Aunque Mirtha Makianich, en su introducción al poemario “Saerianas”, diga que es una presunción creerse intérprete de algunas obras de Saer, lo cierto es que la poeta hace años que viene revisitando la obra del escritor santafecino en un diálogo íntimo que va enriqueciéndose, una y otra vez, porque también son íntimas las vivencias, las imágenes y el paisaje evocado por el escritor santafecino. Y son precisamente esas vivencias, esas imágenes y ese paisaje compartido –en igual y a veces trágico trasfondo histórico– los dardos envenenados que la llevan a la escritura –no académica– sino poética. Este encuentro dialéctico y profundo la conducen al reencuentro con su propia identidad: “¿cuánto de mío / atravesado / por el cuánto tuyo?” y la retrotraen porque la memoria aunque le pese– es un oscuro animal en acecho constante.Y aunque la verdad sea un chisporroteo fugaz, una fuente, un núcleo remoto –acaso delirante– le alcanza a Makianich para la perseverancia, la insistencia en penetrar en los misterios del sueño y en los círculos obsesivos de Saer, que son como los suyos, porque también los suyos son como fantasmas / o nubes de humo / telarañas / que se entrecruzan. Sin embargo –y es lo más importante– oye en el canto del narrador-poeta su propio canto. Dice la poeta–: ¿Sabes? // Yo sí he visto la rosa / la vieja rosa marchita / crecer entre tus hojas / pétalos abriéndose / jirones de amarillo / color y perfume // y ¿sabes?/escucho cantar / entre esos pétalos porque es / así efímera / y particular / la alegría / de la belleza. Mirtha cumple acabadamente con lo que dice Saer, texto que ella misma cita–: “Toda lectura es interpretación, no en el sentido hermenéutico, sino más bien musical del término. Lo que el lector ha vivido le da al texto su horizonte, su cadencia, su tempo y su temperatura”.
Livia Hidalgo
BORRADORES que siguen gestándose ¿y entonces? se avanza y se retrocede puntitos destellos luz lucecita señales y todo para contemplar una fuente un núcleo remoto desnudo delirio. ESPORÁDICA luz perfora la fronda y bajo los eucaliptos el bayo amarillo tasca y tasca ya sin vino el hombre yergue su espalda deja el áspero sillón y entra a ese interior entra al círculo animal va hacia el bayo y salta se cuelga del cuello tirando hacia abajo mientras tensos hacia arriba los músculos del bayo repican las patas contra el suelo equilibrio contrario tensiona el hombre débiles los relinchos minutos así sin dirección su pensamiento luego el salto se desprende y abandona ¿Qué fue eso sueño y anticipo premonición o qué? ¿Sabes? Yo sí he visto la rosa la vieja rosa marchita crecer entre tus hojas pétalos abriéndose jirones de amarillo color y perfume y ¿sabes? escucho cantar entre esos pétalos.

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