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Así lo creíamos
Nosotros creíamos tanto en el vínculo de la existencia,
pero ahora miro hacia atrás y, sorprendentemente,
me parece, juventud mía, que por tu colorido
no me perteneces y por tus rasgos no eres válida.
Si se piensa, es como si la bruma de las olas
se encontrara entre tú y yo, entre encallar y hundirse;
o como ver una línea de postes y a ti de espaldas,
en bicicleta, yendo directamente hacia el ocaso.
Tú no eres yo hace mucho tiempo, eres un esbozo,
el héroe de cada primer capítulo, pero cuántos años
creímos en la continuidad del camino, desde el húmedo valle
hasta el alto matorral.
De: "Poemas desde el exilio", Pretextos, Valencia, 2001
Traducción: Macarena Carvajal Lloréns y Tatiana Gritzai Bielova.
Fuente: Facebook de Jonio González
Enlaces: Poesía+poesía | Letras Libres | Culturamas
Fotografía de William Claxton
Cada breve destello era una voz,
una voz como una lámpara
en pequeñas canciones de carmín, violeta, verde, dorado.
Un coro de colores llegó hasta el agua;
la maravillosa sombra de la hoja dejó de temblar,
ningún pino cantó en las colinas,
la noche azul fue en otra parte un silencio,
cuando el coro de colores llegó hasta el agua,
pequeñas canciones de carmín, violeta, verde, dorado.
Menudos y brillantes guijarros
arrojados sobre la oscura planicie de la tarde
cantan bellas baladas de Dios
y eternidad, con el descanso del alma.
Pequeños sacerdotes, pequeños padres santos,
nadie puede dudar de la verdad de vuestros himnos,
cuando el coro maravilloso llega hasta el agua,
canciones de carmín, violeta, verde, dorado.
Each small gleam...
Each small gleam was a voice
A lantern voice
In little songs of carmine, violet, green, gold.
A chorus of colors came over the water;
The wondrous leaf-shadow no longer wavered,
No pines crooned on the hills
The blue night was elsewhere a silence
When the chorus of colors came over the water,
Little songs of carmine, violet, green, gold.
Small glowing pebbles
Thrown on the dark plane of evening
Sing good ballads of God
And eternity, with soul's rest.
Little priests, little holy fathers
None can doubt the truth of your hymning
When the marvelous chorus comes over the water
Songs of carmine, violet, green, gold.
STEPHEN CRANE (1871, Newark, New Jersey, Estados Unidos de NA / 1900, Badenweller, Alemania)
Traducción: Jonio González
Imagen: John Singer Sargent
Traducción: Jonio González
Imagen: John Singer Sargent
Tennis club
Ya sé que es muy poco importante
para los demás para cualquier otro en el mundo que el club
cerrado por la desinfección anual me parezca
hoy a través de la cancel cerrada tan distante
en su tórrido silencio soleado tan extrañamente
inmortal
Pienso en nosotros dos juntos para siempre pienso en un prado
resonante como este del laborable zip-zip solamente
de invisibles irrigadores automáticos
y pienso en un gran ojo celeste que desde afuera
entre los barrotes atónito para siempre
lo mire
Bocca Trabaria
Mirándome cada tanto en el espejo retrovisor
con la misma piedad y con la misma sensación
de remordimiento
que siempre me inspiraban ya de viejo los frágiles
párpados de mi padre
¡tuve que subir bien arriba anciana
retama de este año para reencontrarte
para extasiarme por última vez en tu color tu
aroma!
Dentro de unos días ni aquí arriba cerca del paso
superior de los Apeninos
alguien se acordará de vos
si no para conmemorar envidiándola
la elegancia silenciosa
de tu muerte
si no para proponernos como modelo el final
tu sonriente retirarte muy
despacio en puntas
de pie cerca
del cielo
Bocca Trabaria es un puerto de montaña que alcanza una altitud de 1.049 en los Apeninos centrales
Llego mi madre no está bien
Llego mi madre no está bien telefoneo al primo
médico rápido presto a
declararse en pijama
agarro el auto voy
y helo allí abajo justo que llego ya me espera
en corbata delante del umbral de su rosada rozagante
vetusta casa de campo
¿Qué diablos decirse después de casi treinta años
en los que no nos hemos visto?
Nada comprometido ni demasiado
íntimo naturalmente
y así durante el breve
tránsito de casa a casa no nos decimos
casi nada.
Me percato sin embargo mirándolo de reojo cómo en un cuarto
de siglo se las ha ingeniado increíblemente
para parecerse a mi padre médico también
-pero a ratos perdidos- de cabecera
Tiene los mismos -me digo- frágiles pómulos
los mismos finos cansados un poco violáceos
labios neuróticos los mismos
cartílagos amarillentos
usa la misma idéntica paciente sumisa
ironía hebrea.
Insiste entretanto en guiarme de callejuela en callejuela
en la sombra con la dulzura un poquito burlona
del citadino que se encuentra por casualidad conduciendo al ilustre
huésped forastero
la dulzura también del viejo que recibe al casi tan viejo
o quizá del que difunto desde mucho tiempo antes
se apena del otro.
Tennis club
So bene so che è assai poco importante
per gli altri per chiunque altro al mondo che il club
chiuso in vista dell'annuale desinfestazione mi appaia
oggi attraverso il cancello sprangato cosi distante
nel suo torrido silenzio assolato cosi stranamente
immortale
Penso a noi due accanto per sempre penso ad un prato
eccheggiato come questo dal feriale zip-zip soltanto
di invisibili irrigatori a pioggia automatici
e penso a un grande occhio celeste il quale da fuori
di tra le sbarre attonito per sempre
lo guardi
Bocca Trabaria
Guardandomi ogni tanto nello specchietto retrovisore
con la stessa pietà e col medesimo senso
di rimorso
che sempre m'ispiravano lui già vecchio i fragili
zigomi di mio padre
son dovuto salire ben in su anziana
ginestra di quest'anno per ritrovarti
per bearmi l'ultima volta del tuo colore del tuo
odore!
Fra pochi giorni quassù vicino al passo
supremo dell'Appennino
non ci si ricoderà più di te
se non per commemorare invidiandola
l'eleganza silente
del tuo trapasso
se non per proporre come modello a noi stessi il finale
tuo sorridente ritrarti piano
piano in punta
di piedi presso il
cielo
Arrivo mia madre non sta bene
Arrivo mia madre non sta bene telefono al cugino
medico subito pronto a
dichiarsi in pigiama
prendo la macchina vado
e eccolo là sotto giusto da basso che già m'aspett
in cravata dinanzi alla soglia del roseo tutto pimpante
suo vestusto palazzotto
Che cosa diavolo dirci dopo quasi trent'anni
che non si sta un po'assime?
Nulla di impegnativo di troppo
intimo naturalmente
e così durante il breve
tragitto da casa a casa non ci diciamo
pressochè niente
Mi accorgo però guardandolo di sottechi come in un quarto
di secolo ce l'aabia fatta a incredibilmente
assomigliare a mio padre anche lui medico
-ma a tempo perso- curante
Possiede gli stessi -mi dico- fragili zigomi
le stesse stanche un po' viola
labbra neurotiche le medesime
cartilagini gialline
adopera l'uguale identica paziente sommesa
ironia ebraica
Insiste frattanto a guidarme di stradetta in stradetta
nel buio con la dolcezza un tantino beffarda
del cittadino trovatosi a pilotare per caso l'ilustre
ospite forestiero
la dolcezza anche del vecchio che accoglie il quasi
vecchio altrettanto
o magari di chi defunto da assai più lungo
tempo l'appena
GIORGIO BASSANI (1916, Bolonia / 2000, Roma, Italia)
Fuente: "El segundo novecento", Poesía italiana contemporánea, Ebooks de Ediciones en Danza
Traducción: Jorge Aulicino
IV.
En el Chicago Art Institute
está colgado el autorretrato de un pintor
joven y desconocido que llegó en 1929
al mercado de objetos de arte de Francfort
procedente de Suecia. La pequeña tabla de arce
muestra a un hombre de apenas veinte años
ante la ventana de un cuarto exiguo.
Detrás de él, en un anaquel en falsa perspectiva,
escudillas de colores, una espátula, y un costoso
frasco veneciano con una esencia transparente.
El pintor tiene en la mano
un cuchillo tallado en hueso y afila
la pluma para seguir dibujando
un desnudo femenino que aparece frente a él
al lado de un tintero.
Por la ventana que está a la izquierda se ve
un paisaje con montaña y valle
y la sinuosa línea de un camino.
Es, infiere Zülch, el camino al mundo
y nadie puede seguido sino el hombre
desaparecido sin dejar huella, a quien
dedicó su investigación y cuyo arte
cree reconocer en la pintura anónima.
La razón que explica la firma M. N.
sobre el marco de la ventana
es sin duda que el pintor Mathis Nithart
descubierto en los archivos pero no irreconocible
por su propio trabajo, encubre el nombre de Grünewald.
De ahí las iniciales M. G. y N. en el Altar
de la Nieve en Aschaffenburg, de ahí también
la identidad, notable sobre Iodo por la diferencia de edad,
del joven pintor con el Sebastián traspasado por flechas
en Isenheim. Y realmente la figura de Mathis Nithart
según los documentos de la época
se convierte hasta tal punto en la de Grünewald
que uno parece haber sido la vida
y finalmente también la muerte
del otro.
Una radiograrfía de la tabla de Sebastián
revela detrás del retrato elegíaco
del santo aquel mismo rostro, el medio perfil
apenas ladeado en la pintura definitiva.
Aquí dos pintores en un único cuerpo,
cuya carne herida pertenece a ambos,
estudiaron a fondo su propia naturaleza. Primero
Nithart completó su autorretrato a partir de la imagen
en el espejo, y Grünewald, con gran amor,
precisión y paciencia y un interés en la piel
y el pelo de su compañero que llega hasta la sombra
azul de la barba, lo retocó.
El martirio pintado es la representación,
perceptible aun en los bordes de las heridas,
de una amistad entre hombres
que oscila entre el horror y la lealtad.
No es inverosímil que Nithart,
quien además de pintar frecuentaba la hidráulica,
alentara en los últimos altos la confusión
de su persona con la del maestro de Isenheim,
cada vez más insociable, y que acaso fuera
el intermediario entre él y el mundo
que su desdicha tomaba inaccesible. Hacia 1527,
casi doce años después de su trabajo en Alsacia,
Nithart se mudó de Francfort (donde
debe haber compartido por un tiempo la vida de Gninewald)
a Halle, y planeaba construir allí,
para sus famosas fuentes de aguas salinas,
juegos de agua con un complejo sistema
de ruedas de molino y tubos como en el Meno
de Aschaffenburg, espléndida obra de la mecánica
muy visitada en la época.
Pero se dice que Nithart no consumó en Halle
su tarea y se mudó reiteradas veces. En el verano
del año veintiocho se hundió en una profunda
depresión y, parece, la muerte llegó rápida.
Después de conocer la noticia de su fallecimiento
los magistrados de Francfort ordenaron
un inventario de los objetos domésticos
que había en su taller. La extensa lista comprende
un amontonamiento de las cosas más diversas:
cucharas y fuentes soperas, marmitas,
elementos para pintar al agua, quince
pieles blancas de cabra, táleros de plata
y monedas de cobre de Schwaz en el Tirol,
libros, proclamas, manuscritos y muchos
impresos luteranos, todo eclipsado
por la gloria de una única
reserva de colores: blanco plomo y albus,
rojo Paris, cinabrio, verde pizarra,
verde montaña, verde alquimia, azules
pastas de vidrio y minerales
de Oriente. También trajes,
preciosos, un par de pantalones dorados.
chaquetas color canela, las solapas forradas
en terciopelo púrpura con costuras negras,
un jubón de raso gris, un sombrero rojo
y otros muchos atavíos exquisitos.
El patrimonio es en realidad de dos hombres,
pero no nos atrevemos a decir
si Grünewald, inventor de colores,
compartía la predilección del amigo muerto
por atuendos tan abigarrados.
W.G. SEBALD (1944, Wertach, Alemania / 2001, Norfolk, Reino Unido)
Traducción: Pablo GianeraEnlaces: Letras Libres | Biografía | Multiversos
El pelador de canela
Si fuera pelador de canela
cabalgaría en tu lecho y
dejaría el polvo de la corteza amarilla
en tu almohada.
Los pechos y los hombros te olerían
y jamás podrías cruzar los mercados
sin que la profesión de mis dedos
te envolviera. Al tropezar contigo
los ciegos te reconocerían
aunque el agua de los canalones
y del monzón te bañaran
Aquí, en lo alto del muslo,
en este suave prado
hermano de tu pelo
o en el pliegue
que divide tu espalda. El tobillo.
Los forasteros te reconocerán
como la mujer del pelador de canela.
Antes de la boda
apenas podía mirarte
y tocarte jamás:
-¡Ah! La astuta de tu madre, tus toscos hermanos.
Hundí las manos
en azafrán, me las tizné
con humo de alquitrán,
ayudé a los recolectores de miel …
Cierta vez cuando nadábamos
te rocé en el agua
y nuestros cuerpos fueron libres,
pudiste abrazarme y embriagarte con mi olor.
ganaste la la orilla y me dijiste:
es así como tocas a otras mujeres
a la mujer del segador, a la hija del calero.
Y buscaste en tus brazos
el perfume perdido
y supiste
lo que significa
ser la hija del calero
abandonada sin marca
amada sin el arrullo de la palabra
herida sin el placer de una cicatriz.
En la árida brisa
acercaste mi mano a tu vientre
y dijiste
soy la mujer del pelador de canela.
Huéleme.
The Cinnamon Peeler
If I were a cinnamon peeler
I would ride your bed
and leave the yellow bark dust
on your pillow.
Your breasts and shoulders would reek
you could never walk through markets
without the profession of my fingers
floating over you. The blind would
stumble certain of whom they approached
though you might bathe
under rain gutters, monsoon.
Here on the upper thigh
at this smooth pasture
neighbour to your hair
or the crease
that cuts your back. This ankle.
You will be known among strangers
as the cinnamon peeler's wife.
I could hardly glance at you
before marriage
never touch you
- your keen nosed mother, your rough brothers.
I buried my hands
in saffron, disguised them
over smoking tar,
helped the honey gatherers . . .
When we swam once
I touched you in water
and our bodies remained free,
you could hold me and be blind of smell.
You climbed the bank and said
this is how you touch other women
the grass cutter's wife, the lime burner's daughter.
And you searched your arms
for the missing perfume
and knew
what good is it
to be the lime burner's daughter
left with no trace
as if not spoken to in the act of love
as if wounded without the pleasure of a scar.
You touched
your belly to my hands
in the dry air and said
I am the cinnamon
peeler's wife. Smell me.
MICHAEL ONDAATJE (1943, Colombo, Sri Lanka. Es ciudadano canadiense)
to be the lime burner's daughter
left with no trace
as if not spoken to in the act of love
as if wounded without the pleasure of a scar.
You touched
your belly to my hands
in the dry air and said
I am the cinnamon
peeler's wife. Smell me.
MICHAEL ONDAATJE (1943, Colombo, Sri Lanka. Es ciudadano canadiense)
Michael Ondaatje (Colombo, Sri Lanka, 1943) estudió en Inglaterra y actualmente trabaja como profesor universitario en Canadá. Ha cultivado diversos géneros literarios con un estilo siempre innovador. Fascinado por el Oeste americano escribió Las obras completas de Billy el Niño (1970), una original combinación de poesía, prosa e imágenes. Entre su obra narrativa destacan novelas como En una piel de león (1987), El blues de Billy Bolden (1999) y El fantasma de Anil (2000), galardonada con el Premio Médicis. Sin embargo, la obra que le otorgó reconocimiento internacional fue El paciente inglés (1992), ganadora del Premio Booker y adaptada al cine por Anthony Minghella en 1996, una película que ganó nueve Oscar. Divisadero (2008) es su quinta novela. Su aclamada obra poética, con títulos como Los monstruos cotidianos (1967) o El hombre con siete dedos en los pies (1969), se caracteriza por la profusión de sorprendentes imágenes y metáforas. También ha escrito sus memorias, recogidas en el libro Cosas de familia (1998).
(En el 'El paciente inglés, traducción de Carlos Manzano)
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