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T.S. Eliot / Attilio Bertolucci

T:S:Eliot: No con una explosión, sino un gemido
Un fotograma de la película un día en la vida de Oblomov, de N Mijalkov

Los hombres huecos    


El Sr. Kurtz ha muerto 
 (J. Conrad) 
"un penique para el viejo Guy" 



Somos los hombres huecos  
Somos los hombres disecados 
Recostados uno en otro 
Rellena de paja la cabeza. ¡Ay! 
Nuestras voces resecas, cuando 
Juntos susurramos 
Son quedas y nada significan
Como viento en el pasto seco
O patas de raras en el vidrio roto
De nuestra seca bodega

Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
Con la mirada fija, al otro Reino de la muerte
Nos recuerdan -si lo hacen- no como violentas
Almas perdidas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres disecados.


II



Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino de sueño de la muerte
Esos no aparecen:
Allí los ojos son
La luz del sol sobre una columna rota
Alli, hay un árbol que se agita
Y las voces son
En el canto del viento
Más lejanas y más solemnes
Que una estrella evanescente.
No esté yo más cerca
Del reino de sueño de la muerte
Vista yo también
Esos disfraces deliberados
Piel de rata, piel de cuervo, palos cruzados
En un campo
Comportándome como lo hace el viento
No más cerca
No ese encuentro final
En el reino del crepúsculo.



III



Esta es la tierra muerta
Esta es la tierra del cactus
Aquí se levantan las imágenes
De piedra, aquí reciben
La súplica de la mano de un muerto
Bajo el titilar de una estrella evanescente.

Asi es
En el otro reino de la muerte
Despertar solo
A la hora en que estamos
Temblando de ternura
Labios que besarían
Hacen ruegos a la piedra rota.



IV



Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas moribundas
En este valle hueco
Esta quijada rota de nuestros reinos perdidos

En éste, el último de los lugares de encuentro
Vamos a tientas juntos
Y evitamos hablar
Reunidos en esta playa del rio crecido
Sin ver, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
Rosa multifoliada
Del reino crepuscular de la muerte
La sola esperanza
De hombres vacios



V



Aqui bailamos en torno al tunal
en torno al tunal, en torno al tunal 
Aquí bailamos en torno al tunal
A las cinco de la mañana


Entre la idea
Y la realidad
Entre el impulso
Y el acto
Cae la Sombra

                               Porque Tuyo es el Reino

Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la Sombra
                              
                              La vida es muy larga

Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
Cae la Sombra

                             Porque Tuyo es el Reino

Porque Tuyo es
La vida es
Porque Tuyo es el

Así termina el mundo
Así termina el mundo
Así termina el mundo
No con una explosión, sino un gemido.



The hollow men



I

We are the hollow men
We are the stuffed men
Leaning together
Headpiece filled with straw. Alas!
Our dried voices, when
We whisper together
Are quiet and meaningless
As wind in dry grass
Or rats' feet over broken glass
In our dry cellar

Shape without form, shade without colour,
Paralysed force, gesture without motion;

Those who have crossed
With direct eyes, to death's other Kingdom
Remember us -- if at all -- not as lost
Violent souls, but only
As the hollow men
The stuffed men.

II

Eyes I dare not meet in dreams
In death's dream kingdom
These do not appear:
There, the eyes are
Sunlight on a broken column
There, is a tree swinging
And voices are
In the wind's singing
More distant and more solemn
Than a fading star.

Let me be no nearer
In death's dream kingdom
Let me also wear
Such deliberate disguises
Rat's coat, crowskin, crossed staves
In a field
Behaving as the wind behaves
No nearer --

Not that final meeting
In the twilight kingdom

III

This is the dead land
This is cactus land
Here the stone images
Are raised, here they receive
The supplication of a dead man's hand
Under the twinkle of a fading star.

Is it like this
In death's other kingdom
Waking alone
At the hour when we are
Trembling with tenderness
Lips that would kiss
Form prayers to broken stone.

IV

The eyes are not here
There are no eyes here
In this valley of dying stars
In this hollow valley
This broken jaw of our lost kingdoms

In this last of meeting places
We grope together
And avoid speech
Gathered on this beach of the tumid river

Sightless, unless
The eyes reappear
As the perpetual star
Multifoliate rose
Of death's twilight kingdom
The hope only
Of empty men.

V

Here we go round the prickly pear
Prickly pear prickly pear
Here we go round the prickly pear
At five o'clock in the morning.

Between the idea
And the reality
Between the motion
And the act
Falls the Shadow
For Thine is the Kingdom

Between the conception
And the creation
Between the emotion
And the response
Falls the Shadow
Life is very long

Between the desire
And the spasm
Between the potency
And the existence
Between the essence
And the descent
Falls the Shadow
For Thine is the Kingdom

For Thine is
Life is
For Thine is the

This is the way the world ends
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper.



Eliot a los doce años (De una fotografía)




Hoy un viento caliente recorre la tierra,
no árido ni seco como será más tarde,
arrastrando las hojas de cobre en un sonido
que imita al del infierno prepara el purgatorio

y su sueño otoñal. Ahora es marzo 
con el sol que te hace entrecerrar 
los ojos hondos, sus sombrías violetas,
sobre los que se encrespa el pelo despeinado

cuanto permite, o manda, la etiqueta 
de la Nueva Inglaterra, exiliada en las costas
meridionales: y jamás de frente
la querrás combatir. Pero vencerla ―

si hoy la amarga boca adolescente tal
propósito y empeño sugiere mientras contra
el muro de ladrillos el fotógrafo
finge tu ejecución y las rodillas

languidecen culpables por la cálida
estación y la edad ― y ya vencida
y vacía a la orilla del tiempo abandonarla,
reluciente, querrá decir vivir y escribir 

hasta el enero cruel, invierno de los huesos.



Eliot a dodici anni (Da una fotografía)




Oggi un vento caldo corre la terra, 
non arido non secco come sarà più tardi,
trascinando foglie di rame in un suono 
che imita l’inferno prepara il purgatorio 

e la sua sonnolenza autunnale. Questo 
è marzo con il sole che ti fa 
stringere gli occhi fondi, brune violette 
su cui s’aggrondano i capelli scomposti 

quanto permette, o esige, l’etichetta della 
Nuova Inghilterra esule su rive 
meridionali: e tu mai di petto 
vorrai combatterla. Vincerla — 

se oggi l’amara bocca adolescente tale
proposito e impegno significa mentre 
contro il muro di mattoni il fotografo 
finge la tua esecuzione e i ginocchi 

illanguidiscono colpevolmente al tepore 
della stagione e dell’età — e vinta 
abbandonarla vuota sulle rive del tempo, 
e lucente, vorrà dire vivere e scrivere 

sino al gennaio inclemente, all’inverno delle osa.


T.S. ELIOT / ATTILIO BERTOLUCCI
Traducción del inglés: Gerardo Gambolini
Traducción del italiano: Pablo Anadón
Fotograma de la película Un día en la vida de Oblomov, de N Mijalkov

Poemas de Alessandra Corbetta


El verano es una estación de amor, de pasión, de sentimientos que se desvanecen, se liberan bajo la luz descarada hasta quedar desnudos. Sin embargo, este no es el Estate corsara de Alessandra Corbetta. Corsario inherente al ir de prisa, en el libro encontramos un amor que a la carrera saquea, destruye, depreda los sentimientos del otro, el verano, en cambio, es el alma del poeta, el punto de partida. El oximorónico título, al fin y al cabo, resume con precisión el mal tiempo de las relaciones de este comienzo de siglo al que las parejas casi se han acostumbrado, habla del cansancio “de quien intentó ser pero nunca fue”. El “vientre” se vacía, pero no son “mariposas”, el “te extraño” no es una voz, sino un simple escrito en una pared, ¿el encuentro es acaso “condena o redención”? Corbetta se da cuenta del cambio, lo huele, lo ve en el lugar que es su espejo, Cattolica, que aquí se transforma en un «talismán». Bien lo escribe Marco Sonzogni: «El de Alessandra Corbetta es el verano: un verano pirata que no espera – y no perdona». Aquí todo es una transición, una crisis de cambio, todo es un «precipicio» del que a veces, sin embargo, se retoma el vuelo.

Alessia Bronico


Verano del 2006




Así el mundo estaba
en la sucesión exacta de sombrillas azules.
Una chica las atraviesa con las piernas largas
que sostienen descaradas el sentido del verano.
Otra en la mesa pide agua y menta,
las trenzas moras caían sobre sus hombros
y en años iguales a oraciones que comienzan con quizás.
Quien las mira bebe jugo de piña con hielo
y medita algo para agregar al recuerdo
de quien intentó ser pero nunca fue



San Marino




San Marino estaba en la niebla
como una sorpresa roja en el año
de la primera vez.
No te imaginas cuántas cosas
permanecen ocultas de dios, no puedes
ver el ejército desplegado defendiendo
las sílabas de nuestros nombres.
Cuanto más abrimos los ojos, más
San Marino desaparece: permanece
la altura de la roca, el miedo de ver que
todo es precipicio



Estate 2006




Così il mondo stava
nel succedersi esatto degli ombrelloni blu.
Una ragazza li attraversa con le gambe lunghe
che reggono sfacciate il senso dell’estate.
Un’altra al tavolino ordina acqua e menta,
le trecce more scese sulle spalle
e su anni uguali a frasi che iniziano con forse.
Chi le guarda beve succo d’ananas con ghiaccio
e medita qualcosa da aggiungere al ricordo
di chi ha provato a essere ma poi non è mai stata



San Marino




San Marino stava nella nebbia
come una sorpresa rossa nell’anno
della prima volta.
Non puoi immaginare quante cose
restano nascoste a dio, non puoi
vedere l’esercito schierato che difende
le sillabe dei nostri nomi.
Più spalanchiamo gli occhi più
San Marino scompare: rimane l’altezza
della rocca, la paura di vedere che
è tutto precipizio



Poeta italiana Alessandra Corbetta con anteojos, ojos claros y un fondo de hojas
ALESSANDRA CORBETTA (
1988, Erba, Italia)
Fuente: Vuela palabra
Traducción: Marisol Bohórquez Godoy

Piergiorgio Viti

Se observa al poeta con un saco negro y camisa blanca, sonriente delante de una pared azul con figuras modernas, estilizadas


HABÍA apoyado los ojos, 
con toda su firmeza, 
en tu rostro codiciado 
por las luces en tránsito 
de ciudades que lentamente desaparecían.  
Luego la oscuridad, obedeciéndose a sí misma, 
eclipsó la imagen 
y todos nos convertimos en embriones
en espera del mundo.
Así, tu rostro absorto
solo podía imaginarlo
como una hipótesis,
hasta cuando fuera resucitado
después del túnel.



ERA finales de agosto cuando tomamos
el baño de noche. Tenía miedo de que alguien
pudiera verme desnudo, temblaba por el frío,
sin embargo, recitaba el rol de quien en la vida
superó bien otros obstáculos.
Desde el mar vimos
las luces anaranjadas de la estatal hacerse llamitas 
que poco a poco se difuminaban.
A lo lejos, las notas de la disco music años Setenta,
junto a la voz rufiana de un dj de provincia.
Nosotros nos burlábamos de él,
aquel dj que confundía las t con las d,
nadábamos en una oscuridad petrolífera 
y mientras tanto nos preguntábamos si el próximo año
el agua será más cálida.



(insomnio)


Cuando te confesé que por un tiempo
hubiera preferido dormir a solas,
no lo tomaste bien, mirándome 
con ojos de vagabundo:
aquella mirada, un temblor 
tras otro, me sacudió el corazón…
Sí, poco a poco, lo sentía agrietarse,
en un enjambre sísmico sin fin.

Entonces Llamen a los bomberos 
a la Defensa Civil
a la unidad de primeros auxilios,
me dije,
y los bomberos la Defensa Civil
la unidad de primeros auxilios
estaban todos de acuerdo
en una inmediata marcha atrás.

Así, te confié que las ojeras
no están tan mal
cuando me pongo la camisa a rayas,
que en el fondo una siesta
puedo tomarla aún después del almuerzo
y tú sonreíste,
enviando a casa bomberos brigadas médicas
y yo me sentí torniquete soldadura,
el aire que finalmente retorna a su lugar. 



(luciérnagas)


Esperamos mucho tiempo
y finalmente
Este verano no vinieron,
ya es demasiado tarde, dijiste,
mientras la noche engullía  
el lago las colinas el pequeño chalet
en una oscuridad primordial.

Solo se oían algunas ranas,
la saeta ensordecedora
de los autos en el paso elevado
y nosotros allí,
adormecidos en las tumbonas,
fantaseando
con quedarnos hasta el alba,
cuando quizás las habríamos visto
en la luz atenuada
de un nuevo día.

Solos en la vana espera,
nos hemos contado
pedazos de vida,
a veces faroleando
como niños,
y a medida
que la noche avanza,
aquí estoy, cada vez más ligero,
una hoja de papel,
sí, me sentía una hoja de papel,
en la paz acuática
que nos seducía,
una hoja de papel
en blanco, deslumbrante
donde tú
habrías podido escribir de todo.



ENTRA, entra en mi habitación,
cruza aquella puerta que tantas veces
nos ha dejado de lado.
Enséñame el consuelo,
el abracadabra 
para un nuevo comienzo,
enséñame el siroco 
que a mediodía viene
a secar una pena
de fundas húmedas,
enséñame las dioptrías
de un sol encendido,
el lavatorio del perdón.
Esto y más enséñame.
Pero cruza aquella puerta,
entra y véndame
mi corazón tiene hemorragia,
luego cúralo como a un ruiseñor
en el nido
que se te ha abierto entre las manos



De: " Como un cerezo al mediodía", Barnacle, 2024

PIERGIORGIO VITI (1978, Sulmona dell'Aqulla, Italia) 
Es Profesor de Literatura, traductor, poeta y escritor de toda la vida. Es uno de los poetas italianos más traducidos en el extranjero (francés, español, rumano, chino, árabe, griego, inglés y sueco) y ganó más de cuarenta premios de poesía en su juventud. Como poeta, tiene en su haber seis publicaciones: “Accorgimenti” (2011, L’arcolaio), “Se le cose stanno così” (Itálica, 2015), “Aperto per inventario” (2019, Pequod), “Ritratti senza andare a capo” (2021, Terra d’ulivi), “Quando l’aria aveva paura di Nureyev” (2021, Terra d’ulivi) y “Dentro al petto mi si muove un canto” (2023, Arcipelago Itaca). 
Está presente en los principales sitios literarios, tanto italianos como extranjeros, y en numerosas antologías mundiales. También ha escrito para teatro: “La fiabola di Virginio e Virgilio con Tosca” y “I sogni di Ray” con Carlo Di Maio.  Como divulgador cultural, concibió “Versus”, un festival de poesía en Recanati y celebra seminarios y encuentros sobre lectura y escritura.

ANTONIO NAZZARO (1963, Turín, Italia) 
Periodista, poeta, traductor, video artista y mediador cultural. Fundador y coordinador del Centro Cultural Tina Modotti. Es director de diferentes colecciones de poesía italiana y latinoamericana para varias casas editoriales. Publicó los poemarios “Amor migrante y el último cigarrillo” (RiL Editores, Chile; Arcoiris, Italia, 2018) y “Cuerpos humeantes” (Uniediciones, Bogotá, 2019). La fotonovela poética “Diario amoroso sin fechas” (Edizioni Carpa Koi, Italia, 2022). Un libro de cuentos breves: “Olor a, Turín Caracas sin retorno” (Edizioni Arcoiris, Italia, 2014) y el libro de crónica y poesía: “Notas desde Venezuela. 2017, Vivir en las protestas” (Edizioni Arcoiris, Italia, 2017). 
En 2022 publicó “La dittatura dell’amore” (Delta 3 Edizioni, Italia). Sus textos han sido publicados en diferentes idiomas en revistas y antologías nacionales e internacionales. En la India recibió, en el Naji Naaman literary prizes 2019, el premio por la mejor obra social con el libro “Appunti dal Venezuela. 2017: vivere nelle proteste”.

Imagen en Liberamo.org

Cesare Pavese: Poesía juvenil

Prólogo     


Joven Pavese con anteojos
Cesare Pavese tenía para sí que “escribir es lindo porque reúne dos alegrías a la vez: hablar solo y hablarle a muchos otros”. Dispersos en cartas remitidas a distintos corresponsales, en hojas sueltas, en cuadernos manuscritos y aún en la eventual prolijidad que entonces aportaba una máquina de escribir mecánica (aunque tales transcripciones han llegado a nosotros con tachaduras y correcciones ológrafas marginales) acumuló una obra que había conocido lectores de manera fragmentaria y accidentada. En un libro que la editorial Einaudi dio a la publicidad en el presente siglo se incluyeron por primera vez en un solo volumen (y como parte de la obra poética completa) la suma de estos poemas. Bajo la forma expresa del verso regular (sonetos, cuartetas rimadas), construidos a través de acumulación de imágenes que hacen recordar los procedimientos de cierto famoso poeta con residencia permanente en Camden, Nueva Jersey (iteraciones, anáforas, epanalepsis, repetición incluso de versos enteros), entre la manifiesta tensión del poeta decadente y el cultor de los clásicos (Dante, Petrarca, Leopardi), se prefiguran los temas que el autor luego desarrollaría, con denodada profundidad en su primer libro: el verano aventurado, las colinas, las mujeres de cuño (la búsqueda frenética de ellas), la vida en las ciudades (la música que las glosa), lo que se recuerda como testigo (o como sospechoso), el arte y el amor (u otras palabras fáciles de escribir, aleves y baratas).
En vida del autor sólo se publicó un volumen de su poesía: Trabajar cansa; Italo Calvino, su camarada y albacea, publicaría, bajo un título impuesto por él mismo, el postrer volumen Vendrá la muerte y tendrá tus ojos; años después organizaría ambos libros (más poemas colectados de los escritos privados del autor), bajo el nombre de Poemas éditos e inéditos; los que componen “Poesía juvenil (1923-1930)” no conocían, hasta la fecha, traducciones en nuestra lengua. El poeta Jorge Aulicino presenta al desocupado lector, versiones que articulan un mito, una forma de la verdad que no requiere demostración porque se impone por sí misma: no es algo que pueda hallarse entre las dos tapas de un libro (y eso también implica lo que alguien quiso saber en Turín o en Buenos Aires y que ya no volvería a ver ni en esas ciudades ni en la vida). 
                                                                                                                               El Editor 




¿Por qué si se me cae la cabeza
inconsciente en los papeles gozando,
casi sin darme cuenta, aquel sopor,
de pronto me levanto reiniciando
el esfuerzo, me tenso para luego
cerrar los ojos y caer de nuevo?

[agosto de 1924]




Ninguna viña tiene ya racimo
y corren rojizas por las colinas,
el aire es fresco y el verde lejano.
Oscurece: camino pensativo,
sin una idea que ilumine el alma,
pisando en el barro hojas arrugadas.

[septiembre de 1924]


Oh, ¿cuándo volveré a encontrar una idea
para alzarme y amar otra vez la vida?
¿cuándo volverá a arder en el corazón
esta llama que ahora se está apagando?
¡Oh! si toda esa gloria que yo he soñado
debe terminar en esta oscuridad
¿por qué la pregusté y he sobrevivido?

[noviembre de 1924]


Para una actriz de cine muy joven, extranjera, lejana



Te vi un día por unos instantes
y sé que nunca más podré verte.
Tú pasaste ligero delante,
alzando tu rostro lleno de dulzura,
envuelto en cabello evanescente,
lejana, tal vez incluso diferente.
Tal vez vendiste esa risa a otros,
tal vez aún la vendas, pero la sonrisa
tu sonrisa dolorosa, nunca
podré olvidarla. Sé que el tiempo
borrará la amargura de mi alma
y que nunca más te veré en mi vida,
pero soñar contigo es dulce todavía.

[20 de diciembre de 1924]




En la gran noche sólo el silencio rompe
el chirriar ronco y trémulo de los grillos.
Me envuelve la oscuridad de los árboles,
azul brilla la luna en el cielo pálido
que sobre los cerros y sobre los bosques
proyecta su luz como un ligero velo.
Ah, quién sabe qué ilumina más allá,
sobre las cumbres y más: donde los claros
se abren solitarios entre los cultivos.
[6 de julio de 1925]



Me consume el alma perdidamente
el deseo de una mujer viva,
espíritu y carne, para estrecharla
sin freno y agitarla, entrelazado
mi cuerpo con su cuerpo tembloroso,
pero luego, en los días más serenos,
quedarme junto a ella suavemente, sin
ningún pensamiento carnal, mirando
su dulce rostro de muchacha, ingenuo, 
como envuelto en dolor,
y oír su voz ligera
hablarme despacio, como en un sueño...

[24 de octubre de 1925] 


Andando triste por las avenidas,
atormentado siempre por el terror
de que desaparezcan ante los ojos
las creaciones largamente deseadas
y que se debiliten dentro del alma
el ardor, la esperanza, todo… todo…
Y quedarse así sin un amor,
una grandeza; vulgar, pequeño,
condenado a la tristeza diaria,
al incesante pensar que infinitos
hombres ya sufrieron esto que yo sufro
y murieron oscuramente, sin alzarse
en una luz de la gloria, desesperados.
En mi dolor no me queda entonces nada,
¡ni siquiera el orgullo de sentirme solo!

[14 de noviembre de 1925]


Esta noche, por un momento,
en el escenario abierto
bailaste para mí.

Entre escenas de pobre papel,
bajo las luces falsas,
en el estruendo de las notas y en la respiración
de la multitud encorvada,
sucedió por un momento
una pausa muy larga,
un escalofrío de pureza extática,
y tocaste el piso de
un cielo de aurora.

Fuiste para mí, un momento,
la ráfaga de música
que desde una puerta abierta
se lanza en torbellino
a la calle nocturna.

Por sólo un momento,
en una luz espléndida,
luego volviste a ti desnuda.

[15 de junio de 1928]


Un solo, de saxofón—

Atronadora en la avenida
de pronto la orquesta se apaga.
Sobre la orquesta en sordina,
canta desplegado un saxofón ronco.

Hasta que la multitud se detiene.
Las casas indiferentes
cuelgan del cielo alrededor.

Vibra la voz bárbara.

Entonces mi vida
se hizo añicos en el suelo como un cristal.
El cansancio que antes la aplastaba
desapareció en el vórtice del sonido.
El alma inútil permanece.
Y las notas se aferran agudas
al aire, retorciéndose.

Es mi propia voz
la que resuena esta noche.
En el alma perdida
canta alto, altísimo, la soledad
un canto borracho de vida.
El cansancio huyó,
no vivo ni un momento más que el grito
modulado, exultante.
Toda mi alma
se estremece y tiembla y se abandona
en el ronco saxofón.

Es una mujer a merced
de un amante, una hoja
en el viento, un milagro,
una música también eso.

Rápido, demasiado rápido, el instante.

La voz sobrehumana,
bárbara de dulzura solitaria,
que al levantarme la cabeza,
como un amigo, enloqueció de alegría,
desapareció en el torbellino del ruido.
Por todos lados los sonidos vuelven a estallar,
brotan de las luces.

Vuelvo a caminar solo
y casi me abandono.
Desde el cielo cuelgan las casas enormes.
Y los transeúntes me miran, con ojos
como ventanas vacías.

[26 de mayo-5 de junio de 1929]


De: "Poesía juvenil 1923/1930" Edición bilingüe, Barnacle, 2024
Traducción: Jorge Aulicino

CESARE PAVESE (1908, Santo Stefano Belbo / 1950, Turín, Italia)
Estudió en Turín y se graduó con una tesis sobre Walt Whitman. Durante la década de 1920 leyó a los principales autores norteamericanos y comenzó a traducirlos. Entre 1935 y 1936, debido a sus vinculaciones con los militantes del grupo “Justicia y Libertad”, fue detenido, juzgado y recluido en Brancaleone Calabro. En 1934, de regreso a Turín, comenzó a colaborar con la editorial Einaudi en la creación de la revista “La Cultura”, que dirigió a partir del tercer número. Entre 1945 y 1946 dirigió la oficina romana de la misma editorial.
Desempeñó un papel clave en la transición de la cultura italiana de la década de 1930 a la nueva cultura democrática de la posguerra. Después de la Liberación, se unió al Partido Comunista. Durante esos años de intenso trabajo publicó sus obras más exitosas. Fue encontrado muerto, por una sobredosis de somníferos, el 27 de agosto de 1950.
Algunos de sus libros son: “Feria de agosto”, “El compañero”, “Diálogos con Leucó”, “La casa en la colina”, “La luna y las fogatas”, “El oficio de vivir”, “El hermoso verano”, “Entre mujeres solas” y “Trabajar cansa”.

Otros poemas de CESARE PAVESE

JORGE AULICINO (1949, Ciudad de Buenos Aires, Argentina) Comenzó su trabajo periodístico en semanarios de izquierda. Se desempeñó luego en agencias, revistas y diarios, incluido “Clarín”, donde dirigió la “Revista Cultural Ñ”. Se incorporó en los años setenta al precursor taller literario de Mario Jorge de Lellis. A medida que publicaba sus libros de poesía, tradujo a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Eugenio Montale, Luciano Erba, Franco Fortini, Antonella Anedda y Biancamaria Frabotta, entre otros numerosos autores italianos. 
En los años de la recuperación de la democracia, integró el Consejo de Dirección de “Diario de Poesía”. En 2012 reunió sus libros de poemas en Estación Finlandia. Ocho años después publicaría de nuevo su obra poética reunida, corregida y aumentada. 
En 2015 apareció su primera versión de la Divina Comedia. Ese año recibió el Premio Nacional de Poesía.
Publicó dos libros de ensayos: en 2021 Poesía y política y, al año siguiente, breves trabajos sobre la Divina Comedia, bajo el título El amor que no perdona. Su colección de poemas más reciente —con el sello de esta editorial— es El capital-La lírica.

Eugenio Montale: tres versiones del poema Delta

Fotografía en blanco y negro de un hombre sentado en una silla, posiblemente el poeta Eugenio Montale, conocido por su poesía hermética.



DELTA / Versión: Pablo Anadón



La vida, que se rompe en los trasiegos
secretos, la he arraigado en vos:
esa que se debate en sí, y casi parece
que de vos nada sepa, ahogada presencia.
Cuando el tiempo en sus diques se sofoca,
acuerdas tu existencia a la de ella, inmensa,
y resurges, memoria, más visible,
de la oscura región donde bajabas,
como ahora, después de la tormenta,
vuelve a adensarse el verde de las ramas
y el cinabrio, en los muros, se oscurece.
Todo ignoro de vos, salvo el mensaje
mudo que me sostiene en el camino:
si como forma existes, o aprensión
en la niebla de un sueño te alimenta
la costa que se enturbia, enfebrecida,
cuando restalla en ella la marea.
Nada hay de vos en este vacilar de las horas
grises o desgarradas por un fulgor de azufre,
salvo el silbido del remolcador
que emerge de las brumas, llega al golfo.

Cristina Campo


Ha quedado allá lejos, cálida, la vida 
el  color de mis ojos, el tiempo 
ardiendo al final de cada viento 
Manos vivas, buscándome… 
 
Permanece la caricia que no encuentro
más, salvo entre dos sueños, la infinita
sapiencia mía en retazos… Y vos, palabra
que trasmutabas la sangre en lágrimas.

Siquiera cargo un rostro conmigo 
ya traspasado en otro rostro
como espera en el vino y consumido
en los inflamados silencios…

Vuelvo sola…
entre dos sueños allá lejos, veo el olivo
rosado en jarrones plenos de agua y luna
del largo invierno. Vuelvo a ti que te hielas

en mi leve túnica de fuego.



È rimasta laggiù, calda, la vita,
l’aria colore dei miei occhi, il tempo
che bruciavano in fondo ad ogni vento
mani vive, cercandomi…

Rimasta è la carezza che non trovo
più se non tra due sonni, l’infinita
mia sapienza in frantumi. E tu parola
che tramutavi il sangue in lacrime.

Nemmeno porto un viso
con me, già trapassato in altro viso
come spera nel vino e consumato
negli accesi silenzi…

Torno sola…
tra due sonni laggiù, vedo l’ulivo
roseo sugli orci colmi d’acqua e luna
del lungo inverno. Torno a te che geli

nella mia lieve tunica di fuoco.


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CRISTINA CAMPO
(1923, Bolonia / 1977, Roma, Italia)
Traducción: Ángel Faretta
Imagen en Il foglio litterario



Luigi Ballerini


CHAPLINESCA     




si algo cuenta, hoy, es la idea del ubi consistam, 
del traje claro, por la mañana, humo de Londres por la noche, 
y quizá, para la cena, el smoking, como en las películas mudas, donde 
ir y venir es lo mismo que no todavía, y uno de los boxeadores 
está escondido detrás del árbitro, mientras el adversario que lo busca 
para darle un puñetazo, lo tiene enfrente, y alarga el cuello y 
los tres se mueven al unísono, un poco a la derecha y un poco 
a la izquierda, hasta que los contendientes dan una media
vuelta, y sus posiciones, diametralmente invertidas, ahora
las sostiene un forte con brio, un tripudio de agilidad y miedo,
de gráfica y ocultismo por el que la sonrisa reflorece en los labios
de los neófitos, de los viudos, de los divorciados, y de los esclavos destinados
a los trabajos agrícolas pesados de los cuales, escribe Thomas Jefferson,
se deben siempre excluir las mujeres, los viejos y los niños.




CHAPLINESCA




se qualcosa conta, oggi, è l’idea dell’ubi consistam,
del vestito chiaro, la mattina, fumo di Londra la sera,
e magari, per cena, lo smoking, come nei film muti, dove
andirivieni è lo stesso che non ancora, e uno dei pugili
è nascosto dietro l’arbitro, mentre l’avversario che lo cerca
per cazzottarlo, gli sta di fronte, e allunga il collo e tutti
e tre si muovono all’unisono, un po’ a destra e un po’
a sinistra, fino a quando i contendenti fanno un mezzo
giro, e le loro posizioni, diametralmente rovesciate, ora
le sostiene un forte con brio, un tripudio di agilità e paura,
di grafica e occultismo per cui il riso rifiorisce sulle labbra
dei neofiti, dei vedovi, dei divorziati, e degli schiavi addetti
ai lavori agricoli pesanti dai quali, scrive Thomas Jefferson,
si devono sempre escludere le donne, i vecchi e i bambini



LUIGI BALLERINI
(1940. Milan, Italia)
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