LOS precios de la carne no aparecen en el poema
no hay rimas sobre el incremento del gasla cocinera con sus manos frágiles
los que duermen en las banquetas
los repartidores de pizza
el gesto ante las vallas de publicidad
la tristeza al tocar los cheques
la subcontratación
la venta de los órganos del hombre por el hombre
no caben
aclaran los jurados de las becas
sentencian
los creadores nacionales
los creadores nacionales
confirman los artistas en la presentación de sus libros
el poema
no huele
no se pudre
ENTRAS a la casa que compartimos durante nuestra juventud
de saldos y préstamos
tiras al suelo los cristales
escupes
maldices cada parte de mi cuerpo
observas mis playeras de días
mis calcetines de semanas
rompes los cuadernos con mis enfermedades
para recuperar mi vida pasaron lustros
dormí en solitarias pensiones
vendí los cubiertos que podrían deletrearnos
llené la vitrina con tijeras
empeñé mi voz con tal de saberte
en esa calle horrible como ciertas manos
en esa calle horrible como ciertas manos
recordé el claro día de tus piernas
la
sencillez de tu pubis
sencillez de tu pubis
el gusto de tu espalda por las paredes
el tenue olor de tus axilas
ahora sé la cantidad de muertos y desastres que nos separan
reconozco que estuve pegado a ti como un caballo
como un joven que necesita oler la sangre de su primer matrimonio
[Deletrea Hiroshima]
MI cuerpo no se pudre igual que el de mi padre
tampoco como el de la abuela
con ese su nudo de sangre molida y cabello
no se pudre como el río de toneladas de
lodo y animales
lodo y animales
se pudre distinto a la parálisis de mamá
a su cáncer de riñones
mi cuerpo se pudre como la fruta que dejo en la mesa
AUN cuando escriba este poema sucio
no recuperaré a mis amigos
nadie que olió sus rodillas
sus sobacos
estará de nuevo
solo el sonido de los sótanos
nada de los niños en los campos de cemento
que golpeaban sus pelotas contra los muros
ni del hombre que vivía en los cajeros automáticos
ninguna cosa de los albañiles que reconstruyeron los
edificios
edificios
ni sus delicados
ni sus pantalones grises
ni los gritos que daban al encender los tambos con
gasolina y periódico
gasolina y periódico
[muestrario de nudos, inédito]
JORGE POSADA (1980, Ciudad de México, México).
Autor de La belleza son los aeropuertos vacíos, Adiós a Croacia y Costa sin mar.