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Luis Benítez: Un exilio donde se encuentra una figura olvidada

El poeta ocasional | Luis Benítez

una voz que creció omitida en las palabras    




lancé mi piedra a lo desconocido 
y rompí la ventana del idioma 
todo de una vez la herramienta y el sitio 
los árboles los olores el seguro de vida se entregarán 
en esta respiración única 
 
lo que estamos viviendo ahora es un retroceso 
una voz que creció omitida en las palabras
pierde sus pistas de distancia entre los matorrales
hay un golpe en la puerta y se abre la vieja historia
esta ilusión de que todo empieza siempre
es un exilio donde se encuentra una figura olvidada
y para un huésped que no se espera
allí un grano de arena pesa como una bendición

nos encontramos con el disfrute
como con un desconocido que tropieza
con nosotros en la calle y sin pedir disculpas
ni sacudirse la ropa comienza una conversación
caminamos siempre por la patria de lo imprevisto
lo posible es una nueva versión de lo imposible
y la primera vez que alumbró un sol
el cielo estaba lleno de nada


Deja que hable Ezra Pound



Si no tienes nada que decir cállate
deja que hable Ezra Pound
desde las sombras el espléndido anciano
desde la fina línea de agua
el magnífico anciano
te muestra los genuinos billetes de su fortuna
y todos brillan legítimos peces
de un río infinito que sí
ése nunca se detiene.
Si no tienes nada que decir cállate
los altos caballeros las damas abigarradas
que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa
no pueden tener al lado
el tartamudeo de un enano
la cojera de un monedero falso
que delata que el oro de sus verbos
carece de aquella delgada línea de agua
esa finesse salvaje la impecable mancha
que no adorna la cabeza del animal escrito
—que cruza sólo un instante por el papel—
sino que sale de adentro del animal desfondado
de las vísceras vivas donde corre la sangre real
—ésa de donde proviene el color del colorado—
y palpita afuera como un monstruo de luz
como una imagen sin otra capilla que cada cosa
de cada universo posible e imposible
la que podría muy bien ser adorada
de pie y sin velos sin altares ni nada
—ni siquiera acólitos—
bajo el nombre de nuestra señora de los verbos
nimbada de estiércoles y nervios
de eclipses y novas oh tú
alta y baja sublime maliciosa
poesía que reinas sobre la amplia noche
y el delgado día


Un insecto en enero



mínima en la ventana una presencia activa
apenas diferente del aire en su elemental dibujo

más seis patas y dos alas que el cuerpo verde
apenas una línea que atravesó
millones de años en su aleteo
desde los ollares de los dinosaurios
hasta el sobrio y frío presente en mi ventana
nunca fue más grande y jamás abundó:
cuando plantas que hoy son la hierba
alcanzaban alturas y redondeaban formas colosales
unos pocos como él se elevaban
hacia las lejanas copas con no poco esfuerzo
de esas mismas delicadas membranas
que frente a mí apenas mueve o que reposan
allí donde refleja el todo otro vasto mundo
que también le pertenece
su victoria hecha de un silencio seguro
como todas las cosas.



La suerte del amor en la posmodernidad


Alguien dijo que nada queda de distinguido en este mundo
Salvo el hábito de la cacería de osos polares
En el verano ártico. Aunque parezca obscena,
Es una actividad ejecutada seriamente:
Familias enteras viven de este afán de conservar
Algo distinto, inmaculado todavía.

Hay hombres serios cada primavera calculando
Que con lo que dé el verano enviarán en invierno
A sus hijos a la escuela. Sucede en tierras tristes:
Kholokohak, Furstboro, Saint Felicien
Son algunos de esos lugares donde,
A medida que se retiran los mosquitos
Y la niebla cede, tienden la vista a lo lejos
O acechan el teléfono, atentos
A la agencia que solicitará sus servicios.

Dos meses después, cuando todo haya sido concertado,
La aurora boreal hará iridiscente el paisaje cubierto
De nieve sucia mezclada con barro y ramas,
Grandes montones peligrosos por donde
Estos hombres graves fumarán sus Marlboro
Guiando pausadamente al extraño al mismo sitio,
Al mismo oso muerto el verano anterior.

Luego las fotos, los mesurados festejos,
La alegría que tiene que haber en ese momento.
La alegría es un deber como cualquier otro.

Cualquiera sabe que la ballena azul
Es el más grande animal que jamás haya existido
Y que no se conoce actualmente su número,
Aunque se estima que quedan demasiado pocas
Para el decoro del planeta.
Un animal tan enorme debe ser, asimismo, conservado.

Los sonares y electrodos de la base 
de estudios de la vida marina en Maryland
Han detectado un nuevo sonido emitido por las grandes azules:
Es como un aullido asqueroso, un chillido de miles de ratones
Encerrados en las bocas de estas bestias, donde pueden
Estacionarse cómodamente algunos automóviles.

Achicharra los nervios escuchar ese sonido.
Hace veinte años no existía.
Pero los códigos sólo se conservan desde entonces.
Se dice que son tan pocas, que han desarrollado
Ese sonido especial para llamar al imposible otro
De su especie. Es el deseo, que busca su eficiencia.

Que a veces, pasan su vida entera recorriendo
Los siete o más mares que hay buscando, buscando.
Finalmente mueren emitiendo ese sonido,
Cada vez más débilmente, hasta que cesa del todo
Y unas decenas de toneladas de carne se depositan
En el légamo del fondo del sueño.

Una remesa nueva y silenciosa, al cabo de un tiempo
—fácilmente calculable— trocada en alguna capa más
De grano fino que engrosa la cubierta.

También están el tipo la tipa que descubren en la carroña
Que les ha tocado en suerte muy buenas cualidades:
La nobleza es una cuestión de la imaginación. Hace la vida
Más llevadera desde el desayuno hasta la cena.

Luego, lamentablemente, se sueña toda la noche con lombrices,
Grandes lombrices anilladas que te comen las articulaciones lentamente.
Tienen todo el tiempo de este mundo.

Pero ella/él son lo mejor que nos podía haber pasado.
Mira si no todavía fresca esa gotita de sangre,
Esa gotita, que es todo lo que queda aquí, a la vuelta,
Del desgraciado/la desgraciada que se había animado
A vivir sólo consigo. Entiéndase: a solas con todo Eso.

Claveteando la puerta infatigablemente, arrimando muebles,
Poniéndole toda suerte de obstáculos, hasta comprender
Que es el monstruo mismo quien nos alcanza los clavos.

Desgraciadamente son la gente
Más romántica de este mundo. Sufren todavía más,
Dulces transformaciones del hombre y la mujer,
Obligadas a salvarse de la locura por el travestido salvavidas,
Adán con portaligas, Eva con bigotes, representando
Incansablemente, dulcemente, áridamente,
A los últimos héroes de la sexualidad.

No son ciertamente ninguna alternativa.
Ya tampoco tienen ninguna novedad.
Hay una rutina, siempre
en lo humano hay una rutina.

¿Y qué hay de los vampiros, el don juan tirapedos,
la chica del adiós sin caspa sobre las tetas mayúsculas,
torneada a la lentejuela sobre la barra? Nadie
en su sano juicio tomaría eso en serio.
Pero bien pensando, ya no queda nadie
En su sano juicio en este fin de siglo.
Hasta esas reminiscencias son posibles.
Claro que habría antes que proyectar una película o dos,
Poner música, no sé, crear un clima que se hiciera
A sí mismo sostenible. Pocas cosas dependen
Tanto del ambiente. Habría que andar siempre
Con toda esa escenografía al hombro,
Y eso es trabajo duro, pesado alquilar tantos camiones.
Definitivamente otra cosa que no sirve.
Existe también la cuestión del presupuesto.

La hora exacta, los extras preparados, las luces, los diálogos casi,
Casi naturales, esa mesa blanca, el florerito, la curva del gabán exacta,
Exacta. Aquí el amor es cuestión de exactitud. Hay matemáticas.

Impensable el tema de los hijos que desayunan y vuelven luego
De la escuela, el pijama a rayas, esas madres contentas, los primos,
Las tías, los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, toda la colección
De cretinos en “un largo viaje hacia el final de la noche”, oh Céline,
Confundidos en un inaudible aplauso que es el de toda la especie.

Lo de la simulación es otro tema, todo sería más fácil si fuera posible,
De alguna real, definitiva manera, someter al otro.
Si nos creyera, si no se retorciera de risa cuando lo dejamos solo,
Creyendo que creímos que creía. Porque detrás del ojo brilla
Siempre esa luz fatídica, ese jugar a los dados solamente
Porque todas sus facetas están en blanco.

El amor, esa Cosa, esa porquería que insiste.




De: "Antología esencial", Barnacle, 2025
Otros poemas de LUIS BENÍTEZ, aquí

Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA), de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA) y del Centro PEN Argentina. Entre otros reconocimientos ha recibido el Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Premio de Poesía de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003), el Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México
, 2007) y el International Best Poets & Translators Prize (República Popular China, 2024). Según la londinense Ars Notoria Magazine es considerado una de las voces más destacadas de la poesía argentina contemporánea y referente de la poesía latinoamericana actual. Sus 45 títulos de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.

Leo Spitzer, el mayor representante de la estilística como corriente crítica, afirmaba que el sendero que nos conduce al alma de un texto comienza a partir de una intuición. Y en su notable ensayo en torno a la obra y la figura de Virgilio, Pierre Grimal subraya que para el autor de Eneida el conocimiento es intuición, visión mística en el sentido epicureísta. Desde la primera vez que me acerqué, hace décadas ya, a la poesía de Luis Benítez supe –con ese saber inequívoco que se autoriza a sí mismo: la intuición- que colindaba con el recogimiento, la meditación, el hondo y fecundo ejercicio de pensar; tal intuición se ha acentuado con el tiempo transcurrido. Aquello que si una definición demanda se ha dado en llamar, a falta de nombre más ajustado, “poesía metafísica” y que en Argentina tiene una tradición señera, algunos de cuyos nombres más reconocibles, entre tantos otros, son Antonio Porchia, Alberto Girri o los sucesivos tomos de “poesía vertical” de Roberto Juarroz.   
La poesía de Luis Benítez reconoce una raíz inequívocamente metafísica, y conduce al lector a ese lugar que Agustín, de Hipona, supo denominar con la expresión “íntima interioridad”, ese sitio donde el temblor de la sensibilidad se funde con el rigor intelectual, esa fusión que también puede nombrarse como “poesía metafísica”.
 
Osvaldo Gallone

Luis Benítez: A desplantes crece la pasión de la sufrida albahaca

EL AMOR DE LA ALBAHACA




No es la anónima, la de las grandes plantaciones industriales,
destinada al secado por toneladas,
la que aflora etiquetada en todos los supermercados de este mundo.
Tampoco la singular, la noble albahaca que ciñó Virgilio
entre sus labios y humedeció la mano de Horacio entre los álamos.
Es la rastrera, común albahaca salvaje de los campos,
la única y la sola que nos mira siempre verde entre las ruinas,
la que saluda desde hace millones de años
entre las piedras. Allí, donde seguramente no es querida,
asoma sus muñones empecinada, con la sola ayuda
de unas gotas de lluvia casual, de a cada tanto:
un gramo de tierra le basta a la paciencia de la albahaca
para amar el rincón entre ladrillos rotos que, parece,
quieren expulsarla para siempre de su seno.
Persevera sola en su manchón de verde
entre lo estéril, lo que le niega el sustento
es aquello que más ama: más quiere agotarla,
más se empecina; más quiere secarla, más florece.
La indiferencia la abona y riega sus hojas
el desdén. A desplantes crece la pasión
de la sufrida albahaca. Y cuando aquello parece
(una vez cada año sucede que se ausenta)
alcanzan cuatro lágrimas celestes
para que resurja de la nada como antes,
otro milagro del amor, que no conoce
la muerte, ni el olvido ni el engaño:
raíz que persiste honda entre cenizas y polvo,
milagro que florece a solas, prodigio
sin correspondencia alguna, la albahaca
es el amor que no se calla ni seca,
por propia voluntad ni por ajena.




Hormigas




este camino viviente

que atraviesa el jardín

viene de un país

que no es el nuestro.

aunque todo el tiempo

atravesamos la superficie del otro reino

desconocemos sus selvas diminutas

el desolado desierto de una baldosa

la efímera catarata de una canilla abierta

los sucesivos abismos que abre una escalera.

abajo y alrededor de nosotros

otro mundo infinito se derrama.

nos inquieta que ese entrevisto dominio

se asemeje tanto a lo que vemos

desde la ventana de un vigésimo piso.

muy lejos y a nuestros pies

otros asesinatos heroísmos y maldades

tienen sus tiempos y ocupan sus lugares

de un modo que juzgamos mecánico:

el sentido de esos días que transcurren distintos

como mucho es un enigma

que enseguida desdeñamos.

su remoto parentesco nos asusta

cuando observamos a un niño

prestarle su atención más entera:

olvidará al crecer las veces

que fijó los ojos en el otro reino

aquel que como el nuestro

comenzó el mismo día.




Nadie sabe dónde estuvimos




toda la tarde llovió

y nadie sabe dónde estuvimos

de ahora en más
me quedaré en tu sombra

viviré el fin de las estaciones cuando

el insecto retorna a su estado de larva

listo para creer que cada uno que anda

por la calle es uno que yo conozco

pero yo me quedaré en mi cuarto

hecho de tu sombra

en una habitación oscura

donde la muerte es una desorientada mensajera

donde entraré en esa pobre tan mínima luz

sea como eso sea




Otros poemas de LUIS BENÍTEZaquí

Luis Benítez: Lo que nos amenaza desde una mosca chillando furiosa en la cortina.


El cotillón de las tinieblas     



Las llaves rotas, las monedas sin valor, 
esos teléfonos anónimos recobrados de un bolsillo, 
el polvo de las paredes, de los muebles, las ventanas. 
El polvo que cubre toda la tierra 
como un segundo mar, en seco. 
Una mancha en la ropa que continúa en la carne, 
un grito y después un susurro y después el silencio 
que a duras penas se disfraza de resto de la tarde.
Un llamado sin voz, despertarse buscando
un algo indefinido que a nuestro lado se desangra
difumina y que olvidamos por grados.
Lo que nos amenaza desde una mosca
chillando furiosa en la cortina.
Una misma situación, las idénticas palabras,
que cada cuatro exactos años se repiten
con la morosa precisión con la que baja,
de nuevo, un ascensor.
Las cosas que nos miran fijamente,
desde las vidrieras cerradas,
cada vez que pasamos haciendo
la penosa pantomima de ignorarlas.
Alguien que nos observa desde un lejano edificio,
exactamente cuando vemos sin oírlo
que nos está diciendo algo.
El compacto horror de la tortuga
que nos devuelve al jurásico.


El cotillón de las tinieblasOtros poemas de LUIS BENÍTEZ: aquí
De: "La tarde del elefante y otros poemas"


Luis Benítez, dos poemas inéditos


hoy el poeta es Casandra, sí, pero drogada     



entre los incendios y los degüellos que la prensa esconde 
entre los desembarcos de asesinos que no están tan lejos 
porque esperan en el vientre del mismo caballo que nos lleva a grupas 
y los secuestros de países enteros so pretexto de salvarlos 
entre las violaciones hasta el hartazgo de aquello que william shakespeare 
definió como “ah, lo humano” y las abstractas interpretaciones 
de lo que es ciertamente la extracción entre risas de un ojo vivo
entre la nueva amenaza de que el mundo vuelva a la teocracia
ella denuncia lo que ve y por ahora la perdonan por loca
pero además está drogada (sólo le queda el consuelo de esas plantas)
no la imagino bella y rubia y desesperada
como en las fábulas que pintaron a la hoja de oro
las crueldades contadas por homero sino gorda y morena y balbuceante
una hija que con ninguno se iba a casar y una carga para la casa real
a la profeta: tiene saliva y verdades en la boca y en trance de elegir
el mundo prefiere la saliva



éramos la noche



éramos la noche pero teníamos certezas que eran del mediodía
como una fruta prestada o habíamos robado en 1980
la vida como un auto en una calle oscura, más asunto
del sueño que materia, ni travesura ni animalada,
apenas una inconsciencia (un psiquiatra, que es personal
autorizado a enjaularte, autoridad civil, legitimó
en una conversación hace 25 años que así como en el sueño
hay momentos de lucidez, del mismo modo en la vigilia
todos, hasta el comisario y el juez, el filólogo y el prestamista,
los más despiertos de la especie, tu hermana y tu madrina,
tu padre que fecundó a tu madre para iniciar tu disparate,
soñamos en vigilia). Entonces, ¿no será esto algo parecido
a caminar como un buzo, recogiendo algas con la mano que no siente
esas texturas fuera del guante grueso, no será arrastrar pesadamente
un enorme cable parecido a un caño grueso, apenas flexible,
tropezando entre las ruinas de naufragios, la pesada cabezota
perdida entre un cardumen de colores y de formas, innumerable,
ahora una bola gigante alrededor, y después una flecha
que devuelve a lo insondable?
Y en el centro de esas miles de bocas que buscan comer de algún sentido,
solito ser un traje de goma donde el alma se pregunta
por dónde se va a la superficie, donde la ola late y lleva
de nuevo hasta la costa.


LUIS BENÍTEZ (1956, Buenos Aires, Argentina)
Enlaces: aquí

Luis Benítez


Garbo´s building     


Suo cimitero da questa parte hanno
con Epicuro tutt´i suoi seguaci,
che l´anima col corpo morta fanno.

Yacen aquí los que creyeron cierto,
con Epicuro y todos sus secuaces,
que el alma muere con el cuerpo muerto.

Dante Alighieri 



Tal vez en el Upper West Side 
y no lejos del río de la mente 
está una puerta; en el invierno 
Con su pala el viejo aleja la nieve 
Y en el verano con lo mismo a los rudos demonios. 

Como todos los sirvientes se parecen al amo,
El viejo como el frente fue importado de Italia
Y debajo de su camisa de lana
-En invierno y en verano-
Está hecho de hileras de sólido ladrillo.

El es de Mantua –dice- y el inglés barullero
Se le cae como una piel ya estrecha
Cuando blasfema en dialecto
“Esta caldera inservible”
O “la policía otra vez ha entrado por la drogas de ése”.

Fiel portero de antaño,
De los que sólo servían para guardar condenados.

El viejo ha predicho –hace ya treinta años-
Que un día nacerá un niño maravilloso
En el maltrecho edificio.
Hay quien lo sigue esperando.
El viejo me ha dicho:

“Amigo, para ustedes los hispanos
No hay ningún piso especial en esta rota pocilga”
Y lo seguí mansamente a través de los montones de basura
Que nadie ha barrido nunca.
“Esto es inamovible”, dijo saltando
Ágilmente sobre una pila de huesos.
Debí rodearla, avergonzado.
“Y también esto”: un tipo agonizaba
En un camastro, a la entrada.
Ni la futura viuda ni los confusos adolescentes me miraron.
“Tampoco yo tengo remedio” dijo y llamó el ascensor,
Rascándose la caspa.

“Los conozco a todos y de todo
Tengo la llave. Créame: no sirve
Para nada. Además, ni nos ven.
Olvide sus cuidados. Estos no van a desterrarlo.
Ni usted ni yo les importamos un cuerno.”

En la luna rajada del ascensor que bajaba
Había pocas cosas: unas palabras de Husserl
Y una tarde dibujada.
Nosotros ya no estábamos.
Creo también que alguien silbaba:

“Viven aquí los que creyeron cierto,
Con Benny Goodman y todos sus muchachos,
Que un alma nace cuando nace un cuerpo.”
No voy a acompañarlo, Siddharta:
Yo nunca hago las cosas dos veces de la misma forma.

Pero no tema a nadie: como usted, así son de efímeros,
Como usted, así son de estúpidos. Como usted son crueles.

No vayas a ensuciarte los pantalones, mi buen Arjuna.
El noveno piso es el pent house y allí vive el peor de todos.
Ten fe en lo único que posiblemente todavía sea cierto:
“Como usted, son efímeros;
Como usted, son estúpidos. Como usted son crueles.”

“Hulla-ba-loo, hull-ba-loo,
lullaby, lullaby,
Osiris y Adonis y el otro niño
Juntan por las escaleras
Pedacitos de muerto”,
Se fue cantando por los corredores de una nube de polvo,
El gran sombrero erecto y el reloj en la mano.
Por qué no me prestaste entonces tu intrepidez, Alicia,
Cuando necesitaba tanto tu manita pecosa
En la Casa Negra, en la Casa Oscura,
Donde bombea noche y día la Tiniebla.

“Simplemente
Porque todos ustedes
Desde las vidas de papel
Nos parecen idiotas.”


poesía argentina
LUIS BENÍTEZ
 (1956 Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 1956)

De: Revista internacional de poesía/Poesía de Rosario N° 17
Enlaces: Revista Almiar;El Hablador N° 12

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