Diego Brando | Es lo opaco del viento
Mirtha Lucía Makianich | Saerianas
Aunque Mirtha Makianich, en su introducción al poemario “Saerianas”, diga que es una presunción creerse intérprete de algunas obras de Saer, lo cierto es que la poeta hace años que viene revisitando la obra del escritor santafecino en un diálogo íntimo que va enriqueciéndose, una y otra vez, porque también son íntimas las vivencias, las imágenes y el paisaje evocado por el escritor santafecino. Y son precisamente esas vivencias, esas imágenes y ese paisaje compartido –en igual y a veces trágico trasfondo histórico– los dardos envenenados que la llevan a la escritura –no académica– sino poética. Este encuentro dialéctico y profundo la conducen al reencuentro con su propia identidad: “¿cuánto de mío / atravesado / por el cuánto tuyo?” y la retrotraen porque la memoria aunque le pese– es un oscuro animal en acecho constante.Y aunque la verdad sea un chisporroteo fugaz, una fuente, un núcleo remoto –acaso delirante– le alcanza a Makianich para la perseverancia, la insistencia en penetrar en los misterios del sueño y en los círculos obsesivos de Saer, que son como los suyos, porque también los suyos son como fantasmas / o nubes de humo / telarañas / que se entrecruzan. Sin embargo –y es lo más importante– oye en el canto del narrador-poeta su propio canto. Dice la poeta–: ¿Sabes? // Yo sí he visto la rosa / la vieja rosa marchita / crecer entre tus hojas / pétalos abriéndose / jirones de amarillo / color y perfume // y ¿sabes?/escucho cantar / entre esos pétalos porque es / así efímera / y particular / la alegría / de la belleza. Mirtha cumple acabadamente con lo que dice Saer, texto que ella misma cita–: “Toda lectura es interpretación, no en el sentido hermenéutico, sino más bien musical del término. Lo que el lector ha vivido le da al texto su horizonte, su cadencia, su tempo y su temperatura”.
Livia Hidalgo
Daniel Martucci | El mejor modo de esperar
La espera da fuerza al deseo
Ir al encuentro no es ir hacia donde el objeto está
No es ir detrás de los guiños del objeto.
desconocido
cualquier punto
un punto en especial
es ese sabor el que lleva el cuerpo
Hacia el encuentro en otra parte
lo lleva hacia el cielo de un borde
donde se despeña al vacio
de un nuevo deseo sin nombre aún
Suray Traba | Indómito despertar
4
el sueño que sus brazos
mece
abre sus ojos
la noche su tamboril
que besa y daga
una paciencia de escombros
dibuja en el aura
un quejido
que no es reproche.
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Muerde la noche
afín
herida diurna al día
la nimiedad
en su labio
musita
espasmos despabilados
la precisión desgrana
con instrumento
disonante
palabras inmunizadas
al destierro
su inciso
en clave de bestia
de vida láctea
rastrea destroza encontrando
pistas
negadas al alba
halo petrificado
anticipa
un aguijón de danza
destello mudo afásico
en una palabra
escasez y abundancia
la noche
derrama
alaridos silvestres
noctámbula volví
para ser
su escribiente.
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De intermitencia infinita
pulsa difuminada
en un cuenco
donde la luz mecía
se agitan penumbras
la atmósfera se tiñe de voraz
apura el paso
se acerca se aleja
merodea el letargo
pierde equilibrio
al acierto
sazona un resquemor
envuelve
engulle traga
soy su manjar.
VI
La voz
muta
en sus jirones
despide esquirlas
de sueño roto.
VII
Es tarde
para la palabra
una consonante
es insignia
pretextos que la noche inventa
duermen
bajo una bombita que titila.
Suray recorre el campo abierto de la noche, buscando con su lámpara ciega los fragmentos de luz de un alba que se retrasa.
En el territorio extenso de la vigilia, el lenguaje se extravía. ¿Cómo encontrar las palabras, en el espacio delimitado entre lo no-dicho y lo por-decir, cuando cada signo se revela urgente?
En hebras, desmenuzado, lo que no-se-sabe teje la trama de un idioma noctámbulo e insomne. Teje una voz.
Y la voz se extiende sobre el paisaje de la noche, poderosa y lúcida, delicada y caótica, tropezando con lo que se supo callar.
"Quedate despierta, hilachita de voz", susurra. Y la voz se hace presente, se nace, se alumbra.
"Quiero escribir la noche", dice Suray, "quiero escribirla ahora, que no sé qué digo, con lo que no sé qué digo".
El poema es mantra y plegaria, es fe y manifiesto para esa que tabula en la oscuridad, para la mujer que escribe en la noche, y en la noche, despierta.
Dos poemas de Pablo Queralt
para que nunca me falte así alguien que no conozco esconde dentro mío ideas
recuerdos que de pronto aparecen como cuando salía a fumar para no sentirme desplazado del que narra y quién mira
donde se gesta el poema y pone algo que va del pasado al presente como quién confunde
los tiempos y viene de lo antiguo y no de lo reciente tirando del hilo.
tan cerca estuvimos que nada tocábamos y ni hablar necesitábamos
yo era tu imagen o mi materia era la tuya la sustancia única
de nuestras palabras estalladas en su microcosmos al espacioso infinito
que era la nada y el todo donde llegamos sin decir que llegamos.
De: "La doble pena de volver a contarlo todo, Ediciones La yunta, 2025
Alicia Silva Rey | Cuerpos a la medida
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Querida, sueño
con las piedras preciosas
de tu alhajero.
Por aquí pasan los caños del agua
y los murciélagos
las palabras son conceptos
los tópicos son conceptos
los asesinatos en Chile en Hong Kong son conceptos
la arquitectura, el arte, la locura contemporánea:
túmulo de conceptos
los fetiches, mi bien, brillan como conceptos,
la cobardía política, los arrancadores de ojos
mi alhaja, mi musguito, mi residuo, mi speculum,
mi tejido mental, mi larva, mi cieno, mi estanque,
mi perro que sale del estanque.
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y ladran los fantasmas de la canción.
“Malena”
Homero Manzi; Lucio Demare, 1941.
como Alejandra
Pizarnik: “Si digo agua,
¿beberé?
Si digo pan, ¿comeré?”.
El abrazo confuso donde
amor es causa de amor
pertenece ¡tan solo!
a una cierta sintaxis.
Cuerpos a la medida
de una erótica
en íntima alteridad.
“Nunca sabrás cuánto
fuiste amado por mí”,
dedica un varón a una mujer
su lapsus.
Fue un pobre hombre,
Jacques Marie Émile Lacan,
en una carta
a la mujer amada.
Lo que enciende
no es la voz que pronuncia,
es el oído.
Raúl Cristián Aguirre | Ten piedad de mí
me dijiste que era neorromántico
cuando te escribí un poema de amor me dijiste que era neorromántico
y que el neorromántico ya no se usaba
entonces te escribí un poema distópico
y me dijiste que ya estaba bien de noventismos
entonces te escribí un poema complejo
y me dijiste que el neobarroco estaba agotado
entonces te escribí un poema sin pies ni cabeza
y me expusiste que el surrealismo burgués iba a contracorriente de la lucha de clases
entonces te escribí como si te hablara en el colectivo
y me escupiste que el coloquialismo era una entelequia
entonces
te escribí una receta de cocina que aprendí de la tele
y al toque cacareaste: el abuso de los infinitivos es un enfoque arcaico
y la carne picada mejor no consumirla por temor a los brotes de encefalopatía o de enterocolitis
o de salmonelosis
y agregaste severa: sin mencionar lo malo
que es el colesterol malo
Miserere
Hay muchas razones por las cuales no puedo ser un gran poeta me gusta mucho mirar
videos indecentes estar tirado en el sofá no hacer un guano
escribir listados de cosas ten
piedad de mí, conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones,
jugar a videojuegos infames perder el tiempo destinado al amor, mi pecado
está siempre delante de mí, vagar por el mundo sin rumbo en una casona del Maresme, lávame
y se recrearán los huesos que has abatido.
El puto de Mozart escuchó una vez sola el Miserere
y lo transcribió íntegramente en papel. Por eso le dieron no sé qué los Papas.
Papas, a mí me gustan con romero, al horno, con un dedo de agua ajo y tomillo, por eso
no puedo ser un gran poeta. A mí me gusta dormir, oh Dios,
edifica los muros de Jerusalén, preséntame señoras
deslumbrantes.
Oración por unas tabletas de cloro en estado inapropiado
Oh Señor
oh Señor de los prados los pastos el césped las piscinas
ten piedad de quienes están tristes
tristes por la vida en general
o por haber comprado en Amazon el Cloro 5 Acciones, Tabletas Multifunción de 200 gramos, en balde de cinco kilos, de la marca Tamar
y las pastillas le han llegado rotas
disueltas
inservibles
Oh Señor no es la primera vez
Oh Señor pero la primera vez creí que era casualidad
como cuando las cosas salen mal con el primer amor
pero luego se da cuenta uno que no
que lo habitual es la ruptura y la disolución
y por eso aunque les di una segunda oportunidad
—sabiendo que a veces la vida nos la niega—
me he quedado con mal sabor de boca
como quien se traga una tableta multifunción de 200 gramos de Cloro Tamar 5 acciones
y se le queda atorándole el garguero
Oh Señor triste estoy triste y más que triste desencantado, alejado de las melodías de tus ángeles
como quien vota en las elecciones a su candidato con el corazón galopando
y su candidato pierde por millones de votos
y trata de asimilar la derrota
y no puede asimilar la derrota
triste como quien vota a su propio verdugo sin saberlo y se da cuenta después y después ya es muy tarde
como es muy tarde Oh Señor para volver a pedir por Amazon las tabletas
multifunción
de cloro 5 acciones
de Tamar
que en realidad
son excelentes
pero me llegaron rotas
rotas
como un corazón roto
como un corazón que aún sigue galopando
pero hacia ningún lado
pero a ninguna parte
pero a ningún lugar.
De: "Acá falta plata", Barnacle, 2025
RAÚL CRISTIÁN AGUIRRE nació en Buenos Aires. Formado en Análisis de Sistemas, es escritor, poeta, actor, emprendedor y conferenciante. Está radicado en Barcelona desde 1988, donde estudió cine y morfopsicología. Es hijo, nieto y sobrino de escritores, poetas y profesores de literatura. Su padre, Raúl Gustavo Aguirre, es un referente de la poesía argentina de las décadas del 50 y 60, años en que dirigió la célebre revista “Poesía Buenos Aires”. Su madre, Hebe Monges, fue catedrática de Literatura y autora premiada de novela, cuento y poesía.
Recibió premios y distinciones en diversos certámenes literarios. Sus poesías han aparecido en diversos medios especializados en Argentina y el exterior. Dirigió la revista subterránea “Caro Kann”. Condujo el programa de entrevistas “Vos y Yo” en una radio de Barcelona. Creó el unipersonal “Poesía, ¿estás ahí?” en 2019, y lo representó en varios países. Publicó los libros de poesía “Mamá y otros poemas” (2015), “A Sívori se lo comieron los escorpiones” (2019), “La vida videoclip” (2023), “En la otra orilla de la noche” (2024), y “El hombre increíble” (2024), los cuatro últimos en Ediciones en Danza. La compositora Patricia Caicedo musicalizó varios poemas suyos en el CD “Nuestros días”. Es autor de una vasta obra poética que aún permanece mayormente inédita.
Imagen en Página12







