Luis Benítez: Lo que nos amenaza desde una mosca chillando furiosa en la cortina.


El cotillón de las tinieblas     



Las llaves rotas, las monedas sin valor, 
esos teléfonos anónimos recobrados de un bolsillo, 
el polvo de las paredes, de los muebles, las ventanas. 
El polvo que cubre toda la tierra 
como un segundo mar, en seco. 
Una mancha en la ropa que continúa en la carne, 
un grito y después un susurro y después el silencio 
que a duras penas se disfraza de resto de la tarde.
Un llamado sin voz, despertarse buscando
un algo indefinido que a nuestro lado se desangra
difumina y que olvidamos por grados.
Lo que nos amenaza desde una mosca
chillando furiosa en la cortina.
Una misma situación, las idénticas palabras,
que cada cuatro exactos años se repiten
con la morosa precisión con la que baja,
de nuevo, un ascensor.
Las cosas que nos miran fijamente,
desde las vidrieras cerradas,
cada vez que pasamos haciendo
la penosa pantomima de ignorarlas.
Alguien que nos observa desde un lejano edificio,
exactamente cuando vemos sin oírlo
que nos está diciendo algo.
El compacto horror de la tortuga
que nos devuelve al jurásico.


El cotillón de las tinieblasEnlaces: El poeta ocasional
De: "La tarde del elefante y otros poemas"


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