Un sordo corazón: Philip Larkin
Si la poesía fuera un estado de ánimo, en el caso de Philip Larkin (1922-1985) correspondería al de la pena, por momentos amarga, por momentos irónica, fundamentalmente lúcida, no obstante estos atributos sus escritos destilan una inusitada belleza. La suya es una poesía de contenidos, una poética de las situaciones cotidianas, de la contradicciones de la vida, de la decepciones de la edad y las ilusiones perdidas, de una fría y poco esperanzada observación del mundo. Larkin tomó siempre partido por una poesía que que tomara las expresiones del habla común de la gente, no es casualidad además que sus poemas refieran a la condición material de la existencia.
Uno ha escuchado ese frase que dice: Fulano no tuvo infancia. Una visión que Larkin tenía de sí mismo, era que todos los detalles de su biografía hasta los veinte años podían omitirse, además Larkin afirmaba de sí mismo que no había tenido juventud, la cual debió tener lugar oficialmente, o respetando la opinión de Larkin, no ocurrió, durante la posguerra. Esta selección de poemas va desde sus jóvenes principios hasta los libros escritos en su época madura cuando ya era un poeta reconocido, y donde había adquirido un estilo de ágil tono narrativo. Cosa curiosa, cuando había obtenido cierto reconocimiento público, su arte se desvaneció, atravesando largos difíciles y depresivos años. Larkin se reconocía inhábil socialmente, y la exposición de su persona inhibió su arte. Y aunque solo escribió cuatro libros de poesía su obra es imponente. Philip Larkin es considerado uno de los poetas ingleses más geniales del reciente siglo pasado.
Pesada de flores, la cabeza
Pesada de flores, la cabeza
Para siempre en torno a una cama sin tormentasManos que el corazón podría gobernarEstarán al final por oscuras manos compuestasCada sentido regocijadoDisperso hasta el silencioEl sol lo arrastra lejos.
Y todas nuestros recuerdos espléndidos
Escapan lejos de la inquietud de la estaciónPara recostarse sobre la faz de la tierraQue le diera nacimiento.Como manzanas caídas, han perdidoSu dulzura al golpearse,Y luego marchitan.
Si las manos pudiesen liberarte, corazón
Si las manos pudiesen liberarte corazón
¿Adónde volarías?¿Lejos, lejos de todo, de toda parte
Terrestre bajo el cielo correntoso
Te volverías desolado? ¿O cruzaríasCiudades y montañas y mares Si las manos pudiesen liberarte?
Yo no erraría mi juicio
Mientras pudiera correrA través de campos y socavados valles, tomarTodas las bellezas bajo el solAún en definitiva pérdida:No encontraría ni una cama, ni un brazo tendido Donde descansar mi cabeza.
Esta es la primera cosa
Esta es la primera cosa que yo he entendido:
el tiempo es el eco de un hachaen el interior de la madera
Si la pena pudiera quemarse
Si la pena pudiera quemarse
Como sumergido carbónEl corazón descansaría sosegado,El alma desalquiladaSería aún cual un velo;Pero he mirado toda la noche
El fuego crecer en silencio,
La gris ceniza deshacerse:Y avivo la obstinada piedraQue las llamas han dejado,Y la pena se aviva, y el sordoCorazón queda sin fuerzas.
El Barco del Norte
Leyenda
He visto tres barcos navegar,Sobre el mar, el mar que eleva,Y el viento se alzó en el cielo de la mañana,Y uno fue preparado para el más largo viaje.
El primer barco navegó hacia el oeste,
Sobre el mar, el correntoso mar,Y poseído por el vientoFue llevado hacia un rico país.
El segundo navegó hacia el este,
Sobre el mar, el falso mar,Y el viento como a una bestia le dio cazaPara anclarlo en cautiverio.
El tercer barco viró hacia el norte
Sobre el mar, el tenebroso mar,Pero ningún viento se adelantóY en su cubierta solo brillaba la escarcha.
El cielo del norte creció alto y negro
Sobre el orgulloso y estéril mar,Del este y del oeste ambos barcos regresaronFeliz o infelizmente:Pero el tercer barco viajó a lo largo y lo anchoDel mar, dentro del implacable marBajo una estrella vertiente de fuego,Y había sido preparado para el más largo viaje.
Adivinadora
Harás un largo viaje en una extraña cama tomarás
descanso, y una muchacha morena te besará
suavemente como el pecho de un aveque al atardecer desciende a cubrir su nido.
Ella cubrirá tu boca
Y evitará que su memoria sorprendidaExclame, al inclinarse su rostro,Es el mismo, quien murió hace ya mucho tiempoBajo un nombre distinto.
Ignorancia
Extraño no saber nada, nunca estar seguro
De qué es verdad o correcto o real,Pero forzado a calificar o siento queO Bueno, pareceAlguien debe saber.
Es extraño ignorar la forma en que las cosas funcionan
Sus habilidades para encontrar lo que ellos necesitan,Su sentido de la forma, la puntual semilla esparcidaY la voluntad de cambio;Sí, es extraño,
Incluso usar ese conocimiento - para nuestra carne
Que nos rodea con nuestras propias decisiones-Y todavía gastar toda nuestra vida en imprecisiones,Por ello que cuando comenzamos a morirNo tenemos idea del porqué.
Esperando el desayuno, mientras ella peina su cabellera
Esperando el desayuno, mientras ella peina su cabellera,
Dí una mirada al estacionamiento vacío del hotelAlguna vez pensado para micros. El empedrado estaba húmedoPero no reflejaba luz hacia el cargado cieloHundido de nieblas hasta los techos.Desagotes y chimeneas trepabanPor encima de las habitaciones quemando sus luces eléctricas:Pensé: mañana sin rasgos, noche sin rasgos.
Equívoco: por qué las piedras dormían, y la niebla
Vagaba absuelta después de todo cuanto rodeabaAún meciendose como un detenido aliento; las luces la quemaban,Como espuelas de una excitación ininterrumpida; del otro lado del vidrioEl frasco descolorido del día se derramaba dolorosamenteMi mundo de vuelta después de un año, mi perdido perdido mundoComo un reno extraviado pastando ante mi camino otra vezAlerta ante la menor garra de la mente. Me volví, la besé,Es fácil a la pura alegría revertir el balance por el amor.
Pero, una frágil visita, en barbecho,
Como un reno, como un campo aún salvaje y no forzado,¿Cómo me tendrías? Hacia tu graciaMis promesas se encuentran y se cierran y corren como ríosPero sólo cuando quieras. ¿ Acaso estás celosa de ella ?¿ Te negarías a verme hasta que yo la haya expulsado a ellaTerriblemente fuera de mí, con su viva importanciaEn parte inválida, en parte bebé, en parte santa ?
Llévese uno para los chicos
Sobre una escasa paja artificial, iluminados entre paredes de vidrio
Acurrucados contra los sucios y vacíos comederos, ellos duermen:Sin oscuridad, sin madre, sin tierra, sin pasto –Má, llevemos uno a casa, nosotros lo cuidamos.
Juguetes vivientes toda una novedad,
Pero enseguida se desgastan.Tomá la caja de zapatos, Tomá la pala –Mami, ahora estamos jugando a los funerales.
Aquí
Desviando hacia el este, desde ricas sombras industriales
Toda la noche el tránsito hacia el norte; desviando a través de los camposDemasiado gastados y llenos de cardos como para llamarlos praderas,Y aquí y allá los ásperos lomos de burro, protegenTrabajadores al amanecer, desviando hacia la soledadDe cielos y cuervos, parvas, liebres y faisanes,Y ensanchando su lenta presencia el río,Las amontonadas nubes de oro, la brillante marca de la gaviota en el barro,
Reúnen la sorpresa de un gran poblado:
Aquí capillas y estatuas,agujas de campanarios y ascensores de andamiosJunto a calles donde hay cereales desparramados, amarraderos repletos de barcasY residentes de sombríos complejos de edificios, que han bajadoLas muertas y derechas millas robándose un carrito de supermercado,Empujando a través de puertas vidriadas que se abren ante sus deseosTrajes baratos, rojos utinsillos de cocina, zapatos filosos, palitos helados,Batidoras eléctricas, tostadoras, lavarropas, secadores
Una multitud a precio rebajado, urbanamente simple, establecida
Donde solo vendedores y familiares vienenHasta un terminal y maloliente olor a pescadoCongregación de embarcadas calles, el museo de la esclavitudLocales de tatuajes,consulados, sufridas amas de casa, con sus cabezas envueltas en la bufandaQue en las afueras tienen sus cercos a medio construir con créditos ya pagadosSombras rápidas en campos de trigo, corriendo altas como hileras de arbustivasAislados villajes, donde las vidas son removidas
La soledad nos clarifica.
Aquí el silencio permanece
Como el calor. Aquí las hojas se engrosan sin aprecioLas hierbas florecenescondidas, las aguas rechazadas corren raudas,El aire luminoso del gentío asciendeY más allá de los campos donde surgen las amapolas, un azulina distancia neutralLa tierra termina de súbito sobre una playaDe cuerpos y canto rodado
Aquí no está cercada la existencia:
Está de cara al sol, parca, fuera de alcance
Los árboles
A los árboles les están viniendo las hojas
Como algo no del todo dicho;Los brotes recientes aliviados se ensanchanSu verdor es una especie de queja
¿ Es que ellos vuelven a nacer, mientras nosotros
Solo nos ponemos viejos? No, ellos mueren tambiénEl secreto de lucir nuevo año tras añoEstá escrito en los anillos de las vetas.
Y sin embargo los incansables castillos
Desgranan su madura robustez cada MayoEl pasado año está muerto, parecen decir,Empieza, empieza, empieza tú también de nuevo.
La cortadora de césped
La cortadora se detuvo ya un par de veces, al arrodillarme encuentro
Un zorrino acurrucado frente a las cuchillasYa muerto. Había hecho en el pasto alto su refugio.
Recuerdo haberlo visto antes, inclusive le dí de comer una vez.
Ahora yo había injuriado su mundo ignotoNo había reparación. En nada iba a ayudar su entierro:
La mañana siguiente yo me levantaría y él ya no.
El primer día después de una muerte, la nueva ausenciaEs siempre la misma, debemos tener cuidado
De cada uno de nosotros y los otros, debemos ser buenos
Mientras todavía haya tiempo.
Los jugadores de cartas
Jan van Hogspeuw tambaleandose llega hasta la puerta
Y mea en la tiniebla. La lluvia afueraLlena las huellas de las carretas y desciende por el barroso caminoAdentro, Dirk Dogstoerd se sirve un trago más,Y con una tenaza sujeta una braza, enciende su pipa,Eructa humo. El viejo Prijck ronca tempestuoso,Su cara cadavérica se ilumina; alguien detrás toma cervezaY abre mejillones, gruñendo fragmentos de cancionesDe amor a los jamones colgados de la viga.Dirk baraja las cartas.
Arboles centenarios, húmedos
Pesados, se baten bajo el sitio de la bóveda sin estrelllasSobre esta cueva encendida de quinqués, donde Jan se incorpora, pedorreaArroja un escupitazo a las llamas, lanza la reina de corazones.
¡ Lluvia, viento y fuego !
¡La secreta paz bestial !
PHILIP LARKIN (1922, Coventry / Londres, 1985, Inglaterra)
Traducción y comentarios: Alberto Gagetti
Enlaces: El poeta ocasional Imagen: craveonline.com