La marmota
En junio, entre los campos dorados,
vi una marmota que yacía muerta.
Muerta ella yace; mis sentidos se estremecieron,
y la mente advirtió nuestra desnuda fragilidad.
Allí humilde en el vigoroso verano
su forma inició su absurdo cambio,
e hizo vacilar a mis sentidos aturdidos
viendo la furia de la naturaleza en ella.
Al inspeccionar de cerca sus poderosos gusanos
y ver la caldera de su ser,
medio con asco, medio con un extraño amor,
la empujé con una violenta vara.
Subió la fiebre, se volvió una llama
y el Vigor circunscribió los cielos,
inmensa energía en el sol,
y un temblor sin sol a través de mi forma.
Mi vara no hizo ni bien ni mal.
Entonces de pie callé en el día
observando el objeto, como antes;
y conservé mi reverencia por el conocimiento
intentando el control, estar en calma,
de aplacar la pasión de la sangre;
hasta haberme puesto de rodillas
rogando por regocijo a la vista de la decadencia.
Y así me fui; y regresé
en otoño con ojo estricto, para ver
la savia perdida de la marmota,
pero permanecía la huesuda masa húmeda.
pero el año había perdido su sentido,
y en cadenas intelectuales
perdí el amor y el asco,
arrinconado en el muro de la sabiduría.
Otro verano tomó los campos de nuevo
masivo y ardiente, lleno de vida,
pero cuando por azar llegué al lugar
allí sólo quedaba un poco de pelo,
y huesos blanqueados al sol
bellos como arquitectura;
los observé como un geómetra,
y corté un bastón de un abedul.
Han pasado tres años ya.
No hay señal de la marmota.
Me detengo allí en el circular verano,
mi mano cubre un corazón marchito,
y pienso en China y en Grecia,
en Alejandro en su tienda,
en Montaigne en su torre,
en Santa Teresa en su salvaje lamento.
The groundhog
In June, amid the golden fields,
I saw a groundhog lying dead.
Dead lay he; my senses shook,
And mind outshot our naked frailty.
There lowly in the vigorous summer
His form began its senseless change,
And made my senses waver dim
Seeing nature ferocious in him.
Inspecting close his maggots’ might
And seething cauldron of his being,
Half with loathing, half with a strange love,
I poked him with an angry stick.
The fever arose, became a flame
And Vigour circumscribed the skies,
Immense energy in the sun,
And through my frame a sunless trembling.
My stick had done nor good nor harm.
Then stood I silent in the day
Watching the object, as before;
And kept my reverence for knowledge
Trying for control, to be still,
To quell the passion of the blood;
Until I had bent down on my knees
Praying for joy in the sight of decay.
And so I left; and I returned
In Autumn strict of eye, to see
The sap gone out of the groundhog,
But the bony sodden hulk remained.
But the year had lost its meaning,
And in intellectual chains
I lost both love and loathing,
Mured up in the wall of wisdom.
Another summer took the fields again
Massive and burning, full of life,
But when I chanced upon the spot
There was only a little hair left,
And bones bleaching in the sunlight
Beautiful as architecture;
I watched them like a geometer,
And cut a walking stick from a birch.
It has been three years, now.
There is no sign of the groundhog.
I stood there in the whirling summer,
My hand capped a withered heart,
And thought of China and of Greece,
Of Alexander in his tent;
Of Montaigne in his tower,
Of Saint Theresa in her wild lament.
RICHARD EBERHART (1904, Austin, Minnesota / 2005, Hannover, New Hampshire, Estados Unidos de NA)
Fuente:: Rialta
Traducción: sin mención
Enlaces: Otra iglesia es imposible | Desasosiegos
Imagen en Paperblog
Fuente:: Rialta
Traducción: sin mención
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