Beatriz Vignoli





Beatriz Vignoli






Akshab






Llegamos a Los Ángeles por el desierto,

5760 millas bajo un cielo sin agua

huyendo del Colorado

sin dormir desde Ur

sin pensar que las estrellas que con tanta presisión allá brillan

pudieran estar muertas.

Y nada, sólo Supertramp en la radio

y la oscuridad alrededor

donde surgián cada tantos kilómetros luces que parecián habitables

y desaparecián en el tiempo.



-Hubieras visto-deciás-la cara que puso cuando volvió del monte

con la escopeta en una mano, y ua liebre agarrada de las orejas

en la otra:

"¡Primero lo del guiso de lentejas y ahora esto!"

gritaba el Colorado, y Rivka, nuestra madre, lloraba al cielo,

Era natural que preferiémos no hablar del asunto:

"...eso rojo, eso rojo..."

la historia de tu familia sangra por donde la toques,



"Canaán 12 km" leímos en un cartel verde

al que las luces del auto alumbraron de modo fantasmal por un instante.

-El logo de Goodyear-decías-la sandalia con alas;

¿no es acaso una representación ideográfica de mi nombre?

-Jack, eso es Hermes, Mercurio...

-Seré genetista, bígamo y recordado como la etapa Trickster del héroe

en la mitología judía-dijiste como en un sueño.

Verdaderamente era terrible ese lugar.

Luces rojas y azules comenzaron a acercarse

mientras doblábamos, internándonos en el campo entre los grillos.







Si en lo que resta






¿Si en lo que resta

no somos quienes seríamos;

si en lo que resta

no me anudo al cuello un pañuelo italiano

ni señalo, con un gesto, el espacio

que contemplar, si en lo que resta no me tomo un barco,

no me siento al sol, no salgo

al encuentro de un cuerpo sin que me moleste

que las palabras no coincidan,

si en lo que resta no llego a saber

qué gusto tenía tu boca, si en lo que resta no te digo

nada que te haga sentir

que estás en una de aquellas películas, y es cierta;

si en lo que resta no amo una gran ciudad,

no me llevo a mí, a aquella, la que era linda,

a los nuevos barrios del tiempo, si en lo que resta no me canto una canción

ni lloro, ni te veo mirarme como diciendo:

"Ya sé, tu canción sigue siendo demasiado bella

para soportarla", y hay tiempo, o hay al menos la misma

sensación de que hay tiempo, y además

la sensación de que lo hubo, un alta mar

del tiempo donde ninguna orilla se divisa;

si en lo que resta no canto como cantaría, no dejo que mi voz

gorjee e inunda la noche

hasta convertrila en otra cosa, en algo parecido a un pastel

de oro y dulce, un pastel para mirar,

si en lo que resta no te vuelves absoluto,

no te vuelves absoluto sólo por un instante

en que toda la belleza del hombre se concentra en tu imagen

y esa tu imagen puede ser tocada, tenida, mía

y entonces nada falta,

si en lo que resta

no flotamos durmiéndonos hasta nuestro fondo,

si, dulces moribundos, no borramos

el borde entre esta soledad

y el mundo, si en lo que resta no somos

ni nos acordamos de que aquí somos,

ni nos anoticiamos de que se nos es,

si en lo que resta no somos espléndidos,

si en lo que resta no somos quienes seríamos,

no damos con nuestro recuerdo del futuro,

no honramos aquella nostalgia del mañana;

si en lo que resta no nadamos hacia nosotros,

hacia aquéllos que amábamos, hacia aquello en lo que devendríamos,

si en lo que resta no, entonces cuándo,

si no nosotros, entonces quién

nos consolará de estar tirados aca?







BEATRIZ VIGNOLI (1965, Rosario, Santa Fe, Argentina)

De: "Viernes", Bajo la luna nueva, 2001

Enlaces: la elecciones afectivas; La curiosidad mató al gato

Imagen: redaccionrosario

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