Los días de Ramírez
Para Ramírez
son iguales
todos los días.
Cuando salen
de la escuela
todos pasan
y le pegan.
Porque Ramírez
lleva un conejo,
nunca se ríe.
En la cara,
en la boca,
en los ojos,
en los dientes:
cuando termina
la escuela,
todos pasan
y le pegan.
Todos los días
pasan los chicos,
los preceptores,
los profesores.
Todos los días
pasan los padres,
los familiares,
y el director.
Todos los días
son iguales
para Ramírez.
Porque Ramírez
lleva un conejo,
nunca se ríe.
Extracción de la Caja de Ahorro
A ver si de una vez la ponemos y mojamos
en la Biblioteca del Sindicato del Seguro,
junto al documentalista acromegálico abrazado,
a los pinos de los Parques Nacionales,
en competencia fratricida con el géiser
piensa Cordero palmeando a Lorenzutti,
que gira caminando en la puerta,
rodeado de vidrios no polarizados,
a veinte metros de María Martha,
que hace un rulito con una birome
en una boleta de Caja de Ahorros
del Banco Cooperativo de Caseros.
Terminación del pesebre
Desprovisto de interés para el frenólogo coreano,
el pesebre viviente entra en la morgue,
para enfriar rencillas intestinas
y fijar roles, según dice Melchor.
Las cuatro cabras y el burro,
entran como caballos
ante los guardapolvos
de los no-docentes encorvados
a librar de paja las baldosas.
La Estrella de Belén, al entrar,
ilumina al elenco que se ubica y se enfría:
todos adentro de las heladeras que cerramos,
antes de empezar en la radio el partido.
Devolución del papagayo vacío
¿Y el abuelo?
Se muere en la Clínica Bancaria,
luciendo la remera negra con la calavera
que anteayer le trajo
su sobrino nieto heavy,
para seguir hablando de los radicales
con el pulmón sin perforar que le queda.
BLOODY MEGADEATH
dice en la remera,
en letras góticas multicolores,
debajo de la calavera
que fuma y que sonríe;
debajo de la remera
vuelve a toser el abuelo.
Los residentes le miran el pecho,
y opinan de música cruda,
a pasos de las piernas de las enfermeras
que tienen nietos en la edad del pavo.
En cualquier momento lo bajan a Yrigoyen
dice durante cinco semanas.
Después devuelve intacto el papagayo,
y muere dormido en los brazos de Alejandra.
De: "El despertador y el sordo", Ediciones Barnacle, 2025
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