Cristina Peri Rossi: Estado de exilio


El viaje     




Mi primer viaje 
fue el del exilio 
quince días de mar 
sin parar 
la mar constante 
la mar antigua 
la mar continua 
la mar, el mal 
Quince días de agua 
sin luces de neón
sin calles sin aceras
sin ciudades
sólo la luz
de algún barco en fugitiva
Quince días de mar
e incertidumbre
no sabía adónde iba
no conocía el puerto de destino
sólo sabía aquello que dejaba
Por equipaje
una maleta llena de papeles
y de angustia
los papeles para escribir
la angustia
para vivir con ella
compañera amiga
Nadie te despidió en el puerto de partida
nadie te esperaba en el puerto de llegada
Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo
volviéndose amarillas en la maleta
maceradas por el agua de los mares
Desde entonces
tengo el trauma del viajero
si me quedo en la ciudad me angustio
si me voy
tengo miedo de no poder volver
Tiemblo antes de hacer una maleta
-cuánto pesa lo imprescindible-
A veces preferiría marcharme
El espacio me angustia como a los gatos
Partir
es siempre partirse en dos.


Grandes almacenes




En las grandes tiendas
me mareo
ando exiliada
confundo los pisos
tantos objetos me saturan
Sólo quiero comprar un bolígrafo
o un rotulador
Estoy en el centro de la Civilización Occidental:
que alguien me dé un mapa
Y además, toda esa gente feliz,
inmensamente satisfecha
de disponer
de poco dinero
para tantas cosas.


La pasión




Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.


Nocturno pluvioso en la ciudad




De noche, bajo la lluvia
a lo largo de la avenida
la luz de una cabina telefónica
Un hombre llama ansiosamente
No hay tierra firme donde echarse a descansar
El hombre hace gestos con las manos
lejos un triángulo de luces amarillas
cómo resbala el agua en los costados
escaparates llenos de reflejos
el hombre dice: “Por favor, por favor”
un borracho junto a un árbol
Grandes rebajas
los autos pasan veloces:
si atropellaran a alguien no tendrían tiempo de detenerse
“Escúchame, por favor”, dice el hombre
dos muchachos fuman un poco de hierba
en los diarios de esta mañana leí algo acerca de una gran catástrofe
no sé si terremoto o bombardeo
“Te quiero”, dice el hombre,
antropoide en la vidriera telefónica
cae la lluvia
un travesti se pasea, pide fuego
los travestis siempre piden fuego y se pasean
el agua le moja la falda, le corre la pintura,
no se puede comprar cosméticos baratos,
murieron dos mil o veinte mil,
ya no recuerdo,
hay un cartel que destiñe con la lluvia:
“Compañero, tu muerte no será en vano”
(¿qué muerte no es en vano?)
Me gustaría saber adónde van las palomas con la lluvia
un locutor anuncia un detergente un bombardeo
“Escúchame”, dice el hombre, 
se le acaban las monedas
Extraordinario show-sexy
Se ruega a las personas sensibles no asistir
Me dijeron que se trata de un caballo que fornica con mujeres
(la Sociedad Protectora de Animales protestó;
ninguna otra sociedad protestó)
es enorme la cantidad de personas no sensibles que hay,
según el cartel
Noches lluviosas donde cualquier suicidio es posible:
hasta el de una mariposa contra la ventana.
Del andén sale una música ambulante
el hombre no tiene más monedas
el travesti ligó
es increíble cómo en momentos decisivos algo nos falta
moneda o mirada
cigarrillo o mujer
a lo mejor se trataba de una inauguración, no sé bien,
o quizás era el destripador de alguna ciudad inglesa
Se queda un instante indeciso en la cabina
registra a fondo los bolsillos
(¿extraerá una pistola o un cigarrillo?)
“Vecchio, basso”, canta Mina en el amplificador
Una estrella de cine se consagró
un zapatero mató a su mujer
un padre a su hija
alguien bombardeó una ciudad
El hombre no encontró una moneda y se puso a caminar bajo la lluvia.


Cristina Peri Rossi
CRISTINA PERI ROSSI (1941, Montevideo, Uruguay)


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