzegach podartego
w milczeniu pisma. ciągle jeszcze
należymy do minionych pożarów,
odblasków czystych jak wracający z anglii,
blady hrabia st ives. tygodnie
nasycają krwiobieg spienioną kością,
kiedy przyłapujemy się w windach,
szpitalach, lustrach. ciemność
okręgi wody i zwijająca się głębia.
aż tu doszliśmy


* Alusión al protagonista de la novela de R.L Stevenson St. Ives: Las aventuras de un preso francés en Inglaterra




ROMAN HONET (1974, Cracovia, Polonia)
Traducción: Ada Trzeciakowska
Enlaces: Ada Lírica
Imagen en TVN24

Zbigniew Herbert

poesía polaca, ancianos


Oración de los ancianos     



 
pero después después  
¿no nos rechazarás? 
cuando se hayan ido los niños las mujeres las pacientes bestias  
porque ya no soportan nuestras manos de cera 
nuestros movimientos inciertos como el vuelo de mariposa  
nuestro terco silencio y nuestra habla de tos  
y está cerca el día en que el mundo encogido en nuestro ojo  
quitarán como una lágrima y romperán como un cristal  
cuando de pronto ábrase el cajón de la memoria 
me pregunto  
si entonces 
nos volverás a amparar 
pues será como regresar a las rodillas de la infancia  
al enorme árbol a la estancia oscura 
a la conversación interrumpida al llanto sin dolor
lo sé
es una cuestión de sangre
y nosotros místicos perezosos que arrastramos los pies 
con el deformado salmo de nuestros dedos corcovados 
escuchamos cómo por nuestras venas va cayendo la arena 
y en las oscuras entrañas va creciendo blanca una iglesia 
de sal recuerdos cal y de indecible fragilidad 
y te hacen entrar de nuevo 
entre el asmático jadear de las campanas 
junto a encendidas flores
aferrados al sabor de la oblea y del lienzo blanco
si difícil es hacer ángeles de nosotros 
transfórmanos en canes celestes 
en chuchos de pelaje alborotado 
en palomillas de semblante gris 
en apagados ojos de gravilla
pero no dejes 
que nos devoren
las insaciables tinieblas de tus altares
y dinos tan solo esto
que más tarde volveremos



Modlitwa starców




ale potem potem
czy nas nie odtrącisz
kiedy już odejdą dzieci kobiety cierpliwe zwierzęta
bo nie mogą znieść woskowych dłoni
ruchów niepewnych jak lot motyla
upartego milczenia i mowy naszej kaszlu
i bliska będzie chwila gdy świat skurczony w oku
odejmą jak łzę od oka i stłuką jak szkło
gdy otworzy się nagle szuflada pamięci
pytam o to
czy wtedy
przygarniesz nas z powrotem
bo będzie to powrót jak do kolan dzieciństwa
do drzewa wielkiego do ciemnego pokoju
do rozmowy przerwanej do płaczu bez żalu
wiem
to sprawa krwi
i my leniwi mistycy powłóczący nogami
z koślawym psalmem w garbatych palcach
nasłuchujemy jak się w żyłach przesypuje piasek
i w ciemnym wnętrzu biały rośnie kościół
z soli wspomnień wapna i niewymownej słabości
znów ciebie wprowadzają
przez astmatyczne sapanie dzwonów
przy zapalonych kwiatach
uczepieni smaku opłatka i białego płótna
jeśli z nas trudno zrobić anioły
przemień nas w psy niebieskie
kundle o zmierzwionej sierści
ćmy o szarej twarzy
zagasłe oczy żwiru
ale nie daj
aby pożarł nas
nienasycony mrok twoich ołtarzy
powiedz tylko to jedno
że potem wrócimy






ZBIGNIEW HERBERT (1924, Lwow | 1998, Varsovia, Polonia)
Traducción: Ada Trzeciakowska
Enlaces: Material de lectura UNAM  | Círculo de poesía


Robert Krajewski

Poesía polaca


Robert fue un poeta que creció en la misma ciudad que yo, una mediana y postindustial ciudad de provincia en Polonia central. También estudiábamos en el mismo instituto. Las clases de Lengua y Literatura nos marcaron a ambos. Nos enseñaba el profesor Włodzimierz Rutkowski, que convertía estas horas en obras de arte, en unas clases magistrales de nivel académico. Participábamos en los mismos concursos literarios solo que yo lo hice siete años más tarde. Robert murió a los 21 años a causa de un hematoma intracraneal cuya existencia ignoraba. Dejó 77 poemas, que los críticos incluyen dentro de la corriente de la imaginación envalentonada (junto con Roman Honet). Le obsesionaba la muerte, la búsqueda de la ternura en un mundo donde el amor es imposible. Su fuerza radica en la absoluta sinceridad que implica nihilismo y una postura crítica. Su último poemario (1991) se titula "Algo de una tortura latente".


no hay claridad omnipresente
y no puedo ver tus ojos
te sorprenderá
que te toque
tiemblas
como una cuerda vidriosa
exiges
que hable de mujeres
que no eres
de hombres
que no soy
luego no dices nada más
antes de que pidas dolor
tengo que tocarte
una vez más
tan bellamente como pueda



nie ma wszechobecnej jasności
i nie widzę twoich oczu
pewno jesteś zdziwiona
że cię dotykam
dygoczesz
jak szklista cięciwa
żądasz
bym opowiadał o kobietach
którymi nie jesteś
o mężczyznach
którymi nie jestem
potem nie mówisz już nic
zanim poprosisz o ból
muszę cię dotknąć
raz jeszcze
najpiękniej jak potrafię


ROBERT KRAJEWSKI (1970 / 1991)
Nota y traducción:  Ada Trzeciakowska
Fuente: Ada Lírica
Imagen: Iryna Yermolova

Marzanna Bogumiła Kielar

Habitación alquilada      




un trozo de tejado con una antena torcida y una pared con una puerta 
entreabierta a un balcón vacío -
somos como ese reflejo metido en la habitación 
en la hoja de la ventana que se abre. 
La luz del pasillo atrae mariposas nocturnas, la imagen del cristal 
                                                se oscurece y el amor 
habla con una lengua de desbaratada sintaxis: 
la memoria refracta el pasado como un prisma - y nos engullen
sus alocados remolinos y el ruido del vestíbulo de la estación.
Apenas si intuimos que aparte del dolor
no habría nada cercano. Aparte de la mano que hará girar
el cierre de latón en el vano.



Llamada



a Norbert


quemabas ramas secas en la hoguera, hierbajos—
oía el crepitar del fuego en el auricular, tus silbidos cuando los perros
volvieron a la carga con las roperas, en el mismo sitio en que ayer

recogíamos ciruelas por entre la hierba crecida;
se hacia de noche —
el viento soplaba el aliento en su hocico de cachorro 

Pegajosas las ciruelas —nos las comimos para cenar;
estuve mirando un libro con jardines acuáticos, fotografías
de plantas de agua —quería recordar sus nombres hierba centella,

espadaña. espiga de agua—
cuando de repente dijiste: "me gustaría morir
antes que tú". 

En tu casa del pueblo. ayer, observé cómo te quedabas dormido
mientras leías —el sueño se deslizaba como una ola
y envolvía el remo de tu cuerpo. 

Te quité el libro de entre las manos, apagué la luz.
La costilla de la noche
brillaba en las ramas 





Marzanna Bogumiła Kielar

MARZANNA BOGUMILA KIELAR
(1963, Goldap, Polonia)
Fuente: "Poesía a contragolpe". Antología de la poesía polaca contemporánea. Aujtores nacidos entre 1960 y 1980) Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012

"Poeta, filósofa, profesora, doctora en ciencias sociales, sus poemas han sido traducidos a 23 idiomas. Debutó con Sacra conversazione, ganadora de múltiples premios, seguido por Materia prima nominada al Premio Nike, Umbra y Monodia. Su último poemario Navigaciones vio la luz en 2018. En su poesía expone punto de vista femenino, lleno de ternura hacia el mundo, aceptación de la existencia, contemplación de su belleza que radica en el frágil equilibro entre la vida y la muerte. Es poesía reflexiva, sensual y tanática, parecida a una fotografía preciosista, bañada en una luz purificadora que irradia calma y trae alivio." En Ablucionistas
Imagen: Poland Focus

Wislawa Szymborska


Fin y principio, poesía polaca







Fin y principio     








Después de cada guerra 

alguien tiene que limpiar. 

No se van a ordenar solas las cosas, 

digo yo. 

 

Alguien debe echar los escombros 

a la cuneta 

para que puedan pasar 

los carros llenos de cadáveres. 



Alguien debe meterse

entre el barro, las cenizas,

los muelles de los sofás,

las astillas de cristal

y los trapos sangrientos.



Alguien tiene que arrastrar una viga

para apuntalar un muro,

alguien poner un vidrio en la ventana

y la puerta en sus goznes.



Eso de fotogénico tiene poco

y requiere años.

Todas las cámaras se han ido ya

a otra guerra.



A reconstruir puentes

y estaciones de nuevo.

Las mangas quedarán hechas jirones

de tanto arremangarse.



Alguien con la escoba en las manos

recordará todavía cómo fue.

Alguien escuchará

asintiendo con la cabeza en su sitio.

Pero a su alrededor

empezará a haber algunos

a quienes les aburra.



Todavía habrá quien a veces

encuentre entre hierbajos

argumentos mordidos por la herrumbre,

y los lleve al montón de la basura.



Aquellos que sabían

de qué iba aquí la cosa

tendrán que dejar su lugar

a los que saben poco.

Y menos que poco.

E incluso prácticamente nada.



En la hierba que cubra

causas y consecuencias

seguro que habrá alguien tumbado,

con una espiga entre los dientes,

mirando las nubes.




WISLAWA SZYMBORSKA (1923, Kórnik / 2012, Cracovia, Polonia)
Traducción: Abel Murcia y Gerardo Beltrán
Enlaces: Zenda | Ecured | Ersilias | Trianarts

Imagen: Exploring your mind

Designed by OddThemes | Distributed by Blogger Template Redesigned by PRD