El mismo interior
Caminando hacia tu casa para una fiesta amorosa
vi en una esquina
a una anciana mendiga.
Tomé su mano
besé su delicada mejilla,
hablamos, ella era
el mismo interior que yo soy,
de la misma clase,
me dí cuenta al instante
como un perro conoce por su olor
a otro perro.
Le dí dinero,
no podía apartarme de ella.
Después de todo, uno necesita
a alguien que esté cerca.
Y entonces ya no supe
por qué iba caminando para tu casa.
a una anciana mendiga.
Tomé su mano
besé su delicada mejilla,
hablamos, ella era
el mismo interior que yo soy,
de la misma clase,
me dí cuenta al instante
como un perro conoce por su olor
a otro perro.
Le dí dinero,
no podía apartarme de ella.
Después de todo, uno necesita
a alguien que esté cerca.
Y entonces ya no supe
por qué iba caminando para tu casa.
Construyendo la barricada
Teníamos miedo mientras construíamos la barricada
bajo fuego.
El tabernero, la amante del joyero, el peluquero,
todos nosotros cobardes.
La sirvienta cayó al suelo
mientras arrastraba un adoquín, estábamos terriblemente asustados todos nosotros cobardes-
el conserje, la señora-del-mercado, el pensionista.
El farmacéutico cayó al suelo
mientras arrastraba la puerta de un baño,
teníamos todavía más miedo, la mujer-contrabandista,
el modisto, el conductor de tranvía,
todos nosotros cobardes.
Un pibe del reformatorio se cayó
mientras arrastraba una bolsa de arena,
usted ve cómo estábamos realmente
asustados.
Aunque nadie nos obligaba,
igual construimos la barricada
bajo fuego.
bajo fuego.
El tabernero, la amante del joyero, el peluquero,
todos nosotros cobardes.
La sirvienta cayó al suelo
mientras arrastraba un adoquín, estábamos terriblemente asustados todos nosotros cobardes-
el conserje, la señora-del-mercado, el pensionista.
El farmacéutico cayó al suelo
mientras arrastraba la puerta de un baño,
teníamos todavía más miedo, la mujer-contrabandista,
el modisto, el conductor de tranvía,
todos nosotros cobardes.
Un pibe del reformatorio se cayó
mientras arrastraba una bolsa de arena,
usted ve cómo estábamos realmente
asustados.
Aunque nadie nos obligaba,
igual construimos la barricada
bajo fuego.
He estado esperando
Ese joven larguirucho tal vez medía un metro ochenta,
ese trabajador de corazón ligero de Powisle
que luchó
en el infierno de la calle Zielna, en el edificio de teléfonos.
Cuando le cambié el vendaje de
la pierna que estaba despedazada
gesticuló de dolor, y se rió.
"Cuando termine esta guerra
iremos a bailar, señorita.
Yo invito".
Lo he estado esperando
estos treinta años.
ese trabajador de corazón ligero de Powisle
que luchó
en el infierno de la calle Zielna, en el edificio de teléfonos.
Cuando le cambié el vendaje de
la pierna que estaba despedazada
gesticuló de dolor, y se rió.
"Cuando termine esta guerra
iremos a bailar, señorita.
Yo invito".
Lo he estado esperando
estos treinta años.
Fuente: Idiomas olvidados
Imagen en thecitizen.es