Eugenio Montale: tres versiones del poema Delta

Fotografía en blanco y negro de un hombre sentado en una silla, posiblemente el poeta Eugenio Montale, conocido por su poesía hermética.



DELTA / Versión: Pablo Anadón



La vida, que se rompe en los trasiegos
secretos, la he arraigado en vos:
esa que se debate en sí, y casi parece
que de vos nada sepa, ahogada presencia.
Cuando el tiempo en sus diques se sofoca,
acuerdas tu existencia a la de ella, inmensa,
y resurges, memoria, más visible,
de la oscura región donde bajabas,
como ahora, después de la tormenta,
vuelve a adensarse el verde de las ramas
y el cinabrio, en los muros, se oscurece.
Todo ignoro de vos, salvo el mensaje
mudo que me sostiene en el camino:
si como forma existes, o aprensión
en la niebla de un sueño te alimenta
la costa que se enturbia, enfebrecida,
cuando restalla en ella la marea.
Nada hay de vos en este vacilar de las horas
grises o desgarradas por un fulgor de azufre,
salvo el silbido del remolcador
que emerge de las brumas, llega al golfo.



DELTA / Versíon Armando Uribe



La vida que se gasta en los trasiegos
secretos he ligado a ti:
ésa que se debate en sí y parece
casi que no te sabe, presencia sofocada.
Cuando el tiempo se atasca en sus rompeolas
tu acaso al suyo inmenso reconcilias,
y afloras más precisa, memoria, de la oscura
región donde bajabas, como ahora
al escampar se espesa
el verde en los ramajes, el bermejo en los muros.
Todo ignoro de ti, sino el mensaje
mudo que me sustenta en el camino:
si existes, forma, o escrúpulo en el humo
de un sueño te alimenta
y la costa que se afiebra -turba- y contra
la marea crepita.
Nada de ti en el vacilar de horas
grises o desgarradas por un lampo de azufre
sino el silbido del remolcador
que de las brumas llega al golfo.



DELTA / Versíon: Horacio Armani



La vida que se rompe en los trasiegos
secretos a ti he unido:
esa que se debate en sí misma y parece
casi no conocerte, presencia sofocada.
Cuando el tiempo se obstruye en sus esclusas
tu vicisitud conformas a la suya, inmensa,
y afloras, memoria, más evidente,
de la oscura región a la que descendías,
como ahora, tras la lluvia, se reaviva
en las ramas el verde, el rojo en las paredes.
De ti lo ignoro todo, menos eses mensaje
mudo que me mantiene en el camino:
si existes, forma o superstición de la humareda
de un sueño, te alimenta
la costa que enfebrece, turba y bulle
enfrente a la marea.
Nada hay de ti en el vacilar de las horas
grises o rasgadas por una llama de azufre
más que el silbido del remolcador
que desde la neblina arriba al golfo.



DELTA




La vita che si rompe nei travasi
secreti a te ho legata:
quella che si dibatte in sé e par quasi
non ti sappia, presenza soffocata.
Quando il tempo s’ingorga alle sue dighe
la tua vicenda accordi alla sua immensa,
ed affiori, memoria, più palese
dall’oscura regione ove scendevi,
come ora, al dopopioggia, si riaddensa
il verde ai rami, ai muri il cinabrese.
Tutto ignoro di te fuor del messaggio
muto che mi sostenta sulla via:
se forma esisti o ubbia nella fumea
d’un sogno t’alimenta
la riviera che infebbra, torba, e scroscia
incontro alla marea.
Nulla di te nel vacillar dell’ore
bige o squarciate da un vampo di solfo
fuori che il fischio del rimorchiatore
che dalle brume approda al golfo.

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