Cristina Campo


Ha quedado allá lejos, cálida, la vida 
el  color de mis ojos, el tiempo 
ardiendo al final de cada viento 
Manos vivas, buscándome… 
 
Permanece la caricia que no encuentro
más, salvo entre dos sueños, la infinita
sapiencia mía en retazos… Y vos, palabra
que trasmutabas la sangre en lágrimas.

Siquiera cargo un rostro conmigo 
ya traspasado en otro rostro
como espera en el vino y consumido
en los inflamados silencios…

Vuelvo sola…
entre dos sueños allá lejos, veo el olivo
rosado en jarrones plenos de agua y luna
del largo invierno. Vuelvo a ti que te hielas

en mi leve túnica de fuego.



È rimasta laggiù, calda, la vita,
l’aria colore dei miei occhi, il tempo
che bruciavano in fondo ad ogni vento
mani vive, cercandomi…

Rimasta è la carezza che non trovo
più se non tra due sonni, l’infinita
mia sapienza in frantumi. E tu parola
che tramutavi il sangue in lacrime.

Nemmeno porto un viso
con me, già trapassato in altro viso
come spera nel vino e consumato
negli accesi silenzi…

Torno sola…
tra due sonni laggiù, vedo l’ulivo
roseo sugli orci colmi d’acqua e luna
del lungo inverno. Torno a te che geli

nella mia lieve tunica di fuoco.


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CRISTINA CAMPO
(1923, Bolonia / 1977, Roma, Italia)
Traducción: Ángel Faretta
Imagen en Il foglio litterario



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