Eliana Albala

Modernidad    




         Yo soy feliz  
con pocas cosas, 
 y además muy simples: 
 que la comida esté sabrosa, 
 que haya café en la casa 
 y también sal. 
 
          Y aunque las novedades electrónicas 
 no me conturban demasiado, 
 hay ciertos mecanismos 
 de la modernidad 
 que me estremecen 
 hasta casi las lágrimas. 
 
          Amo las planchas funcionando
 equilibradas y eficientes
 y, sobre todo, pago
 sin un minuto de retraso
 mi consumo de luz
 en las lejanas oficinas de la Electricidad
 para que nunca deje de sonar el timbre.
 El timbre, ¡ah qué artilugio promisorio!
 ¡Ah qué instrumento taumaturgo!
 Porque detrás de cada timbre que resuena
 se halla, sin duda, humanamente
 palpitante y mágica
 ni más ni menos
 que una amistosa mano emocionada.



Abrigos y corazas




          Me dan miedo las calles,
las aceras de resbalosa piedra corrompida,
llenas de ruidos y fantasmas.

          Con leves pasos tímidos
entro y salgo 
de tiendas:
me empujan, me tropiezo.
Naufrago entre los charcos
que lentamente humean
a la luz de la tarde.

          Siempre con un abrigo,
una coraza
que no sólo me aísla
de la tarde helada,
de los vidrios herméticos
y fríos
de los escaparates,
de las erosionadas gradas de las puertas.
También me abriga de los otros.

           Así,
los otros quedan lejos.
Voy por la calle, amor, sin ti,
mientras los otros no penetran.
No me desgasta el aire.
Ni me exaspero ante la luz.
Ni me evaporo al sol que reverbera.

          Voy por la calle fría
con un abrigo cotidiano,
obstinado,
redondo de obsesiones
 y de jóvenes días
 lejanos y admirables. 

          Exactos y ceñidos
a mi abrigo de sol
y de misterios.

          Entonces 
llego a casa,
porque llegar a casa
quiere decir
ni más ni menos
que quitarse el abrigo.

          Llego hasta ti, desnuda,
porque no tratarás de enderezar mis torceduras
ni de empequeñecer 
mis eminencias.

          No intentarás herirme
por la espalda:
ni meterás el filo de un cuchillo
en esta pobre espalda mía
que es inexperta y ciega
y, por lo mismo, desamparada y vulnerable.

         Porque un amigo es un lugar
estremecido
y cálido
y sedante
donde me quito la coraza
y me rindo y me amanso
y me distiendo
completamente desvalida,
irremediablemente desarmada.


La imagen muestra una señora de edad avanzada, muy elegante, el pelo completamente canoso. Está sentada en un sillón color blanco y viste un abrigo blanco. El fondo es una pared gris
ELIANA ALBALA (1929, Temuco, Chile)

De: "Corría un viento helado", Alma de Gato, México,2022

1 Comentarios

  1. Qué hermoso, las pequeñas alegrías como frutas...Celebración y bendiciones!
    Saludo desde Córdoba, Argentina

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