Mostrando las entradas con la etiqueta poesía portuguesa. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta poesía portuguesa. Mostrar todas las entradas

Fernando Pessoa / Álvaro de Campos

     

Tengo un pedazo de resfriado    




Tengo un pedazo de resfriado, 
y ya todo el mundo sabe que un pedazo de resfriado  
altera todo el sistema del universo, 
nos ponen a mal con la vida, 
haciendo estornudar a la metafísica incluso.  
He perdido el día de tanto sonarme. 
Me duele la cabeza indistintamente. 
¡Triste condición para un poeta menor! 
Hoy soy, de verdad, un poeta menor 
Antes fui sólo un deseo que se ha roto.

¡Adiós para siempre, reina de los cuentos! 
Tus alas eran de sol, pero yo voy tirando.
Hasta que no me eche en la cama no estaré bien,
como nunca estuve bien salvo cuando me echaba sobre el universo.

Excuse. du peu... ¡Qué pedazo de resfriado físico! 
Necesito verdades y aspirinas.


Tenho uma grande constipação,



Tenho uma grande constipação,
E toda a gente sabe como as grandes constipações
Alteram todo o sistema do universo,
Zangam-nos contra a vida,
E fazem espirrar até à metafísica.
Tenho o dia perdido cheio de me assoar.
Dói-me a cabeça indistintamente.
Triste condição para um poeta menor!
Hoje sou verdadeiramente um poeta menor.
O que fui outrora foi um desejo; partiu-se.

Adeus para sempre, rainha das fadas!
As tuas asas eram de sol, e eu cá vou andando.
Não estarei bem se não me deitar na cama.
Nunca estive bem senão deitando-me no universo.

Excusez un peu... Que grande constipação física!
Preciso de verdade e da aspirina.


Otros poemas de FERNANDO PESSOAaquí

Alexandre O'Neill

¡Danos, Dios mío, un pequeño absurdo cotidiano por lo menos!    



¡Danos, Dios mío, un pequeño absurdo cotidiano por lo menos,  
que el absurdo, incluso en breves dosis,  
defiende de la melancolía y nosotros somos tan propensos a ella!  
Si es verdad el aforismo cuchillo afila cuchillo  
(no sabemos hablar sino figuradamente 
prueba de que somos poco capaces de abstracción). 
Si cuchillo afila cuchillo,
entonces que el cuchillo del absurdo
venga a afilar el cuchillo de nuestra embotada voluntad,
venga a instalarse sobre la lámina de lo inesperado
y el día a día será nuestro y diferente.
¿Penas? Tendremos muchas, sin duda.
Pero todo será mejor que este día a día.
Los pueblos felices no tienen historia, dice otro aforismo.
Pero nosotros no queremos ser un pueblo feliz.
Ya son suficientes los suizos, los suecos, ¿qué más da?
¡Que la pasen bien!
Nosotros queremos la fiebre del ganado,
la novia que ve huir al prometido,
la mujer que ve huir al marido,
el huérfano que se entrega a la caridad pública,
el enfermo de hospital aún más miserable que el hospital
donde tiembla, en un rincón, y nadie le ha puesto atención.
Nosotros queremos ser el lisiado en las calles,
pidiendo limosna, cayendo de bruces mientras observamos.
Queremos ser el padre desempleado que no sabe qué Navidad ofrecer a los suyos.
Garantízanos, Dios mío, un pequeño absurdo cada día.
Un pequeño absurdo a veces es suficiente para salvar.




Amalia




Yo ya no sé, cuando te oigo,
si como caracoles o mastico romero,
si me derramo por el amor o por un banco de jardín,
si la gaviota vuela fuera o vuela dentro de mí,
si, cosa cantante, un sentimiento puede
podrirse bajo el sol,
si el disgusto es gusto o el gusto es disgusto,
si he de ir a Viana o terminar por Lisboa,
hasta donde la voz se pone más ronca.
Yo ya no sé, cuando te oigo,
qué piedritas lanzar y a qué ventanas,
qué muecas hacer a las feas, es decir, a las menos bellas,
qué manos besar, desmenuzar, devorar
y qué anillos escupir hacia las cunetas.
Yo ya no sé, cuando te oigo,
si trepe como un estilita o me hunda en un pozo.
Yo ya no sé, Amalia,
de dónde viene, para dónde va tu voz,
qué chico, qué chica
están prometidos (¡y tan solos!) en tu voz.



Dai-nos, meu Deus, um pequeno absurdo quotidiano que seja




Dai-nos, meu Deus, um pequeno absurdo quotidiano que seja,
que o absurdo, mesmo em curtas doses,
defende da melancolia e nós somos tão propensos a ela!
Se é verdade o aforismo faca afia faca
(não sabemos falar senão figuradamente
sinal de que somos pouco capazes de abstracção).
Se faca afia faca,
então que a faca do absurdo
venha afiar a faca da nossa embotada vontade,
venha instalar-se sobre a lâmina do inesperado
e o dia a dia será nosso e diferente.
Aflições? Teremos muitas não haja dúvida.
Mas tudo será melhor que este dia a dia.
Os povos felizes não têm história, diz outro aforismo.
Mas nós não queremos ser um povo feliz.
Para isso bastam os suíços, os suecos, que sei eu?
Bom proveito lhes faça!
Nós queremos a maleita do suíno,
a noiva que vê fugir o noivo,
a mulher que vê fugir o marido,
o órfão que é entregue à caridade pública,
o doente de hospital ainda mais miserável que o hospital
onde está a tremer, a um canto, e ainda ninguém lhe ligou nenhuma.
Nós queremos ser o aleijado nas ruas,
a pedir esmola, a esbardalhar-se frente aos nossos olhos.
Queremos ser o pai desempregado que não sabe que Natal há-de dar aos seus.
Garanti-nos, meu Deus, um pequeno absurdo cada dia,
um pequeno absurdo às vezes chega para salvar.



AMÁLIA



Já não sei, quando te ouço,se como caracóis ou mastigo alecrim,se me derramo pelo amor ou por um banco de jardim,se a gaivota voa fora ou voa dentro de mim,se, coisa cantarina, um sentimento podeapodrecer ao sol,se o desgosto é gosto ou o gosto é desgosto,se devo ir a Viana ou acabar em Lisboa,até onde a voz se torna mais rouca.Já não sei, quando te ouço,que pedrinhas lançar e a que janelas,que caretas fazer às feias, ou seja, às menos belas,que mãos beijar, desfiar, devorare que anéis cuspir para o meio-fio.Já não sei, quando te ouço,se subo como um estilita ou me afundo num poço.Já não sei, Amália,de onde vem, para onde vai a tua voz,que rapaz, que moçaestão prometidos (e tão sozinhos!) na tua voz.


ALEXANDRE O'NEILL
(1924 / 1986, Lisboa, Portugal)
Imagen en Página12 

Mario Cesariny


Poema pudiendo servir de posfacio    



calles donde el peligro es evidente  
brazos verdes de prácticas ocultas  
cadáveres en la superficie del agua  
girasoles   
y un cuerpo   
un cuerpo para cortar las lámparas del día   
un cuerpo para descender un paisaje de aves  
para ir de madrugada y regresar muy tarde  
rodeado de enanos y de campos de lilas 
un cuerpo para cubrir tu ausencia 
un cubierto 
un perfume 
o esto o su contrario, mas de algún modo hiante 
y un gentío arremolinado para ver de qué va
esto o una población de sesenta mil almas devorando 
almohadones escarlatas sobre el camino de la mar 
y llegando 
al crepúsculo 
reclinados sobre los submarinos 
esto o un torso desalojado de un verso 
y cuya muerte es el orgullo universal 
¡oh pálida ciudad edificada 
como una fiebre entre dos descansillos de escalera! 
vamos a entregar a domicilio 
tierra para los candelabros 
lechos de humo para amantes erectos 
tablillas con palabras prohibidas 
–una mujer para éste que ya casi ha perdido el gusto 
de vivir –hala, ahí va– 
dos nietos para esa viejecita del final de la fila –ya no 
nos quedan más– 
saquear el museo para dar una diadema al mundo y 
obligar a restituirla al mismo sitio 
y para tí y para mí, asentados en un espacio útil, 
veneno para derramar en los ojos del gigante 
esto o un rostro solitario como un barco 
en demanda de vientos flojos para la noche 
pues si somos arena que se filtre 
a un viento débil entre arbustos pintados 
si un propósito debe alcanzar su margen como 
las corrientes terrestres tempestades y náufragos 
si el hombre de las hospederías y de las pensiones alza su 
frente de empapado cráter 
si en la calle el sol brilla como nunca brilló 
y si por un minuto 
vale la pena 
que esperemos 
o esto o una alegría igual a la sencilla forma de una mano 
brillando entre el ramaje de las más altas lámparas 
o esto o la alegría del avión de cartas 
entrada por la ventana salida por el tejado 
¡ah! pero, entonces, ¿la pirámide existe? 
¡ah! pero, entonces, ¿la pirámide habla? 
¿la pirámide es, pues, el secreto de cada uno con 
el mundo? 
en efecto amor mío la pirámide existe 
la pirámide nos dice muchas cosas
la pirámide es el arte de bailar en silencio 
y en cualquier caso 
hay plazas donde esculpir un lirio 
zonas sutiles donde el azul se expande 
gestos sin dueño bajo las flores barcos 
y una canción para oírte llegar 



Poema podendo servir de posfácio 


ruas onde o perigo é evidente | braços verdes de práticas ocultas | cadáveres à tona de água | girassóis | e um corpo | um corpo para cortar as lâmpadas do dia | um corpo para descer uma paisagem de aves | para ir de manhã cedo e voltar muito tarde | rodeado de anões e de campos de lilases | um corpo para cobrir a tua ausência | como uma colcha | um talher | um perfume || isto ou o seu contrário, mas de certa maneira hiante | e com muita gente à volta a ver o que é | isto ou uma população de sessenta mil almas | devorando almofadas escarlates a caminho do mar | e que chegam | ao crepúsculo | encostados aos submarinos | isto ou um torso desalojado de um verso | e cuja morte é o orgulho de todos | ó pálida cidade construída | como uma febre entre dois patamares! | vamos distribuir ao domicílio | terra para encher candelabros | leitos de fumo para amantes erectos | tabuinhas com palavras interditas | – uma mulher para êste que está quase a perder | o gôsto à vida – tome lá – | dois netos para essa velha aí no fim da fila – não | temos mais – | saquear o museu dar diadema ao mundo e depois | obrigar a repor no mesmo sítio | e para ti e para mim, assentes num espaço útil, | veneno para entornar nos olhos do gigante || isto ou um rosto um rosto solitário como barco em | demanda de vento calmo para a noite | se nós somos areia que se filtre | a um vento débil entre arbustos pintados | se um propósito deve atingir a sua margem como | as correntes da terra náufragos e tempestade | se o homem das pensões e das hospedarias levanta | a sua fronte de cratera molhada | se na rua o sol brilha como nunca | se por um minuto | vale a pena | esperar | isto ou a alegria igual à simples forma de um pulso | aceso entre a folhagem das mais altas lâmpadas | isto ou a alegria dita o avião de cartas | entrada pela janela saída pelo telhado | ah mas então a pirâmide existe? | ah mas então a pirâmide diz coisas? | então a pirâmide é o segredo de cada um com | o mundo? || sim meu amor a pirâmide existe | a pirâmide diz muitíssimas coisas | a pirâmide é a arte de bailar em silêncio || e em todo o caso || há praças onde esculpir um lírio | zonas subtis de propagação do azul | gestos sem dono barcos sob as flores | uma canção para ouvir-te chegar 



poesía portuguesa
MARIO CESARINY
(1923 / 2006, Lisboa, Portugal)
Fuente: Sites.google
Imagen en Observador

Rui Pires Cabral

poesía portuguesa


Cedofeita     




el estuco soporta los monótonos dibujos 
del moho, sale un olor a agua 
y a naftalina dentro de la cómoda. el espejo  
dilata las paredes, los agujeros con herrumbre  
y todos los vestigios  
de los cuadros desaparecidos. la ventana  
da a una terraza sombría donde los  
gatos del barrio consumen  
sus ocios.  
dejo mis marcas un poco  
por todas partes, lleno los cajones y 
pongo más perchas en el armario. 
todo en vano: este cuarto no me pertenece, 
vivo dentro de él al aire y los huertos 
de la vecindad son un triste 
paisaje. 



Madrid




Un autobús nos trajo por la llanura castellana
huidos de la suerte de las montañas. La ciudad
creció de repente a nuestro alrededor, pronto supimos
que sería luminosa para nosotros. Y después nuestra habitación
tenía un balcón donde podíamos cenar,
era un nuevo capítulo entero para nuestra historia.
Salíamos a la calle con la noche
avanzada, observábamos el tránsito de las tribus
en su habitat natural. Y qué amplias eran las horas
en aquellos reductos secretos, cómo nos convenía la turbulencia
en las esquinas, en la Gran Vía donde las chinas vendían bocadillos
de pollo y pimientos.
Al final caminábamos abrazados
porque las calles generosas no acostumbran a tener retorno.
A veces bailabas a mi alrededor, las luces eran altas
como banderas.



Restaurante polaco




La noche se sostiene por sus adornos
como un hombre muerto atado a las máquinas.
Los clientes hojean libros, todos polacos
del mismo barrio. Nos damos cuenta
de repente: hay algo sobre las palabras
que no se deja descifrar. En ciudades extrañas
disponemos mejor de los sentidos, arriesgamos
en nuestras intuiciones. Y tras la sopa, el té
tibio, al salir a la calle, podemos descubrir
que aún estamos vivos y que a fin de cuentas
nunca hemos conocido otra condición. Esta es la hora
que nos representa. Y aquello a lo que llamamos realidad
camina con nosotros en la misma dirección.



Café-restaurante




Los árboles a la puerta y la hierba en los adoquines
de la acera. Es el mundo donde tenemos nuestros
encuentros, la misma disposición de las sillas
sorprende. Algunos peces de ojos encharcados
en la vitrina de un refrigerador, los azulejos estampados
con flores a la altura de la boca. Y no es nada de esto
lo que tus modos me prometen: nosotros fuimos
engendrados muy lejos, en otro tiempo. Pones
las monedas en el cristal y nada expresa mejor
la tristeza de este lugar a dos pasos de la estación,
aquí donde todo el mundo parece conocer
al camarero. Me pregunto de dónde nacerá
este sentimiento: ¿de la concha preciosa de tus
hombros? ¿Irá desde estas ventanas
hacia un mundo invisible por detrás de las calles?




Cedofeita




o estuque suporta os monótonos desenhos
do bolor, vem um cheiro a água
e a naftalina de dentro da cómoda, o espelho
dilata as paredes,os buracos com ferrugem
e todos os vestígios
dos quadros desaparecidos.a janela
abre-se para um terraço sombrio onde os
gatos do quarteirão consomem
osseus ócios

deixo as minhas marcas um pouco
por todo o lado, encho as gavetas e
ponho mais cruzetas no armário.
tudo em vão: este quarto não me pertence, 
vivo dentro dele à superficie e os quintais
da vizinhança são uma triste
paisagem. 



Madrid



Uma camioneta trouxe-nos na planura castelhana
evadidos à sorte das montanhas. A cidade
cresceu de repente à nossa volta, soubemos logo
que seria luminosa para nós. E depois o nosso quarto
tinha uma varanda onde podíamos cear, 
era todo um novo capítulo para a nossa história.

Saíamos para a rua com a noite 
adiantada, observávamos o trânsito das tribos
no seuhabitat natural. E como eram largas as horas
naqueles redutos secretos, como nos convinha a turbulência
nas esquinas, na Gran Vía onde as chinesas vendiam sandes 
de frango e pimento.

No fim de tudo caminhávamos abraçados
porque as ruas generosas não costumam ter retorno.
Às vezes tu dançavas à minha volta, as luzes eram altas
como bandeiras. 



Restaurante polaco




A noite é sustentada pelos seus enfeites 
como um homem morto ligado às máquinas.
Os clientes folheiam livros, tudo polacos
do mesmo quarteirão. Percebemos
de repente: há qualquer coisa acima das palavras 
que não se deixa decifrar. Em cidades estranhas
dispomos melhor dos sentidos, somos arriscados
nas nossas intuições. E depois da sopa, do chá
morno, ao sair para a rua, podemos descobrir 
que aínda estamos vivos e que no fim de contas
nunca conhecemos outra condição. Esta é a hora 
que nos representa. E aquilo a que chamamos realidade
segue connosco na mesma drecção. 



Café-Restaurante 




As árvores à porta e a erva nos quadrados
do passeio. É o mundo onde temos os nossos
encontros, a própria disposição das cadeiras
faz impressão. Alguns peixes de olhos encharcados

na vitrina de um refrigerador, os azulejos estampados
com flores à altura da boca. E não é nada disto
o que os teus modos me prometem: nós fomos

engendrados muito longe, noutro tempo. Pousas
as moedas no vidro e nada exprime melhor
a tristeza deste sítio a dois passos da estação,
aqui onde toda a gente parece conhecer

o empregado. Pergunto-me de onde nascerá
este sentimento: da concha preciosa dos teus 
ombros? Seguirá destas janelas 
para um mundo invisível por detrás das ruas? 





RUI PIRES CABRAL (1967, Macedo de Cavaleiros, Braganca, Portugal)
Fuente: Livrosilla
Imagen: Sally Storch

Ana Luisa Amaral: No sé por qué, pero me sentí más fuerte

 Lugares comunes

Lugares comunes     




Entré en Londres 
a un merendero cutre (no solo entre nosotros 
hay merenderos cutres, entre los ingleses también 
y ellos han tenido hasta más cosas, ahora 
solo Escocia y un poco de Irlanda y esas 
islitas, más allá) 
 
Entré en Londres 
a un merendero cutre, peor todavía que nuestros bares 
de playa (esto es sólo para los que no pueden 
hacerse una pequeña idea de lo que los ingleses 
tienen por allá), era 
muy pero muy cutre, no es que fuera mal intencionado, era cutre 
como decimos, muy lleno de remiendos y con la cocina
sucia. Bien rascuache.

Claro que todos mis prejuicios
de mujer se me vinieron encima, porque en el merendero
sólo había hombres que comían tocino y huevos y jitomate
(si estuviera en Portugal, serían sándwiches de queso),
pero pensé: Estoy en Londres, estoy
solita, a mí qué me importan los hombres, los ingleses
ni se meten tanto con una como los nuestros,
y así…
Y, bueno, entré al merendero cutre, con árboles
de plástico en los rincones.
Sólo después de entrar vi a una mujer
sentada leyendo alguna cosa. Y me sentí
más fuerte, no sé por qué, pero me sentí más fuerte.
Era una tribu de veintitrés hombres y ella solita y
luego yo

Y pues pedí un café, que no estaba nada mal
para un merendero cutre como ése y el hombre
que me sirvió me dijo: There you are, love.
Se me antojó contestar: I’m not your bloody love o
Go to hell o algo así, pero después
pensé: Ya lo traen tan entrañado
en sus culturas, y su intención no era mala, y además
me voy en un ratito, tengo un vuelo
a mí qué me importa

Y pagué el café, que no estaba nada mal,
y estuve un rato así mirando en torno mío
viendo a toda esa tribu que comía huevos y jamón
y después vi la hora y pensé que el taxi
ya iba a llegar y yo tenía que marcharme.
Y cuando me iba a levantar, la mujer sonrió
como quien dice: That’s it

Y miró así en torno suyo el jamón
y los huevos, a todos los hombres que comían
y yo me sentí más fuerte, no sé por qué,
pero me sentí más fuerte

y pensé que al fin no importa si Londres o nosotros,
que en todas partes
las mismas cosas son

 

Lugares comuns


 

Entrei em Londres
num café manhoso (não é só entre nós
que há cafés manhosos, os ingleses também
e eles até tiveram mais coisas, agora
é só a Escócia e um pouco da Irlanda e aquelas
ilhotazitas, mas adiante)

Entrei em Londres
num café manhoso, pior ainda que um nosso bar
de praia (isto é só para quem não sabe
fazer uma pequena ideia do que eles por lá têm), era
mesmo muito manhoso,
não é que fosse mal intencionado, era manhoso
na nossa gíria, muito cheio de tapumes e de cozinha
suja. Muito rasca.

Claro que os meus preconceitos todos
de mulher me vieram ao de cima, porque o café
só tinha homens a comer bacon e ovos e tomate
(se fosse em Portugal era sandes de queijo),
mas pensei: Estou em Londres, estou
sozinha, quero lá saber dos homens, os ingleses
até nem se metem como os nossos,
e por aí fora…

E lá entrei no café manhoso, de árvore
de plástico ao canto.
Foi só depois de entrar que vi uma mulher
sentada a ler uma coisa qualquer. E senti-me
mais forte, não sei porquê mas senti-me mais forte.
Era uma tribo de vinte e três homens e ela sozinha e
depois eu

Lá pedi o café, que não era nada mau
para café manhoso como aquele e o homem
que me serviu disse: There you are, love.
Apeteceu-me responder: I’m not your bloody love ou
Go to hell ou qualquer coisa assim, mas depois
pensei: Já lhes está tão entranhado
nas culturas e a intenção não era má e também
vou-me embora daqui a pouco, tenho avião
quero lá saber

E paguei o café, que não era nada mau,
e fiquei um bocado assim a olhar à minha volta
a ver a tribo toda a comer ovos e presunto
e depois vi as horas e pensei que o táxi
estava a chegar e eu tinha que sair.
E quando me ia levantar, a mulher sorriu
como quem diz: That’s it

e olhou assim à sua volta para o presunto
e os ovos e os homens todos a comer
e eu senti-me mais forte, não sei porquê,
mas senti-me mais forte

e pensei que afinal não interessa Londres ou nós,
que em toda a parte
as mesmas coisas são

 




MARÍA LUISA AMARAL (Ana Luisa Ribeiro Barata do Amaral, 1956, Lisboa / 2022, Porto, Portugal)
Fuente: Periódico de Poesía
Traducción: Paula Abramo
Enlaces: La poesía alcanza





Daniel Maia-Pinto Rodrigues

Daniel Maia-Pinto Rodrigues


¿Cómo he de hacerte ver 
las medias distancias 
que nos separan de las cosas?  
 
Es nuestro bienestar en otro lugar 
que nos proporciona 
el escalofrío de estar aquí   
 


Ya los ocho hemos cenado juntos  
hemos bebido del mismo vino. 
Cuantas avispas del sol se posarán 
en los arbustos altos entre nosotros 
¿cuántos gestos verteremos 
en el depósito del desencuentro? 



Vidriera de Magritte    



Del lado exterior de las rosáceas
la rutila luz despliega
y en ese desdoblar aturde
a los animales de la agilidad.
Del recóndito lado interior
las arañas tejen.

Hablemos de las rosáceas
de su rojo vetusto
o de su difuso azul.
 Allí reside, supongo
el alma del cuadro. 
De uno de los lados
pende
en el lago de las aguas quietas
el movimiento.
Del otro las arañas tejen
sus telas en el moho. 



Como te hei-de fazer ver
as meias distâncias
que nos separam das coisas? 

É o nosso conforto num outro sitio
que nos proporciona
o arrepio de estarmos aqui. 



lá os oito jantámos juntos    
bebemos do mesmo vinho.       
Quantas vespas do sol poisark 
nos arbustos altos entre nós  
quantos gestos verteremos     
no depósito do desencontro?   



Vitral de Magritte


 

Do lado exterior das rosáceas
a rútila luz desenrola
e nesse desdobrar atordoa
os animais da agilidade.
Do recóndito lado interior
as aranhas tecem. 

Falemos das rosáceas
do seu vermelho vetusto
ou do seu difuso azul.
Al reside, presumo
a alma do quadro. 

De um dos lados
pende
no lago das águas quietas
o movimento.
Do outro as aranhas tecem
as suas telas no mofo. 





DANIEL MAIA-PINTO RODRIGUES (1960, Oporto, Portugal)
Fuente: ConVersos
Enlace: Yo, etc
Imagen: Olga Santos

José Miguel Silva: Penélope escribe

José Miguel Silva


Gran circo de Montekarl    



No me gusta especialmente el circo, pero como no hay nada más 
y una persona tiene que entretenerse con alguna cosa, aquí vine. 
Confieso que me atrajo sobre todo el número de la Gran 
Conflagración del Capitalismo, anunciado con letras rojas 
en el cartel. El asunto que surge es: 
¿a qué horas comienza? Pregunto, nadie sabe. 

Francamente, esto ni parece una producción americana. 
Estamos aquí de pie hace quién sabe cuántas horas y nada sale  
de la rutina: entran payasos, salen payasos, unos más 
ricos, otros menos, pero de todos modos sin gracia.
Ya ni siquiera puedo ver. Y los domadores de caniches,
burros, comedoras de latón. Esto me enferma.

Ahora son los comedores de fuego. Que fastidio de mierda.
Sólo necesitamos un mago, listo ¿para qué dije eso?.
Más valía haberse quedado en casa. Pero la culpa es mía —
boletos tan baratos, debí haber desconfiado—. Podría intentar salir,
¿pero cómo, si ni consigo ver la puerta? ¿Y salir hacia dónde?
¿Hacia el frío de la noche? Estamos bien jodidos.



Los mejores años de mi vida



Los mejores años de mi vida
pasaron conmigo ausente, pasaron
en una corriente subterránea.
No me enteré de nada, distraído
con la caída de la hoja,
la densa mezcla de pan y desorden.
Estaba todo por pasar, pero yo sólo atendía
a pequeñas querellas
y tímidos pasos sin ton ni son, siempre a la espera
de no tener futuro. Sentado, como un pobre
sobre un pozo de petróleo,
medía con tijeras las semanas,
me mezclaba con libros, ansiaba
el día en que dejara de sangrar.
Los mejores años de mi vida los cambié
por esto.



Penélope escribe



Es más que cierto: no siento tu ausencia.
Pasé toda la tarde ordenando tus papeles,
leyendo las cinco cartas que me fuiste mandando
la semana que perdimos: tú en el Alentejo,
yo bajo el agua. Después regué las rosas
que dejaste en el huerto. Siempre sola y sin
lamentar mi estado (porque no me haces falta),
puse el disco de Chavela que me diste en Navidad
y empecé a preparar tu plato predilecto.
Cocinar me hizo perder el apetito; por eso
abrí una botella de vino y no me cuesta
confesarte que no siento tu ausencia.
Más o menos a las diez, me obligué a rechazar
dos invitaciones para salir (alegué androfobia)
y estoy en este momento recortando tu imagen
(no me haces falta) en la fotos que guardo de los dos,
es una forma de castigar con la papelera
a la inhábil idiota que dejó que te marcharas.



O Grande Circo de Montekarl



Não gosto especialmente de circo, mas como não há
mais nada e uma pessoa tem de se entreter com alguma
coisa, cá vim. Confesso que me atraiu sobretudo o número
da Grande Conflagração do Capitalismo, anunciado
em letras vermelhas no cartaz. A questão que se põe é:
a que horas começa? Pergunto, ninguém sabe.

Francamente, isto nem parece uma produção americana.
Estamos aqui de pé há sei lá quantas horas e nada sai
do ramerrão: entram palhaços, saem palhaços, uns mais
ricos, outros menos, mas todos iguais, todos sem graça.
Já nem os posso ver. E domadores de caniches,
burricos, cantilenas de latão. Isto põe-me doente.

Agora são os comedores de fogo. Que seca do caralho.
Só nos falta um mágico – pronto, para que é que eu falei.
Mais valia ter ficado em casa. Mas a culpa é minha –
bilhetes tão baratos, devia ter desconfiado. Podia tentar sair,
mas como, se nem consigo ver a porta? E sair para onde?
Para o frio da noite? Estamos bem fodidos.



Os melhores anos da minha vida



Os melhores anos da minha vida
passaram comigo ausente, passaram
numa corrente subterrânea.
Não me apercebi de nada,
distraído com a queda das folhas,
a densa mistura de pão e desordem.

Estava tudo em aberto, mas eu não sabia
senão de pequenas querelas,
e tímidos passos à toa, sempre à espera
de não ter futuro. Sentado, como um pobre,
sobre o poço de petróleo,
eu media com tesouras as semanas, 
misturava-me com livros, ansiava 
pelo dia em que deixasse de sangrar.

Os melhores anos da minha vida troquei-os
por isto.



Penélope escreve



É mais que certo: não sinto a tua falta.
Fiquei a tarde toda a arrumar os teus papéis,
a reler as cinco cartas que me foste endereçando
na semana que perdemos: tu no Alentejo,
eu debaixo de água. Fui depois regar as rosas
que deixaste no quintal. Sempre só e sem
carpir o meu estado (porque não me fazes falta),
pus o disco da Chavela que me deste no Natal
e comecei a preparar o teu prato preferido.
Cozinhar fez-me perder o apetite; por isso 
abri uma garrafa de maduro e não me custa
confessar-te que não sinto a tua falta.
Por volta das dez horas, obriguei-me a recusar
dois convites pra sair (aleguei androfobia)
e estou neste momento a recortar a tua imagem
(não me fazes falta) nas fotos que possuo de nós dois,
de maneira a castigar com o cesto dos papéis
a inábil idiota que deixou que tu te fosses.



JOSÉ MIGUEL SILVA (1969, Vila Nova de Gaia, Portugal)

Enlaces: Zurgai | Poesía nómada | Luvina

Designed by OddThemes | Distributed by Blogger Template Redesigned by PRD