Esperando la nieve
a Glauce Baldovín, in memorian
Todos dicen que va a nevar en la ciudad.
Todos quieren ver en la nieve algo nuevo,
algo raro y ligero porque
no sabríamos convivir con eso. El rostro
del otro es nuestro rostro y el hielo de la nieve
lo refleja. Pero nunca cayó. Sólo piedras
de hielo y algo de la tempestad
que destruyó a los árboles. La tarde
se hizo noche y el cielo
me develó el humor de los pájaros, la tijera
de una bandada ruidosa
buscando dónde anidar.
Y nada
que no supiéramos –salvo volar-
nos pasa. La nieve
cae siempre en otra parte.
El derroche es una ley
del arte y de la naturaleza apaleada. Siempre
hay tiempo, tibiezas
de Barragán antiguo, enaguas de jerga,
lienzos bordados por mi abuela
contra la guerra que,
en ese hacer sumida, florecía en la tela.
Flor rebelada contra la nieve
que había que cavar para ver la luz,
el suelo fangoso que dejaba la pala
enterrando la bala del cansancio
que le hizo estallar una noche
el corazón.
El tuyo, el de ella. Se supone cordial
la huella del pespunte, el hilván,
la mirada ciclópea de la aguja, lo que cava
la pala cuando siembra . El filo del papel
o del hilo. Se supone cordial
entre los yuyos donde se afila un lirio
no pisar su destino de cuchillo
salvando una parte
de un día de pesar.
Del peso del avatar, de ese mal
expresado nombre
de lo adverso. Reverso del candor, cuando te mata.
Todos quieren ver en la nieve algo nuevo,
algo raro y ligero porque
no sabríamos convivir con eso. El rostro
del otro es nuestro rostro y el hielo de la nieve
lo refleja. Pero nunca cayó. Sólo piedras
de hielo y algo de la tempestad
que destruyó a los árboles. La tarde
se hizo noche y el cielo
me develó el humor de los pájaros, la tijera
de una bandada ruidosa
buscando dónde anidar.
Y nada
que no supiéramos –salvo volar-
nos pasa. La nieve
cae siempre en otra parte.
El derroche es una ley
del arte y de la naturaleza apaleada. Siempre
hay tiempo, tibiezas
de Barragán antiguo, enaguas de jerga,
lienzos bordados por mi abuela
contra la guerra que,
en ese hacer sumida, florecía en la tela.
Flor rebelada contra la nieve
que había que cavar para ver la luz,
el suelo fangoso que dejaba la pala
enterrando la bala del cansancio
que le hizo estallar una noche
el corazón.
El tuyo, el de ella. Se supone cordial
la huella del pespunte, el hilván,
la mirada ciclópea de la aguja, lo que cava
la pala cuando siembra . El filo del papel
o del hilo. Se supone cordial
entre los yuyos donde se afila un lirio
no pisar su destino de cuchillo
salvando una parte
de un día de pesar.
Del peso del avatar, de ese mal
expresado nombre
de lo adverso. Reverso del candor, cuando te mata.
CONCEPCIÓN BERTONE (1947, Rosario, Provincia de
Santa Fe, Argentina)
Imagen: rengloneszurdos.com