Igor Barreto | El poeta ocasional

Igor Barreto

Igor Barreto


Nocturno




Durante las noches de mi infancia
mi madre
saca una silla frente al portón
y duerme
con el abanico de palma moriche sobre las piernas.

El técnico del taller donde reparan radios
está aún
bajo una lámpara de luz muy pálida.

Durante las noches de mi infancia
los bulbos de una radio desarmada
vuelven a encender su voz
y de nuevo la voz desaparece.

Entre las ramas de un samán
transcurre el río;
se diría que esa noche
da a su paso
un tono más lento.

Durante las noches de mi infancia
escucho el rugido de los tigres
de la casa de los ingleses:
pobres animales enjaulados en torno a una piscina.
Yo sé
que tras el muro
lamen sus garras
y amurrungan los ojos.

Mi padre ha llegado en su jeep
y unas lechuzas lo sobrevuelan.
El único ratón de la casa da las nueve

porque a esa hora corre
y atraviesa la sala.


Regreso




A San Fernando quiero ir en el vapor Delta.
Desde las escalerillas ver cómo el barco
separa
las cargas de troncos de los aserraderos
y los lomos florecidos de los caimanes.
Llegar a su puerto de tablones
donde el río entrega las aguas de cien
barrancas
y el recuerdo de algún pueblo orillero.
Cuando la lluvia descuelga sobre mi cabeza
angostas calles enhebran la cifra de tu
nombre.
El río crecido roza la capilla del ánima salvadora
donde iré a dejar unas cuantas monedas
por los amigos que enfermaron de distancia.
Al pasado quiero ir en el vapor Delta,
a los burdeles, a las galleras del traspatio,
donde Dios habita la plenitud de su tristeza.
Que todos los sabanales reblandezcan con
su brillo.
Yo me voy por esta senda donde el rayo se
enmantilla.
Amo las noches lenguaraces de sus muelles,
el sucio butacón de las nubes en los días de
invierno
con marineros apoyados a sus palancas de anoncillo.
El lirio viejo de sus bosques.
A San Fernando quiero ir,
quiero volver,
ahora que el paisaje ha muerto de alabanza.


IGOR BARRETO (San Fernando de Apure, Venezuela, 1952)
De:www.igorbarreto.blogspot.com
Imagen:www.prodavinci.com
Enlaces a esta entrada:El llano ciego, por Alberto Hernández en Historiagrafías

0 Comentarios