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Idea Vilariño

Ya no     




Ya no será, 
ya no viviremos juntos, 
no criaré a tu hijo,  
no coseré tu ropa,  
no te tendré de noche,  
no te besaré al irme,  
nunca sabrás quién fui, 
por qué me amaron otros. 
 
No llegaré a saber por qué, ni cómo, nunca.  

Ni si era de verdad
lo que dijiste que era,
ní quién fuiste, 
ní qué fui para ti, 
ní cómo hubiera sido vivir juntos, 
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo
para siempre,
y tú ya no serás para mí
más que tú.

Ya no estás en un día futuro, 
no sabré donde vives, 
con quién, ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca
como esa noche, nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.




Otros poemas de IDEA VILARIÑOaquí
Vía Facebook Sergio Kisielewski
Enlace: Amberes Revista
Imagen en Amberes 








Amanda Berenguer

Magallanes, poesía uruguaya

Las nubes magallánicas     




cuando transitamos a velocidad cotidiana 
la gran avenida vía Láctea paseo 
cielo parque conocido desde niña y 
antes aún de papá y mamá muy semejante 
a 18 de julio cuando mirábamos pasar 
desde el chevrolet 36 detenido en la acera 
las personas preparadas para una exposición 
rodante con aire de retreta y repasaba 
un examen de historia natural 
y sus vidrieras falsas de vida nocturna amarillenta 
en bajo voltaje sobrecargado a punto de estallar 
y se enciende el motor y se cruzan las calles 
de la Aguada la estación de tranvías de Reducto 
con reloj en hora hasta el Brazo Oriental 
de vuelta por San Martín entre plátanos jóvenes 
hasta Huáscar corta y sin hormigonar y cuand
llegamos a casa ahora en otro lado
del mapa de la ciudad en la punta
más cerca de un labio del planeta
cuando volvemos a esta turbia clara
circunvalación suburbana
mezclados de yema central y del ruido
usurero de un río de plata baja
batiendo contra el murallón de la rambla
costanera o crecido sobre la orilla arenosa
apretando un huevo puesto en pleno vuelo
así con la cáscara partida Montevideo derramado
por un pájaro parecido al ave tiempo
del segundo viaje de Simbad
y cuando es hora de amor y de ladrones
en el monte de al lado
o cuando sobre la playa me tiro al agua
entre los crustáceos al fondo en su elemento
o a un pozo para desaparecer o morir
de otra envergadura en otro viaje
navegando surcando explorando el agua negra
a la pesca de presas de oro prometidas
abierto hasta los tuétanos el tesoro
de los antepasados latinos industriosos y avaros

quedan someras sobras sobre la mesa tendida
queso para trampas caseras y cebo rancio
y lentejas con tocino guisadas
para alimentar los diarios malos entendidos
viejos como el mundo
un plato por otro de carne viva fría
o trozos dando coletazos de eso que somos
por dentro y no se ve
y emerge a veces en rabiosa pesca mayor
difícil de descuartizar

aventamos las plumas indemnes sepultadas
de aves americanas o de indios charrúas
entusiastas asadores de Solís el descubridor
de este lecho correntoso donde aún desovan
las corvinas con cangrejilla y los delfines maman
sin línea directa a ningún trono de la tierra
y se enturbia una resaca misionera colonial

cuando ocurre un accidente
y muere un niño ciclista aplastado
contra el parabrisas asesino del automóvil
en Caramurú junto al arroyo
cuando suena el despertador y repica el pulso
en las coronarias
cuando me despierto y recuerdo

alguien está mirando directamente nuestra espalda
el codo pelado la nuca las vértebras lumbares
que solo conocemos por dentro
en el interior del espejo en la penumbra
de una radiografía
o el repliegue astuto de la oreja palpable
o la cara oculta de la luna observando
con una lupa de tiempo
ampliando el espectro en sus fantasmas
verdaderos

las Nubes de Magallanes encienden en los alrededores de
nuestro polo celeste austral dos jirones arrancados a la vía
Láctea de forma vagamente circular
la Gran Nube se extiende en la constelación de la Dorada la
Pequeña Nube en la constelación del Tucán

la Gran Nube contiene estrellas supergigantes azules o rojas
nebulosas gaseosas de emisión por ejemplo una de las más
luminosas del firmamento la nebulosa de la Tarántula y
cefeidas típicas y polvos absorbentes que no dejan ver las
galaxias alejadas la Pequeña Nube en cambio es transparente

se descubren puentes de materia retorcidos formando bucles
desplegados a semejanza de tenues ramajes o estirados al
máximo y casi quebrados
existe un fondo luminoso continuo en las regiones centrales
de los grandes cúmulos de galaxias
la difusión es uniforme y granada más o menos quinientos
millones por ahora de gérmenes de infinito ah! entrego
parte de un botín de guerra diaria en prenda por un largo
corredor o paso de materia recién descubierto

el mar es cada vez más liviano y hondo
la respiración suave acompasada
el pensamiento apenas esbozado
por palabras sencillas
el cielo abierto de pie sostiene a pulso
nuestras preguntas de rigor
el viejo por qué deforme
con sus débiles huesos contrahechos

el plano galáxico se halla cubierto por nubes de gas polvoriento
alineadas a lo largo de las espiras
la imagen más simple y correcta del universo es todavía
la de un espacio euclidiano regularmente poblado de este
animal enloquecido mordiéndose la cola y pariendo estrellas
que miramos cada noche sin ver en la oscuridad más allá
de nuestros ojos

el sur y el norte prevalecen luchando en un circo cerrado
se da vuelta el hemisferio austral donde nacimos
abrimos con el navegante Magallanes y los sesenta bramadores
su estrecho pasaje y giramos al norte
de un solo espacio todopoderoso
estaba cercano entonces del otro lado infinito
la incorruptible mujer encadenada a poca distancia
del polo boreal
la gran espiral Messier 31 de Andrómeda
expuesta hasta los ovarios destellantes
entre los tejidos borbotando sombra
atada a una roca radioactiva radiofuente radioeléctrica
a la orilla de un océano de frías olas de hidrógeno
cayendo sobre sus flancos de virgo devota Persea
nebulosa foca o vaca marina entre los árabes
también encadenada

zumba el ruido de fondo de la galaxia
una sierra sin fin preparando el árbol del silencio
en muestras micrométricas
canta la marea boscosa del tremendo mar
este mismo mar sucio de arrastre o río grande
como mar Paraná Guazú salado y dulce
en el entrevero y una mujer desnuda sobre las rocas
entre playa Verde y playa Honda con los pies
donde golpean las olas esperando al amante que traerá
de los correosos pelos la cabeza de Medusa junto
al juego de anillos como regalo de bodas
golpean rompen las olas de hidrógeno sobre los flancos
desnudos sobre la gran espiral
Messier 31 de Andrómeda sobre esa mujer asoleándose
extendiéndose caliente y tersa
con los brazos firmes en la axila y el cuerpo de pan bien
amasado pronto para el horno de una playa desierta
los redondos senos contra el sol mostrando
las palpitantes cefeidas y el sexo de humo espeso
respirando a empujones sobre esa mujer sola
asoleándose sobre Andrómeda en puro cuerpo
sobre la gran espiral Messier 31 encadenada a la espera
estaba una noche en las rocas de la plaza Virgilio
vigilando el Río de la Plata atenta
al contrabando de las aguas por el mismo cielo
a través de un ojo de piedra
abierto a los caídos en el mar
aguardaba el tránsito suntuoso de la nave Argos
a toda luz en la altura desplegada cerca del sur celeste
hundida la quilla en la negra onda hasta Canope
el piloto alfa de la Carena a la vista siempre
en su encrespada línea de flotación
no tenía apuro y no podía moverme
la espalda entumida al contacto de la dura oscuridad
apenas arribaba a la costa un ruido periódico
volcando una redada de segundos
recién pescados y todavía vivos

cuando se está solo se sienten más
fuertes las ligaduras y el peso real
del leve firmamento extendido
sobre el cuerpo afiebrado

el Navío se acercaba lentamente balanceando
su popa y volviendo al puerto de partida
no podía saber cuál era su destino
no creo que pasara por allí
por el sitio aquel donde esperaba
¿acaso el propio Argos podría
descubrir el escondrijo situado
en una punta montevideana
donde permanezco atada a esta escritura?

las estrellas se detienen posadas en el mástil
y aletean sacudiendo el profundo duermevela
la noche es larga y todo pasa cerca
y sigue trajinando
en la pulsación se mide la distancia
se sabe la temida trayectoria se numeran
los latidos que nos restan de la suma inicial
entregada a cuenta del propio corazón

¿Andrómeda eres tú aquella insomne nebulosa o esta que
soy ahora transitoria aquí en la tierra?
pasa el Navío enarbolado en toda su gloria
sobre el meridiano
recuerda: el viejo Ptolomeo catalogó en la constelación
cuarenta y cinco estrellas en orden similar al de un tratado
sobre la forma de construir barcos
los astrónomos modernos la dividen y le detallan quilla
popa mástil vela pero solo la mitad trasera del buque asoma
a la carta de navegación de altura andando de tal suerte en
su carrera nocturna de este a oeste que la popa va delante
retrocediendo en dirección del muelle
Andrómeda ¿me oyes?
estoy en el polo opuesto de todas tus prerrogativas
hago apenas esfuerzos por soltarme quizá
me arrastrara la corriente que más temo
o un chorro enceguecedor de luminarias dementes
noctilucas militantes

se mueve el océano invertido combado
casco protector reticulado sobre la forma
de la inteligencia
se arquea el universo en grave mitovulsión
acá las olas caen en la mitad de la calle
sobre la gente que pasa despenada y sueña abajo
la marea cubre el jardín de las manzanas de oro
empuja la puerta principal la espuma se deshace
sobre la mesa de trabajo en vano estrellerío
nubes atormentadas descomponen las lejanas
Nubes de Magallanes sus tenues bancos luminosos
donde jamás encallará el Navío
acá llueve es noche cerrada
hay explosiones de miseria en cadena
minifundios de dolor y de torpeza hay barro
hay tierra hay animales hocicando
hay espesos desperdicios basurales hay
alcantarillas cloacas sumideros bocas
de tormenta tragándose el mundo de este lado
la tortura inclemente centrífuga de Andrómeda
la deriva el hundimiento del Navío aquí
en su plenitud austral y para los antiguos griegos
observadores desde el otro hemisferio levantando
sus restos en el horizonte acuoso
y el fin de Magallanes atravesado por una lanza
que lo clavó de bruces en una isla salvaje
antes de terminar la redondez del globo terráqueo

y llueve en oscuro de veras no se ven las palmas
de las manos no hay paseo de niña ni juego
de palabras cruzadas ni viaje a Europa
ni principio tienen las cosas
en la gran avenida se ahorra energía
y en la central hidroeléctrica hay fisuras
en los muros de cemento
no hay luz no se ve nada y llueve
pero me acuerdo de la luz
otros cantan conmigo de memoria la luz que vendrá
se enfutura se esperanza se constela adentro
lanzallamas un hogar vivo amotinando
estrellas sindicadas obreras de un cielofábrica de barrio
donde se elabora destellando la historia del comienzo



AMANDA BERENGUER (1921/2010 Montevideo, Uruguay)
Considerada como parte fundamental de la generacióndel 45, Amanda Berenguer es una de las voces más interesantes de la poesía uruguaya del siglo xx. La pluralidad de su obra habla de una curiosidad innata que caracteriza su trayectoria: en ella podemos ver
experimentación y pensamiento, sonoridad y visualidad, generando una constelación de afinidades, discursos y tradiciones literarias que pocas obras portan y un movimiento textual que remite de inmediato a la noción de poesía cinética que ella misma definió y desarrolló. Publicó más de una veintena de libros de poesía, que reunió en el volumen Constelación del navío (Poesía 1950-2002) (H Editores, 2002), que contiene su obra poética publicada e inédita hasta el año 2002. De allí destacan títulos como El río (La Galatea, 1952); Quehaceres e invenciones (Arca, 1963); Materia prima (Arca, 1966); Composición de lugar (Arca, 1976); La dama de Elche (Edhasa, 1987); y La botella verde (Analysis situs) (Cal y Canto, 1995). Luego publicó Las mil y una preguntas y propicios contextos (Linardi y Risso, 2005) y Casas donde viven criaturas del lenguaje y el diccionario (Artefacto, 2005). En 1990, publicó el libro autobiográfico en prosa El monstruo incesante. Expedición de caza (Arca, 1990) y, póstumamente, se lanzó el libro de poesía La cuidadora del fuego (La Flauta Mágica, 2010).
Fuente: "Descubrimientos", Cuadro de Tiza, 2016 en pdf
Enlaces: Eterna Cadencia | Aullido | Taller Igitur | Revista Altazor 
Imagen en Hoy es arte. Pintura de Guillermo Muñoz Vera

María Laura Blanco: Todo transcurre sin prisa





Quedan manchitas 
 en el plato 
unas pocas semillas 
 de lino y girasol 
 (pasadas de horno) 
 me seduce ese conjunto 
 tal vez mañana 
( un poco más hacia el mediodía) 
 extreme mis cuidados 
 y no escriba 
 esta noche no hay límites 
 pero al sol le tengo miedo 
( entonces nos perdemos)  
 hay luna 
 hay estrellas 
 está la propia cadena 
 de ADN 
 está nublado 
 todo es difuso 
nada tiene que ser 
 exacto 
( es más fácil) 
 y estoy sola. 


encendí una vela de miel
es casi roja
 ahora que cesó el viento
puedo escuchar breves
casi imperceptibles
 bullicios entre el pabilo
y la cera
en medio la llama
pienso que estos días
 se me ha agudizado el oído
 o estoy más alerta a los sonidos
 mi olfato recrudece en exigencia
 días raros
 como esta primavera 
o los ciclones anunciados
la barbarie
de estar viva
de sentir estos murmullos
que huelen a colmena
 a abeja reina
a obreras libando
sin miedo al sacrificio
ni a los imprevistos
porque las cosas son
y pocas veces suceden.




Ya no se sufre
es verdad
no hay sollozos
ni rabia
ni dolor
han fenecido
la obsesión 
la mentira
duerme bien
casi no sueña
son lindas las mañanas
no importan mucho
el sol o la lluvia
siempre hay flores
en el jardín salvaje
azahares, jazmines,
rosas amarillas
mate al costado
buena poesía
música variada
todo transcurre sin prisa
sin sobresaltos
hay planes
hay amigos
hay encuentros
escribe.
Entonces se pregunta:
¿a qué se debe este vacío
casi marmóreo, tumba del amor?






MARÍA LAURA BLANCO (1956, Villa del Cerro, Montevideo, Uruguay)
Enlaces: Habitar el río | Intercuerpos



Elías Uriarte


Revelación total

"One thought fills inmensity"
 William Blake 


Hace un instante
Tuve una revelación.
Aquí en el parque,
La verteré en español.

Levantaba mis brazos hacia el Sol,
Cuando supe
De repente:
        "Soy moderno,
          Yo soy un ser moderno,
En el centro de Nueva York podrá haber un hombre tan moderno como yo,
Pero más,
Jamás,
Jamás.
En este instante este movimiento de tender los brazos hacia el cielo,
Es un gesto absolutamente moderno,
De una modernidad indudable
Y comprobada".

¡Oh dioses, cómo soportar tanta verdad!

Pensé en Roberto:
Era un ser moderno,
Pensé en María:
Era un ser moderno,
Pensé en el viejo del parque:
Era un ser moderno;
Pensé en vivos
Y en difuntos Y en no nacidos,
Y hasta pensé en los dioses tan antiguos:
Todos eran seres de una indudable modernidad.

Sentí arder mi cuerpo
Que creía muerto
                   ¿Qué?
Potencia o Dominación
Nos ha robado esta sencilla
Revelación?
                    ¿Qué dios
Ha oscurecido la modernidad
Del mundo?
Una luz moderna temblaba en lo alto de los plátanos,
Una paloma moderna picoteaba pan por el suelo,
Un vagabundo moderno secaba trapos en el fuego,
Mi cuerpo como un orgulloso estandarte ardía lleno de modernidad.

Nuevamente alcé mis brazos hacia el cielo.
Percibí que un rito fundamental se ejercía en la pequeña ciudad de Montevideo:
Mis brazos, mis dedos, eran los indicadores del Tiempo,
Mi cuerpo estaba a la vanguardia sideral.

Admiré su lenta hipérbole en el aire de la mañana:
Un fragor de mundos paralelos
Ensordecía mis oídos,
Como una constelación reciente
El Siglo
Latía entre mis manos.

Caí de rodillas.
Supe:
                Somos
La edición príncipe del Universo.


Elías UriarteELÍAS URIARTE (1945, Rocha, Uruguay)
Enlace: Antonio Miranda

Cristina Peri Rossi: Estado de exilio


El viaje     




Mi primer viaje 
fue el del exilio 
quince días de mar 
sin parar 
la mar constante 
la mar antigua 
la mar continua 
la mar, el mal 
Quince días de agua 
sin luces de neón
sin calles sin aceras
sin ciudades
sólo la luz
de algún barco en fugitiva
Quince días de mar
e incertidumbre
no sabía adónde iba
no conocía el puerto de destino
sólo sabía aquello que dejaba
Por equipaje
una maleta llena de papeles
y de angustia
los papeles para escribir
la angustia
para vivir con ella
compañera amiga
Nadie te despidió en el puerto de partida
nadie te esperaba en el puerto de llegada
Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo
volviéndose amarillas en la maleta
maceradas por el agua de los mares
Desde entonces
tengo el trauma del viajero
si me quedo en la ciudad me angustio
si me voy
tengo miedo de no poder volver
Tiemblo antes de hacer una maleta
-cuánto pesa lo imprescindible-
A veces preferiría marcharme
El espacio me angustia como a los gatos
Partir
es siempre partirse en dos.


Grandes almacenes




En las grandes tiendas
me mareo
ando exiliada
confundo los pisos
tantos objetos me saturan
Sólo quiero comprar un bolígrafo
o un rotulador
Estoy en el centro de la Civilización Occidental:
que alguien me dé un mapa
Y además, toda esa gente feliz,
inmensamente satisfecha
de disponer
de poco dinero
para tantas cosas.


La pasión




Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.


Nocturno pluvioso en la ciudad




De noche, bajo la lluvia
a lo largo de la avenida
la luz de una cabina telefónica
Un hombre llama ansiosamente
No hay tierra firme donde echarse a descansar
El hombre hace gestos con las manos
lejos un triángulo de luces amarillas
cómo resbala el agua en los costados
escaparates llenos de reflejos
el hombre dice: “Por favor, por favor”
un borracho junto a un árbol
Grandes rebajas
los autos pasan veloces:
si atropellaran a alguien no tendrían tiempo de detenerse
“Escúchame, por favor”, dice el hombre
dos muchachos fuman un poco de hierba
en los diarios de esta mañana leí algo acerca de una gran catástrofe
no sé si terremoto o bombardeo
“Te quiero”, dice el hombre,
antropoide en la vidriera telefónica
cae la lluvia
un travesti se pasea, pide fuego
los travestis siempre piden fuego y se pasean
el agua le moja la falda, le corre la pintura,
no se puede comprar cosméticos baratos,
murieron dos mil o veinte mil,
ya no recuerdo,
hay un cartel que destiñe con la lluvia:
“Compañero, tu muerte no será en vano”
(¿qué muerte no es en vano?)
Me gustaría saber adónde van las palomas con la lluvia
un locutor anuncia un detergente un bombardeo
“Escúchame”, dice el hombre, 
se le acaban las monedas
Extraordinario show-sexy
Se ruega a las personas sensibles no asistir
Me dijeron que se trata de un caballo que fornica con mujeres
(la Sociedad Protectora de Animales protestó;
ninguna otra sociedad protestó)
es enorme la cantidad de personas no sensibles que hay,
según el cartel
Noches lluviosas donde cualquier suicidio es posible:
hasta el de una mariposa contra la ventana.
Del andén sale una música ambulante
el hombre no tiene más monedas
el travesti ligó
es increíble cómo en momentos decisivos algo nos falta
moneda o mirada
cigarrillo o mujer
a lo mejor se trataba de una inauguración, no sé bien,
o quizás era el destripador de alguna ciudad inglesa
Se queda un instante indeciso en la cabina
registra a fondo los bolsillos
(¿extraerá una pistola o un cigarrillo?)
“Vecchio, basso”, canta Mina en el amplificador
Una estrella de cine se consagró
un zapatero mató a su mujer
un padre a su hija
alguien bombardeó una ciudad
El hombre no encontró una moneda y se puso a caminar bajo la lluvia.


Cristina Peri Rossi
CRISTINA PERI ROSSI (1941, Montevideo, Uruguay)


Idea Vilariño: O fueron nueve


poema de Idea Vilariño,

O fueron nueve    




Tal vez tuvimos sólo siete noches 
no sé 
no las conté 
cómo hubiera podido. 
Tal vez no más que seis 
o fueron nueve. 
No sé 
pero valieron
como el más largo amor.
Tal vez
de cuatro o cinco noches como ésas
pero precisamente como ésas
tal vez
pueda vivirse
como de un largo amor
toda una vida.


No hay nadie



No estoy
no esperes más
hace tiempo me he ido
no busques
no preguntes
no llames que no hay nadie.
Es una loca brisa de otros días
que gime
es un pañuelo al viento
que remeda señales.
No llames
no destroces tu mano
golpeando
no grites no preguntes
que no hay nadie
no hay nadie.



Tan arduamente el mar...



Tan arduamente el mar,
tan arduamente,
el lento mar inmenso,
tan largamente en sí, cansadamente,
el hondo mar eterno.
Lento mar, hondo mar,
profundo mar inmenso...

Tan lenta y honda y largamente y tanto
insistente y cansado
ser cayendo como un llanto, sin fin,
pesadamente,
tenazmente muriendo...

Va creciendo sereno desde el fondo,
sabiamente creciendo,
lentamente, hondamente, largamente,
pausadamente,
mar,
arduo, cansado mar,
Padre de mi silencio.

Roberto Echavarren

Doble sueño    




Llevabas el cabello suelto con meneo
que tus pasos exageraban a chasquidos.
Bajabas la calle. Nunca supe de ti.
Tu resplandor quedó prendido
al espejo convexo de un convertible estacionado.
Los árboles rompían el silencio con crujidos.
No era alegre la tarde
— no es alegre el silencio sino tranquilo
y fortificado en sí, cóncavo
en la palma de la mano. Después de tu pasaje
parecía que podías llegar. Alguien podía 
vernos a los dos — en otra parte, ni antes ni después
(al costado). Bajabas
del convertible con tricota rosada .
La portezuela al cerrarse implicó otras subidas y bajadas.
Habíamos estado juntos una vez. En la vida paralela
tuve el hábito de estar cerca de ti.


Nostalgia



Un pobre animal asustado
contra el rincón de la cabina
ya no sale al encuentro de alimentos;
preserva una semblanza,
una concordia, una visita.
El casi cadáver agoniza enfrente.
Podemos vivir solos
pero no sin compañía de los muertos.
Viento negro atraviesa
el boquerón desgarrado.
Entramos en la alberca; gotea lluvia cálida:
aquí ellos acompañan el eco y el silencio.
El casi cadáver, Berenice,
emergió con la tea de la luna 
para mirarte, buscarte todavía —
ojo vidrioso, muda
pero con el ademán
de quien hablará última.
Señala el cielo
con guante transparente que engloba el paisaje
y se ausenta en mitad del recuadro.
Vendrá la muerte, tendrá tus ojos:
avispas oscuras
entre el labio y el plato de fruta.
Habrá una atmósfera cálida.
¿Qué pasó con la visita?
No se transforma sino en ella
misma todo el tiempo:
le creció el pelo, se le mueve por la espalda
negra hasta los zapatos;
se volvió al costado para decir: lindo perro. 


El claro




Ahora puedo escribir en pleno día
sobre el acolchado de la llovizna nivosa.
No lleva a ninguna parte;
deja la luz en desbandada , los ojos
en barbecho. Esta vez
no es como las otras. Ahora
no se trata de escribir al costado del día.
Las trampas de cazar erizos traquetean 
en el vacío. El coto resuena
con el caballo que estuvo ayer.
El Invierno es la estación cuando el cielo, borrado de pájaros,
cruje de súbito junto a un banco de madera.
Fue un pájaro, me dirás; yo podré estar de acuerdo.
Ahora — de día — estamos recogidos
como a la noche.
Ahora sí estamos solos.
No se ve el tiempo en que te perdí.
Podremos tomar café
frente a una ristra de tablas empapadas, en vacaciones.
Ya no sé de ti
salvo en una conversación de cosas.
Ya no sé de ti
— pero el día no sabe nada de nada.
Disponibles, tranquilos
tenso el arco de caza,
esperamos las bestias que han de ofrecer
junto a la verja visitas
por el vapor borradas. 




Retrato del poeta Roberto Echavarren mirando de soslayo, con anteojos sobre un fondo oscuro
ROBERTO ECHAVARREN
 (1944, Montevideo, Uruguay)

Imagen: Héctor González De Cunco

Nicolás Alberte

No veíamos algo así desde Caravaggio



Antiguamente
cuando las cosas se podían esconder
como un cuadro que se cuelga en una sala oscura
o una virgen fecundada por la luz de la ventana que es ahogada
en el Tíber sin saber de quién
es el niño que muere con ella en el agua,
había una cosa en que los muertos
eran superiores a los vivos:
mantener la pose.


Antiguamente
cuando la gente se moría joven mientras Caravaggio los iluminaba
con una oscuridad que sólo la noche
puede susurrar a la pequeña
luz de unas velas, ese soplo
como un barco que se escapa de uno
de los capítulos del libro de la épica
salido de las costas ásperas de Ilión para venir a Roma
viejas orillas del arte a las que jamás
pudimos regresar. Un hombre
sin ropas que llora
no es un hombre desnudo, es un hombre
descubierto.


Creo en que está todo escrito:
el maquillaje
las barbas
la luz
el amor
los ojos persuasivos
todo ese teatro que se acerca remando al precipicio
pero desde Caravaggio que no veíamos algo así.



Hendrix toca "Machine gun" en el Filmore East el primer día del año 1970



sí:
el pelo de noel redding era francamente hermoso
pero la experiencia había terminado, tal vez eso
junto con algunas otras combinaciones materiales y no tanto
y porque empezaba un nuevo año con soldados
peleándose en las selvas de chicago y nueva york
provocó que esa suerte de, cómo decirlo: lapso místico
intersticio sagrado
como sea
se hiciera presente entre los dedos
tanto en la izquierda como en la derecha y los pies
que estrenaban ese día un nuevo conjunto de pedales
ahí,
en el centro,
mientras dice que las balas le destrozan el cuerpo
hendrix brilla
toma su guitarra, pelea
como un granjero con un hacha, brilla
como si fuera él mismo proyectado por una luz desde arriba
brilla
o atraído por las sombras mientras los proyectiles llueven, brilla
james marshal hendrix
en colores o en blanco y negro y en las retinas, también, vacías de un ciego
brilla
como un presagio aéreo que baja de la noche en el estudio de un astrólogo sin cielo
en filmore east cuando estaba comenzando el año
de su mismísima muerte








De: "Limo"
Fuente: http://cargocollective.com/nicolasalberte/Nicolas-Alberte
NICOLÁS ALBERTE (1973, Montevideo, República Oriental del Uruguay)

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